TORREÓN, COAH.- A pocos semanas de cumplirse un año de la muerte del comandante del grupo antisecuestros, Cipriano Floriano Navarrete, ultimado por gatilleros profesionales con “cuernos de chivo”, las autoridades encargadas de esclarecer el crimen “se tiran la bolita”, pues se presume que están involucrados personajes muy pesados dentro del narcotráfico e incluso funcionarios públicos.
Al respecto, la Procuraduría General de la República (PGR) guarda total hermetismo sobre el avance de las indagatorias, por considerarlo que entorpecería a éstas, cualquier dato que se haga a la opinión pública.
Por su parte, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), se deslindó de cualquier responsabilidad, al remitir el expediente de las pobres investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio Público de Homicidios, por considerarlas de “competencia federal”.
En su momento, Gerardo Villavicencio Valdés y Fernando Ruiz Castañeda, coordinador “B” de Homicidios y agente del Ministerio Público, respectivamente, informaron que la PGR hizo el uso de su derecho de atracción para hacerse cargo de la investigación del comandante del grupo antisecuestros. Lo raro de esta situación es que la dependencia federal nunca ha aceptado que solicitará el expediente, con lo que se deja entrever que fue la PGJE la que se “lavó las manos”.
En los corrillos de la Delegación Laguna I de esta última Procuraduría, se comenta que se deshicieron del caso por considerarlo muy peligroso para quienes hacían las averiguaciones, pues en las mismas salieron a relucir grandes capos del “narco”, así como funcionarios públicos involucrados en esa ilícita actividad.
De momento, ninguna de las autoridades en mención ha querido hacer declaraciones sobre el avance de las investigaciones realizadas, unas con el pretexto de que ya no estaba en sus manos y las otras porque cualquier información afectaría el curso de las indagatorias.
La historia
La mañana del nueve de octubre de 2002, al filo de las 10:00 horas, el comandante del grupo antisecuestros, Cipriano Floriano Navarrete, mejor conocido como “El Pescado”, se disponía a trasladarse a las instalaciones de la corporación a la que pertenecía cuando las balas asesinas lo interceptaron en las afueras de su casa.
Aunque fueron más de 50 los disparos realizados, sólo dos hicieron blanco en la humanidad del jefe policíaco que se distinguiera por su enconada lucha contra el “narcomenudeo” que estaba causando estragos entre quienes se dedican a esta ilícita actividad.
De 36 años de edad, con una larga y brillante trayectoria dentro de diferentes cuerpos policíacos a los que había pertenecido, “El Pescado” fue sorprendido por la muerte que se materializó en gatilleros armados con rifles de asalto AK-47, mejor conocidos como “cuernos de chivo”.
La tranquila mañana del miércoles nueve de octubre del año pasado, se vio sobresaltada cuando las ráfagas de armas de grueso calibre ensordecieron la calle Piscis del fraccionamiento Satélite, frente al kinder “Adela Ayala Vaquera” en esos momentos repleto de infantes. Una menor resultó lesionada con una de las esquirlas.
Varios minutos que parecieron interminables, sobre todo para quienes presenciaron el artero crimen, duró la masacre que terminó con la muerte de Cipriano. Algunos testigos mencionaron cuatro gatilleros, otros sólo dos.
La camioneta del comandante terminó como coladera al igual que el parabrisas delantero del lado del conductor. El cuerpo del policía quedó recostado sobre su costado derecho, donde llevaba su metralleta de la que no alcanzó a hacer uso de ella para defenderse.
Cipriano Floriano Navarrete recibió dos heridas mortales. Una en el costado derecho y la otra en la cabeza. El vehículo presentó más de 50 perforaciones de balas calibre 7.62X 39 milímetros de las que usan los “cuernos de chivo”.