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Islamabad, PAKISTÁN.- Un Tribunal de Pakistán condenó ayer a muerte a dos extremistas islámicos paquistaníes y a cadena perpetua a otros dos por su responsabilidad en un ataque a la embajada estadounidense en Karachi.
La sentencia fue dada a conocer en la sureña ciudad portuaria de Karachi por el presidente de la corte especial, el juez Syed Aalay Maqbool Rizvi, quien afirmó que los cuatro extremistas fueron declarados culpables del atentado suicida del 14 de junio de 2002.
Los cuatro islámicos fueron acusados de haber colocado un autobús con explosivos en el estacionamiento del hotel Sheraton de Karachi, a un lado del consulado estadounidense, causando la muerte de 11 ingenieros franceses y dos civiles paquistaníes.
Mohammead Imran y Mohammed Hanif fueron sentenciados a la pena capital por cargos de asesinato, conspiración, uso de explosivos y terrorismo, mientras Mohammed Sharib y Mufti Zubair a cadena perpetua por ser cómplices en la planeación del atentado.
La Corte especial anti terrorista indultó a un quinto paquistaní, Mohammed Asheaf, por falta de pruebas, aunque fue identificado junto con los otros cuatro islámicos como miembros de la organización Harkaatul Muyaahedein al Alammi, prohibida en Pakistán.
Al conocer su sentencia Imran y Hanif hicieron el signo de la victoria con las manos en alto, en señal de triunfo, y expresaron varias frases de condena y repudio contra el gobierno paquistaní, al que acusaron de ser un instrumento de Estados Unidos.
“Estoy satisfecho, mi sentencia a muerte es una bendición para mí”, afirmó Imran, tras afirmar que su condena fue planeada por Estados Unidos, en complicidad con el gobierno del presidente Pervez Musharraf.
Hanif, por su parte, condenó a todos los infieles del mundo que apoyan al gobierno estadunidense para eliminar a los musulmanes y que lo engrandecen aun bajo sus principios e ideales.
En declaraciones a la prensa, la defensa de los paquistaníes condenados a muerte indicó que apelaría a la sentencia y buscaría su conmutación de la pena para que Imran y Hanif sean condenados a cadena perpetua y no sean enviados a la horca.