En días pasados llegó a mi mano un manual, de ésos que usan en las empresas para capacitación de su personal. El título me sorprendió mucho, se llama: -Curso de manejo a la defensiva de vehículos de empresa”. De principio me pareció interesante, lo hojee y tuve que salir de mi oficina.
En el trayecto de mi oficina a donde tenía una cita con una persona, me dio la oportunidad de brindarle el paso a una señora, me detuve y ella, con tranquilidad y seguridad pasó delante de mi vehículo, y yo pude manejar con confianza de no hacerle un daño.
Más adelante, en un semáforo, en el carril de dar vuelta se formó una fila larga pues el carro de adelante no avanzaba y el aparato prendió la flecha correspondiente. Pronto se formó una sinfonía de claxon acompañada de un corro a garganta abierta que no dejaba de repetir la creadora de sus días, complementado con algunas otras palabras de uso popular. Me tocó la gracia de ser el tercero de la fila, por lo que pude escuchar con claridad los de más atrás.
Fue mi sorpresa, no la pitadera del resto de los vehículos que ya es costumbre sino que el conductor del carro delante de mi se bajó y se dirigió al carro que no avanzaba; platicó con su conductora por la ventanilla y luego fue delante y levantó el cofre.
Para entonces sólo quedamos los tres carros, el resto como pudo avanzó y dio vuelta.
Entendí que el carro estaba descompuesto. La persona del segundo carro que aún estaba en el otro con el cofre abierto me hizo una señal con la mano de que si traía pinzas. Las tomé de la guantera y me bajé a llevárselas.
La falla era pequeña, un pequeño alambre se zafó y se reparó en breve. Hubo la oportunidad de preguntarle al señor por la mujer que manejaba el carro descompuesto. A lo que él me comentó que no eran nada, que simplemente vio la oportunidad de apoyar a una persona y lo hizo. Que él deseaba que cuando a su esposa le pasara algo similar hubiera alguien que la auxiliara.
Subí de nuevo a mi vehículo y vi el manual que me había llegado un rato anterior: “Curso de manejo a la defensiva de vehículos de empresa”.
Me pregunté si estaba en lo correcto de que ese tipo de cursos se impartía a conductores, o si por lo menos merecía, por su título, leerlo.
Me he puesto a ver, a buscar si hay algún curso de manejo a la cortesía. Pero hasta el momento no he encontrado nada que se le parezca.
Me pregunto yo si en las escuelas de manejo o al momento de realizar el examen para obtener la licencia de manejo se procura inculcar al futuro conductor la cordialidad, el respeto por el peatón, el evitar un accidente, no reclamando su derecho, sino otorgando consideración.
Decía un buen amigo: ¿Cuál es la definición de instante? Es el tiempo transcurrido de que prende el semáforo en verde y empieza a pitar el carro de atrás.
Respetar, brindar cortesía, ser considerado, en pocas palabras es identificarse como Ser Humano e identificar al otro conductor como Ser Humano.
Vivir y conducir con cortesía es una forma de Ser Humano. Mi correo electrónico: rmercado@avantel.net