¿Cuál sería nuestra idea de la creación si Eva hubiera contado la historia de lo que sucedió en el paraíso? ¿Qué habría pasado si Eva hubiera sido entrevistada? Nunca lo sabremos porque cuando terminó Adán de dar su declaración a la prensa, nadie le fue a preguntar a Eva.
La alegoría se la tomé prestada al escritor uruguayo Eduardo Galeano, ya que ilustra muy bien lo que, salvo excepciones, sucede en los medios de comunicación con respecto a las mujeres. Por lo general ni nos ven ni nos oyen; a menos, claro, que ilustremos la página de sociales, protagonicemos –a menudo debido a nuestro asesinato- la nota roja, o mostremos partes de nuestro cuerpo para vender desde cigarros hasta cemento. La exclusión y la visión sesgada de las mujeres en los medios de comunicación masiva, representan una forma más de violencia contra las mujeres. Y conviene recordarlo a propósito de que el próximo martes 25 se conmemora el Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Suponemos que los medios de comunicación reflejan la realidad como si se tratara de un espejo; pero no es cierto, entre otras razones porque ignoran, desdeñan o minimizan lo que piensan, opinan, hacen, aportan, necesitan, importa, preocupa y afecta a las mujeres. Esto que la periodista cubana Mirta Rodríguez ha calificado como “las violencias de la omisión y el ocultamiento”, no suele ser parte de una maquiavélica estrategia de quienes detentan o trabajan en los medios informativos, sino que es el resultado de una formación cultural que ha construido roles diferentes para hombres y mujeres, en la que lo masculino tiene más valor que lo femenino, empezando con el lenguaje.
Bajo esta lupa -que no es otra que la que brinda la perspectiva de género- se explican muchas cosas, entre ellas lo que está en el fondo de productos comunicativos que discriminan a las mujeres y ponderan a los varones. Dicho con las palabras de la profesora colombiana Patricia Anzola: “la noticia no tiene sexo, pero su tratamiento sí tiene género”.
Para muestra un botón: Recordemos la reunión de un grupo de mujeres con poder que se llevó a cabo el mes pasado en la casa de Rosario Robles, ex presidenta del Partido de la Revolución Democrática, quienes se dieron cita con el fin de organizar un evento conmemorativo del 50 aniversario del derecho de las mujeres al sufragio. Todos los medios impresos o electrónicos dieron la noticia, pero muchos utilizaron calificativos en sus titulares o en el cuerpo de la nota tales como: “argüenderas”, “aquelarre”, o les llamaron “las chicas superpoderosas” en alusión a la caricatura infantil. Asimismo, se publicaron entrevistas a políticos, destacándose descalificaciones como que si esta reunión se circunscribe al club de la pequeña Lulú no traerá nada bueno para el país. En cambio, fue muy distinta la información de la reunión que, para evitar la apertura a la iniciativa privada del sector eléctrico, sostuvieron hace un par de semanas priístas y perredistas encabezados por Manuel Bartlett del PRI y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. Ninguna nota los calificó de “viejos argüenderos”, mucho menos se les ocurrió llamarlos “El dúo dinámico”, ninguno de los entrevistados dijo que esa reunión sin la participación de las mujeres –o sea el club de Tobi- no traería nada bueno para el país. NO. El motivo de análisis y crítica fue la asociación de adversarios e incluso enemigos políticos en un tema en el que sus posturas coinciden. La esencia de ambas reuniones fue la misma, pero su tratamiento periodístico fue diametralmente distinto.
A la omisión y descalificación se suma la violencia de la justificación que se presenta de manera muy clara en la nota roja. “Ebrio ultima por celos a su hermana”. Se justifica el asesinato a partir de los celos y de paso culpan a la víctima -algo debe haber hecho para provocarlos-. Asimismo, en las notas referidas a violaciones sexuales casi invariablemente se anota la actividad laboral de la mujer, como si no fuera lo mismo violar a una prostituta que a una monja.
De entre este panorama, hay en distintas partes del mundo notables excepciones cuyos productos comunicativos toman en cuenta a las mujeres bajo una óptica equitativa, plural, democrática. Destaco el trabajo de: Sara Lovera, coordinadora general de CIMAC -Comunicación e Información de la Mujer-, institución multimedia con una agencia de noticias; Mirta Rodríguez y la Red Dominicana de Periodistas con Perspectiva de Género, que publican la revista electrónica A Primera Plana; Laura Asturias, en Guatemala, editora de la revista electrónica semanal Tertulia; Montserrat Boix, en España, editora del periódico electrónico Mujeres en red; Lydia Cacho, en Quintana Roo, directora de la revista bimensual Esta Boca es Mía. A estas y otras publicaciones se suma el esfuerzo diario de mujeres y hombres periodistas que procuramos realizar nuestro quehacer cotidiano con perspectiva de género. Somos cada vez más, pero no somos aún suficientes para eliminar de los medios las violencias de la descalificación, la omisión y la justificación en contra de las mujeres. El reto sigue siendo “entrevistar a Eva”.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com