06 agosto 2003
Londres, (EFE).- Las campanas doblaron hoy en todo el Reino Unido por el científico del Ministerio de Defensa David Kelly, padre y esposo de 59 años, que al parecer se quitó la vida el pasado julio al verse envuelto en una polémica entre el Gobierno y la cadena BBC.
Familiares del difunto flanquearon el ataúd adornado con flores blancas que contenía sus restos, que fue depositado en el centro de la iglesia de Saint Mary de Longworth (sur de Inglaterra), donde se ofició el servicio fúnebre privado.
Al término de la ceremonia, Kelly fue enterrado en el cementerio del propio templo, cercano a la localidad donde vivía, Southmoor, y también al bello paraje donde el 18 de julio apareció su cadáver con las venas de la muñeca izquierda cortadas, en un aparente suicidio.
Ataviada con un sombrero negro, su viuda, Janice, de 58 años, y sus tres hijas -Sian, de 32 años, y las gemelas Ellen y Rachel, de 30- acompañaron, pálidas y estoicas, a su ser querido.
La Iglesia de Saint Mary fue acordonada para impedir el paso de extraños y perros sabuesos registraron su interior para garantizar la seguridad de los asistentes.
Por deseo de la familia, que quería un funeral "privado y digno", las cámaras de televisión se mantuvieron alejadas.
Sólo Sky News y la agencia de noticias británica Press Associated fueron autorizadas a relatar lo ocurrido y transmitir imágenes, desde fuera del edificio, mientras la Policía montada controlaba la zona.
Entre las 160 personas invitadas al funeral estuvieron el juez James Hutton, encargado de la investigación sobre las circunstancias de la muerte de Kelly, y el viceprimer ministro del Gobierno, John Prescott, que sustituye al primer ministro, Tony Blair, de veraneo en las islas Barbados.
Ni Blair ni su ministro de Defensa, Geoff Hoon, que está en EEUU de vacaciones, se han dejado ver hoy en sus respectivos lugares de descanso, lo que la prensa británica achaca a un intento de pasar desapercibidos en estas horas bajas.
"El servicio fue bello, discreto y digno, un reflejo del hombre", describió, a la salida, un amigo de Kelly, Tom Mangold.
Mangold, que planea realizar un documental sobre la vida del científico para el Canal 4 británico, explicó que la ceremonia incluyó un himno galés, "Guide Me O Thou Great Jehovah", como recuerdo de las raíces de David Kelly en el Valle de Rhondda.
En la misa, cristiana y oficiada por el reverendo Roy Woodhams, se escucharon también plegarias de la religión Bahai, a la que se convirtió el profesor hace cuatro años, durante una estancia de estudios en Estados Unidos.
Esta fe de origen persa, que data de 1844 y tiene cinco millones de seguidores en todo el mundo -unos 6.000 en el Reino Unido-, predica que "la tierra es un país, y la humanidad sus ciudadanos".
Aboga por hacer el bien al prójimo y defender el planeta, pero no defiende el suicidio.
Mientras las campanas doblaban en diversas iglesias del país en homenaje a Kelly, experto en armas iraquíes que hasta fue nominado para recibir el premio Nobel, en la de Saint Mary la "Union Jack" (bandera del Reino Unido) ondeaba a media asta.
La muerte de David Kelly en aparente suicidio hace 19 días ha desatado una grave crisis en el seno del Ejecutivo de Tony Blair.
Kelly murió tras ser identificado como la fuente de una polémica noticia difundida en mayo por la cadena BBC, que acusaba al Gobierno de haber exagerado datos sobre Irak para justificar la guerra.
El científico se vio, de repente, en medio del pulso entre estos dos poderes y, según su familia, no pudo aguantar la presión.
Mientras el juez Hutton investiga, desde el 1 de agosto, los hechos que llevaron a la desaparición del reputado científico, la espiral de tensión aumenta en el número 10 de Downing Street.
Este martes el primer ministro en funciones, John Prescott, tuvo que disculparse ante la viuda de Kelly después de que un portavoz gubernamental admitiera haber comparado al profesor con el personaje de ficción Walter Mitty, un ser fantasioso y con aires de grandeza.
Las relaciones entre el Gobierno y la prensa, y de la familia Kelly con ambos, pasan por un momento delicado. Otro patinazo del Ejecutivo le podría costar caro a Blair.
Todo el mundo espera que la investigación del juez James Hutton, que llamará a declarar al propio primer ministro en un proceso que puede durar meses, aporte luz al asunto.
Y, sobre todo, que ponga nombre y apellidos a los responsables, aquellos "actores" que, según escribió Kelly antes de morir, movían los hilos de su vida.