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Ser Humano / Conociendo la sexualidad femenina

Psicólogo Ricardo Mercado Dávila

Todo ser humano, y por consiguiente la mujer, percibe y siente la presencia de la sexualidad, no sólo por la existencia de los genitales, sino porque en ellos y en la pelvis, siente con variada frecuencia, una sensación de tensión, como que los genitales y la pelvis estuviesen ocupados, cargados; éste es un primer aspecto de la sexualidad en general y de la femenina en particular.

Por tres motivos se pone de manifiesto esta tensión.

El primero es la vascularización, con cierta frecuencia mayor cantidad de sangre se concentra en la pelvis de la mujer, llenándola, congestionándola. Este proceso es ayudado por un segundo factor que son las hormonas, sustancias químicas especializadas que se liberan al torrente sanguíneo, y que acumulándose dan mayor énfasis a este proceso congestivo.

Cabe agregar que las hormonas son sustancias que diferencian desde todo punto de vista, físico, muscular, esquelético, el timbre de voz, las conductas, el comportamiento, el funcionamiento de nuestro cuerpo y de nuestra mente; estas “diferencias” las hacen nuestras hormonas.

El tercer aspecto involucrado es la tensión sexual, es una mayor tensión, valga la redundancia, muscular, todos estos factores se suman, se mezclan y se proyectan a la esfera psíquica, apareciendo el “deseo sexual” se siente inclinadas, proclives, tiende a una tendencia psíquica, quiere “tener” una relación sexual.

El cerebro tiene esta tendencia porque en él se producen sustancias, los “neurotransmisores” que empujan, incentivan, estimulan la producción de hormonas en el cuerpo, a través de las glándulas de secreción endocrina o interna, a fin de que todo junto produzca la presencia de la tensión sexual.

El deseo sexual es un caso “único” en la funcionalidad. A diferencia de otros deseos, permite su postergación pero no indefinida. Esto significa que las relaciones sexuales la puede postergar, la puede distraer, la puede proyectar, pero no indefinidamente. El cuerpo, la funcionalidad, le pide algo y ello no puede dejarse de lado. En la mujer al final de cada ciclo menstrual, las hormonas declinan, disminuyen su producción y ello trae un alivio temporal, una pausa en esa tensión y en su concomitante psicológico, el “deseo sexual”.

Decíamos que el deseo sexual se puede postergar pero no indefinidamente, otros lo quieren negar y algunos tratan de desplazarlo, es decir, expresarlo en términos no sexuales. Si reprimimos este deseo, se manifiesta involuntariamente a través de erecciones nocturnas, a veces muy molestas, seguidas o no de eyaculación en el hombre (poluciones nocturnas). En cambio en la mujer, se manifiesta por medio de vasocongestión, molestias e irritabilidad pélvica con lubricación vaginal (la mujer amanece mojada). Estas manifestaciones no se pueden eliminar, pues son corporales. Esta tensión o deseo sexual presenta incluso, variaciones psíquicas en relación al mes o ciclo menstrual en las mujeres; ciclo que dura de 28 a 30 días, aproximadamente.

En base a ello y estadísticamente hablando el mayor número o contingente de mujeres que “sienten” esta tensión o deseo, están con más ganas de tener una relación sexual; es aproximadamente una semana antes de menstruar.

Un porcentaje menor la perciben en la semana que sigue a la menstruación. Otro porcentaje más pequeño lo siente en el período ovulatorio y finalmente están las “menos”; éstas experimentan dicho deseo durante la menstruación.

En el proceso de interacción sexual de la mujer hemos analizado un primer acto “el deseo sexual”, esto lleva a la mujer a una relación sexual y ya en el momento de los juegos sexuales previos, es decir, en plena etapa de estimulación o de excitación de la mujer, el papel desempeñado por los estímulos sobre sus genitales y en especial una parte de éstos, el “clítoris” es sumamente trascendente, y los hombres deben saber dónde y cómo estimularlo.

En primer lugar el hombre debe ser capaz de mantener una erección el tiempo suficiente, el que la mujer necesita como estimularlo. El otro aspecto importante es el eyaculatorio y depende de que el hombre pueda retrasar su eyaculación el tiempo necesario para que el proceso de excitación y orgasmo de la mujer pueda continuar hasta su satisfacción total. Recordamos que la mujer puede tener uno o varios orgasmos y que las fallas en la erección o eyaculación precoz, son las causas principales de la insatisfacción sexual de la mujer en la pareja.

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