Agencias
MÉXICO, DF.- Gabriel Siria Levario, quien se popularizó como Javier Solís, no ha decrecido en popularidad a 37 años de su muerte, ocurrida el 19 de abril de 1966 a temprana hora de la mañana.
En aquel entonces tenía 34 años de edad y se había consolidado como el más destacado intérprete folklórico de México, cuya fama había trascendido las fronteras de su país.
Varios artistas de esta época le han dedicado homenajes al grabar temas que fueron muy exitosos en su repertorio. Así lo han hecho Pepe Aguilar, Rocío Dúrcal y más recientemente el lagunero Pablo Montero, quien no oculta su gran admiración por la voz y el estilo de Solís.
Siria Levario había llamado la atención en calidad de espontáneo cuando al estarse realizando el multitudinario entierro de los restos del ídolo Pedro Infante Cruz, el 18 de abril de 1957, surgió entre aquel gentío que despedía al mazatleco en el Lote de Actores del capitalino Panteón Jardín, y parado sobre una cripta cantó al estilo del propio finado el tema musical Grito Prisionero.
Impresionó a quienes pudieron escucharle por el parecido que mostraba en su canto con el del cantor sinaloense que el 15 de ese abril había perecido en trágico accidente de aviación en las afueras de Mérida, Yucatán.
Cierto es que en la etapa inicial de su carrera pública Siria Levario tenía mucha influencia de Infante Cruz. Lo imitaba con notable acierto y en sus primeras grabaciones (La Carabela, entre otras) se marcó esa tendencia, hasta que en la empresa disquera se le fue guiando hacia la creación de un estilo propio. Algo que logró establecer y que le dio una personalidad inconfundible.
Antes de recibir su oportunidad de grabar profesionalmente cantaba con el nombre de Javier Luquín, y por varios años fue vocalista de mariachis y como tal sentó reales en el salón Azteca de la arteria capitalina Niño Perdido, siempre con el conjunto Los Mensajeros.
Abandonado por sus padres siendo muy pequeño, fue recogido por su tío Valentín, de oficio panadero, quien con su esposa, Ángela López, le criaron y guiaron en sus años de infancia. Por ello les reconoció como si hubiesen sido sus verdaderos padres.
En su etapa anterior a su labor artística, Solís fue ayudante de panadería, cargador de canastos en el mercado Tacubaya (barriada en la que nació), despachador de gasolina, cargador de tanques de gas, carnicero y boxeador aficionado.
En sus actuaciones como aficionado al canto participaba en un sencillo concurso que ofrecía como estímulo al ganador un par de zapatos. Siempre que concursaba ganaba el premio. Hasta que los organizadores le pidieron que ya no siguiera participando porque era “mucha pieza” para los demás.
Al dejar de existir Infante Cruz, por algún tiempo hubo una corriente de cantantes aspirantes a ser “el sucesor del gran ídolo”; entre ellos su propio hermano Ángel.
Sin embargo, ninguno dio la medida requerida, hasta que apareció “la revelación” en la persona de Gabriel Siria Levario, a quien se le rebautizó con la denominación artística de Javier Solís.
El bolero ranchero, que fue lanzado con la voz de Pedro Infante Cruz y que surgió al popularizarse Amorcito Corazón, de Manuel Esperón y Pedro de Urdimalas, fue una especialidad en la que se impuso como artista disquero Javier Solís.
El bolero Llorarás, Llorarás, de Rafael Ramírez, fue su ábrete sésamo a la fama. Prosiguieron muchos otros temas en esa misma modalidad, como fueron El Loco, Entrega Total, Esclavo y Amo, Amigo Organillero, Bésame y Olvídame, Cuatro Palabras, Una Limosna, En mi Viejo San Juan, Payaso, Vagar entre Sombras, Tómate una Copa, Qué Va, Cuatro Cirios, Si Dios me Quita la Vida y Sombras, tango argentino que grabó como bolero ranchero y que le representó su máximo triunfo comercial.
Consolidado como “El Rey del Bolero Ranchero”, incursionó también como intérprete de canciones rancheras, en las que impuso su estilo muy personal que fue muy del gusto popular. Entre ellas destacan Esta Tristeza Mía, Las Rejas no Matan, Pa’ Todo el Año, Renunciación y Media Vuelta. Meses antes de morir comentó: “Mi intención es triunfar también con canciones rancheras”.
Deja huella en el séptimo arte
En el cine tuvo diversidad de papeles en un total de 33 películas, a partir de su debut en 1960, hasta el inicio de 1966. No alcanzó a consagrarse en el campo histriónico, pero se ganó elogiosos comentarios de algunos cineastas y de críticos especializados por sus facultades naturales y por su naturalidad. Entre lo que filmó se anotan las películas:
Tres Balas Perdidas (con Rosita Quintana)
En Cada Feria un Amor (con el venezolano Alfredo Sadel)
Los Cinco Halcones (con Luis Aguilar y Miguel Aceves Mejía)
El Norteño (con Antonio Aguilar)
Los Bárbaros del Norte (con Clavillazo)
Fuerte, Audaz y Valiente (con Tin Tan)
Un Tipo a Todo Dar (con Dacia González)
México en Mi Corazón (con Lola Beltrán, Julio Aldama y Lucha Villa)
La Conquista del Dorado (con Emilio Fernández)
Especialista en Chamacas (con Enrique Guzmán)
Caña Brava (con María Antonieta Pons y Ramón Pereda)
Juan Pistolas (con Chelelo y Eva Norvind)
Los Tres Mosqueteros de Dios (con el recién fallecido Resortes y Joaquín Cordero).
FUENTE: Agencias