La Jornada
México, DF.- No terminó por consolidarse el comienzo del Diálogo por una política de estado para el campo. Siguieron ausentes la Confederación Nacional Campesina (CNC) y el Barzón, sólo llegaron representantes de El Campo no Aguanta Más y el Congreso Agrario Permanente (CAP) que en la sesión plenaria soportaron abucheos aislados y la indiferencia del secretario de Agricultura, Javier Usabiaga. “Venimos con un espíritu constructivo y para impulsar cambios de fondo a la política, urge un nuevo proyecto de nación que termine con las dos décadas de neoliberalismo donde los campesinos son tratados como objetos desechables”, puntualizó Víctor Suárez Carrera, vocero de El campo no Aguanta Más.
La postura de Suárez fue reforzada por Rafael Galindo, coordinador del CAP, y el dirigente de la UNTA, Álvaro López, quienes destacaron que “ni el gobierno ni nosotros cedimos nada”, sólo llegamos al acuerdo de que para todos era conveniente que “como integrantes de la comisión de organización y de acuerdos asumiéramos la conducción de esta mesa Papel del campo en el proyecto de nación. La rectificación del Gobierno fue una decisión madura y reflexionada. Venimos sin rencores y a buscar que los acuerdos de este diálogo sean bilaterales”.
Al acondicionado salón de plenos del Deportivo Culhuacán tampoco llegaron la mayoría de los dirigentes de las agrupaciones que la noche del martes pretendían constituir un frente para no evitar ser avasallados por las organizaciones que ayer se incorporaron. Trascendió que hubo “jalón de orejas” para evitar confrontaciones.
, luego de que el secretario de Agricultura buscó reincoporar a esta mesa a los convocantes campesinos al diálogo.
Los primeros abucheos los recibió Rafael Galindo por su larga exposición, en la que habló del abandono, la pobreza, desesperanza, desaliento e impotencia, todo esto arraigado en las comunidades rurales. Tras el largo diagnóstico propuso 17 acciones, entre ellas, revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), protocolizar mediante la suscripción del Acuerdo Nacional para el Campo políticas públicas para el fomento productivo y el desarrollo rural sustentable en el contexto global, y fomentar la participación de las organizaciones campesinas en la actualización y redefinición de los programas para el campo.
Después, Víctor Suárez con un llamado a la unidad porque “las divisiones y confrontaciones sólo provocan que todo siga igual”, trató de zanjar las diferencias. Para puntualizar que el movimiento El campo no aguanta más no es un conjunto de organizaciones improvisadas que “nacieron en noviembre del año pasado” presentó, aunque muy sucintamente su trayectoria. “Somos organizaciones independientes y autónomas, no pertenecemos a ningún partido político o a alguna dependencia gubernamental”. Con historias de trabajo en el campo que están entre los últimos 40 y 20 años, las agrupaciones tienen presencia en todo el país, desde la frontera con Guatemala hasta la de Estados Unidos, abundó.
Y mientras el titular de la Sagarpa mandaba instrucciones por escrito y verbales a sus colaboradores, platicaba con Rafael Galindo y en varias ocasiones bajó del presidium, Suárez Carrera acotó: “estamos aquí como resultado de un acuerdo bilateral, de consenso, que muestra que las acciones que tomaremos van a ser de común acuerdo y que serán mejores que las decisiones unilaterales”.
Insistió en que los campesinos y todos los actores del campo requieren de un nuevo acuerdo político nacional y un nuevo contrato social, con nuevos derechos y obligaciones entre el Estado, la sociedad urbana y la rural; fue el único orador que defendió la agricultura indígena y lo que ésta representa para la Nación.
También exigió reconocimiento a la diversidad de actores productivos y sociales del campo como sujetos responsables de su desarrollo, terminar con el clientelismo y el corporativismo; el campo requiere, destacó, una nueva relación Estado-sujetos plurales basados en la autonomía, autogestión y reconocimiento pleno de derechos.
Su intervención la terminó entre rechiflas, pero otros también alzaron la voz: “cállense güeyes!”. Por el sector privado del campo intervino César de Anda Molina, presidente de la Unión Nacional de Avicultores. Quien felicitó a campesinos y agroempresarios por haberse reunido y ya no estar “cada quien en su milpita” compartiendo los mismo problemas. Aclaró que los viejos rezagos no se van a resolver de “una trompada”, eso hay que hacerlo poco a poco y juntos. Defensor del TLCAN mencionó que los mexicanos “no podemos pelearnos a patadas con Estados Unidos, primero hay que construir en el país la equidad y el apoyo para enfrentar a los agricultores estadounidenses”. Y para ello demandó a los banqueros que financien el campo y “dejen de hacer mano de puerco con los recursos financieros”.
Para evitar futuras fracturas pidió a los participantes, gobierno, organizaciones sociales y empresariales, seguir platicando, “no es momento de romper el diálogo”.
Apareció también Arturo Martínez Nateras, ex preso político de 1968 y ex militante del PCM y desde hace algunos años impulsor de la cooperativa de cafeticultores La Pintada, en la Costa Grande de Guerrero. Con tono irónico dijo “en este presidium sólo faltan los presidentes Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. Faltan los causantes de la crisis del campo”.
Pero antes se dirigió a Víctor Suárez para soltarle “desde el lunes acudí a esta convocatoria y quiero decirte que no soy empleado de Usabiaga ni acarreado. Vine aquí por el dolor que veo en mis compañeros”. Y sin personalizar, pero sí aludiendo a la política del actual gobierno, comentó que los campesinos no quieren populismos paternalistas ni neoliberalismo salvaje, buscan una rectificación, pero advirtió ya no están dispuestos a resistir un nuevo engaño.
En tono conciliador, José Durán Vera, integrante de la Comisión Coordinadora del CAP y dirigente de la Unión Campesina Democrática (UCD) aseguró que el compromiso de las 24 organizaciones que impulsaron el diálogo es aportar propuestas para construir el proyecto de desarrollo rural que demandan los campesinos. “Nuestro compromiso es el diálogo; es el uso de la palabra para encontrar las mejores propuestas para el rescate y la salvación del campo. Venimos a participar en el debate nacional que hemos exigido y propiciado con el gobierno federal y la sociedad rural; no obstante, advertimos que el diálogo carece de sentido si no concluye en acuerdos viables e ineludibles para resolver la grave crisis del sector”, indicó.
Lo escuchaban en el presidium, además de los funcionarios de la Sagarpa, el disidente de la CNC, Nabor Ojeda; dirigente de El Barzón-Unión Agropecuaria, Maximiano Barbosa; el líder de la CNPR, Julián Orozco; el presidente del Consejo Nacional Agropecuario, Armando Paredes; el presidente de la comisión de Desarrollo Rural de la Cámara de Diputados, Oliverio Díaz Cardona, y el senador panista Juan José Rodríguez Pratts.
A lo largo de los tres días de trabajos de la mesa, se presentaron 627 ponencias y se registraron mil 431 asistentes. Ahí hubo dos visiones en torno al TLCAN, los que exigen la revisión de ese tratado y la instrumentación de las salvaguardas, aranceles, defensas y excepciones protocolarias para proteger los intereses y derechos de los productores. La otra visión pide incluso que “se prorrogue” el acuerdo comercial. Otros temas recurrentes fueron el financiamiento para el campo a través de un sistema rural y de la participación de la banca privada; terminar con el intermediarismo; propiciar una mejor comercialización y consumo de los productos nacionales; llegar a la soberanía alimentaria; y fortalecer la producción de maíz y frijol. Al concluir la exposición de la relatoría, el subsecretario Francisco López Tostado fue cuestionado por el cañero Florentino Magaña porque “ninguno de los planteamientos que nosotros hicimos fueron tomados en cuenta, esto no se vale, no somos paleros”. Así concluyó esta primera fase de trabajos y hoy inicia en el Archivo General de la Nación la mesa Desarrollo y política social para el campo.