19 junio 2003
Naciones Unidas, (EFE).- El jefe de los inspectores de armas de la ONU, Hans Blix, se despide de su cargo con tristeza por no haber podido probar la ausencia de armas prohibidas en Iraq, pero con el alivio de saber que no estaba en sus manos evitar la guerra.
Estos comentarios, y otros relacionados con su trabajo en la ONU, han sido formulados en los últimos días por el diplomático sueco, que hoy se despidió formalmente del secretario general del organismo mundial, Kofi Annan, para iniciar su jubilación.
Según ha comentado él mismo, una de sus satisfacciones es haber podido desarrollar su trabajo en medio de grandes presiones de los países aliados, críticas y contra-informes que ponían en duda la veracidad de los resultados obtenidos por su equipo.
Si bien Blix llegó a la presidencia de la Comisión para la Inspección, Vigilancia y Verificación (UNMOVIC) del desarme de Iraq hacer tres años, su papel fue clave en el primer trimestre de 2003, cuando parecía que la guerra dependía de los informes de los inspectores.
"Nunca pensé que la guerra dependía de mí, ya que mi único papel era presentar los informes al Consejo para que este órgano decidiera", afirmó hace unos días, durante su despedida de la prensa ante las Naciones Unidas.
De temperamento frío y buen humor, sus informes se caracterizaron por ofrecer un diagnóstico equilibrado de la situación, de manera que aportaban argumentos tanto a los países que estaban a favor del ataque, como a los que estaban en contra.
Así, en momentos clave aseguró que los inspectores no estaban encontrado armas prohibidas en Iraq, aunque ello no significaba que no pudieran estar escondidas, o que las autoridades estaban ayudando en la búsqueda, pero que esta colaboración podía ser mayor.
Sólo al final del proceso, cuando la guerra ya era inevitable, trató de demorar el ataque pidiendo más tiempo para poder concluir su trabajo y demostrar que Iraq carecía de armamento prohibido.
La guerra le alejó del debate y tras la invasión ha observado, algo molesto, como Estados Unidos ha desplazado a Iraq a sus propios inspectores, tratando de encontrar unas armas que no aparecen.
"Lo que me sorprende, lo que me alucina, es que parecía que los militares estaban esperando tropezar en Iraq con grandes cantidades de gas, armas químicas y biológicas. No entiendo cómo podían tener esta actitud, si alguna vez habían leído mis informes", asegura, categórico, al diario "The New York Times".
Si bien reconoce que no guarda rencor al Gobierno estadounidense, en los últimos días utilizó términos agresivos para definir a quienes le habían criticado y torpedeado su trabajo.
Tras la intensidad de los últimos meses, el diplomático -que fue ministro de Asuntos Exteriores de Suecia a finales de la década de los 70- espera con ansia su jubilación, que comienza el 1 de julio y que le permitirá regresar a su país natal después de tres años de ausencia.
Reconoce, además, que no podrá despegarse de la actualidad internacional, que ha sido su ocupación durante toda su vida, y se muestra dispuesto a colaborar en las tareas que surjan en el futuro sobre la verificación y vigilancia de las armas de destrucción masiva en el mundo.
Blix, de 77 años, será sustituido a partir del 1 de julio al frente de la UNMOVIC por la persona que ha sido su mano derecha, el griego Demetrius Perricos, que hasta ahora ocupaba el cargo de vicepresidente de la Comisión.