Durango

Sí había espionaje

Después de una serie de rumores sobre la existencia de actividades de espionaje en la Universidad Juárez, la contralora general Guadalupe Flores Bolívar confirmó ayer que se descubrió un micrófono oculto en el despacho del rector José Ramón Hernández Meraz, a finales de mayo pasado.

Dijo que no fue el único porque meses antes, entre agosto y septiembre del 2002, la misma “ABC Electrónica”, contratada para ello, había encontrado otros aparatos en las oficinas del Tesorero, la Administradora General y en Comunicación Social.

Estableció que el expediente fue retomado recientemente por el secretario general, Carlos Silerio Medina, y el abogado general, Roberto Martínez Tejada, con base en el dictamen que emitiría la empresa de Antonio Díaz de León. Sin embargo, ella considera que lo más sano es darle “carpetazo”, como fue la voluntad del rector Hernández Meraz, en su momento, para no lastimar a la institución.

Asimismo, expresó que el asunto se ha manejado con muy poca seriedad, y sobre todo lastimando la memoria del Rector. También aclaró que en ningún momento ella, el tesorero Rubén Calderón, Patricia Villarreal Solís, directora de Administración, o Joel Ávila Ontiveros, nunca han señalado a nadie como responsable de la instalación de los micrófonos.

Añadió que el 27 de mayo, una día después de que ella le dio a conocer al Rector que se había encontrado un micrófono atrás del librero, se celebró una reunión espontánea en Rectoría, porque no fueron citados los funcionarios, sino que fueron llegando uno a uno. En un momento, Hernández Meraz preguntó por Carlos Silerio Medina y como no estaba le llamaron.

“A los diez minutos llegó y posteriormente también el Abogado General. Inclusive el Secretario General señaló que no sabía que había reunión y le explicaron que no había tal, sino que habían estado llegando”, dijo.

“Hernández Meraz empezó diciendo que estaba muy sentido con todos; que tenía un sentimiento muy grande por lo que había sucedido; algunos se comenzaron a preguntar qué era lo que había sucedido, y ya les dijo que se había encontrado un micrófono en su oficina, que no esperaba eso de nosotros y finalmente, después de un rato de platicar, dijo: y ahí queda, ahí quedó eso”.

Flores Bolívar señaló que Silerio Medina y Martínez Tejada se violentaron y dijeron que por qué los estaban acusando a ellos; y se les hizo la aclaración de que ni el Rector ni nadie los mencionó como responsables.

Los mismos que estuvieron en la reunión fueron citados al día siguiente, a las 7:00 de la tarde. “Cuando llegó, lo primero que vi fue a Antonio Díaz de León, empresario de seguridad privada, con quien fuimos colaboradores en el gobierno de José Ramírez Gamero. El Rector explicó que el Secretario General le había pedido la reunión con todos para aclarar lo del micrófono, y que habían invitado a Díaz de León para hacer las investigaciones”.

“A mí no me pareció, porque el Rector ya había dicho que el asunto quedaba así; a nadie se le señaló. Y estábamos como en un Gran Jurado, porque hubo preguntas, y salimos molestos”.

La Contralora destacó que, en sus investigaciones, Díaz de León habló con todos, particularmente con Rubén Calderón o conmigo. “A mí me insistía en que si tenía problemas con el Secretario General, a lo que respondía que absolutamente ninguna, que el trato con él era institucional.

Añadió que el 3 de junio Díaz de León habló con el Rector. Dijo que ella sabía que Díaz de León le iba a entregar un informe personalmente al Rector del resultado de sus investigaciones, con lo cual tomaría una determinación; después de eso, ya no supo nada.

Asesoría

“Hubiera renunciado”

Norma Pulido Ceniceros, a quien el secretario general, Carlos Silerio Medina, la rescindió como asesora técnica adscrita a la Rectoría, dijo que fue el rector José Ramón Hernández Meraz quien ordenó a la Contraloría hacer una investigación sobre la existencia de micrófonos en la Universidad.

Dijo que los aparatos se encontraron en las oficinas de los titulares de Tesorería, Administración, Comunicación Social y Rectoría; y que eran micrófonos, según el dictamen de la empresa, que tenían que estarse recargando cada cuatro días con una batería.

El micrófono del Rector estaba entre los libros. “A mí me pueden poner hasta un circuito de televisión, porque no digo nada que vaya en contra de la Universidad”, recordó que dijo José Ramón Hernández Meraz. Pulido Ceniceros reconoció que esta situación le lastimó al Rector y por eso “le empezaron a dar vuelta y fue cuando implicaron a la esposa del Rector, a Calderón, y fue cuando el Rector dijo: a mi familia no la metan”.

Pulido Ceniceros afirmó que si Carlos Silerio sentía que el Rector ya no le tenía confianza hubiera renunciado.

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