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MÉXICO, DF.- Un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos se alcanzará cuando sea menos necesario, es decir cuando se reduzca la pobreza y menos mexicanos quieran salir de su país, dijo ayer el ex embajador de EU Jeffrey Davidow.
“Cuando haya menos necesidad para un acuerdo, habrán las condiciones para alcanzarlo. Es decir, cuando haya menos mexicanos en la pobreza que quieran salir de su país, entonces se podrá lograr”, señaló Davidow, embajador en México entre 1998 y 2002.
El embajador, quien se retiró del servicio diplomático en junio, admitió que actualmente existen posibilidades de un avance real, “pero paso a paso, poco a poco”, aunque puntualizó que por ahora no sería posible un acuerdo global.
“Yo creo que no es el momento de tener un acuerdo total, porque el régimen de México no está listo” para ello, observó el embajador quien presentó recientemente el libro “El oso y el puerco espín”.
Precisó que México no está listo para este tipo de acuerdo debido a que si Estados Unidos decide dar entrada a un millón de personas, “¿qué va hacer con el otro millón que van a querer entrar?”.
Agregó que lo que se debe hacer “es humanizar el proceso, regularizar el proceso, hacerlo más justo, entregar más visas de trabajo temporal”.
Davidow afirmó que en los tres años que restan del gobierno del presidente Vicente Fox sí se pueden registrar avances para solucionar los problemas migratorios con “acuerdos múltiples, de un entendimiento paso a paso, creo que sí pueden lograr algo”.
Agregó que el problema de la emigración mexicana es de falta de crecimiento de la economía local, de garantizar trabajo para los mexicanos y combatir la pobreza.
Davidow indicó que el Gobierno estadounidense podría “fácilmente” agilizar los programas de trabajadores temporales para que cada vez más mexicanos pudieran ingresar y regresar de manera legal.
“Podemos tener un programa para trabajadores temporales, decirles: si usted viene y regresa, que trabaje varios meses y siempre regrese a México, al final de cinco años le entregamos el documento permanente. Ese sería un motivo para trabajar legalmente”, comentó.
Agregó que otra posibilidad es agilizar el proceso para entregar los documentos de residentes a cerca de un millón de indocumentados mexicanos que viven en Estados Unidos y esperan sus papeles.
“Debemos buscar una forma de adelantar el proceso de entregar más visas de residencia a las personas que van a recibirlas y no esperar cinco o seis años más”, señaló.
El embajador estadounidense consideró que uno de los mayores obstáculos que encontró durante sus cuatro años en México fueron los desplantes de nacionalismo arraigado y una hipersensibilidad innecesaria entre socios y vecinos.
Así lo refiere también en el libro de memorias que escribió con un lenguaje ameno y una visión en ocasiones mordaz, aunque siempre crítica, sobre la evolución de la política mexicana en este período y sus principales personajes.
El mismo título del libro refleja en una metáfora la complicada relación que existe entre el oso (EU), poderoso y arrogante, insensible e indiferente; y el puerco espín (México) con la hipersensibilidad que caracteriza a naciones orgullosas que erizan sus púas nacionalistas contra cualquier supuesta agresión externa.
“Por lo regular, Estados Unidos no tiene la intención de infligir daño a México. En realidad, el mayor daño que hace es ignorar a su vecino”, aseguró el ex embajador.
No obstante, advirtió que “con frecuencia, México tampoco es el más atractivo de los vecinos. Su hipersensibilidad hacia el oso del norte significa que sus púas de puerco espín están siempre preparadas y que puede volver complicada la cooperación más sencilla”.
En el libro insiste en que para los políticos mexicanos “ha sido tradicionalmente beneficioso que los vean infligir cierto daño sobre Estados Unidos. Por lo general, la agresión -que suele ser muy retórica y rara vez real- se controla”.