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Sobre advertencia...

ALFONSO LUUÍN CALVO

A mediados de la pasada semana nos visitaron dos personalidades del mundo financiero realmente importantes. Se trata del mismísimo Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, el señor John Show, y del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Horst Köhler.

Sus declaraciones, no del todo concordantes entre sí, nos han parecido importantes porque constituyen una referencia externa de cuál es el rumbo que debe tomar la política económica del gobierno. En el primero de los casos, el secretario del tesoro norteamericano ha hecho énfasis en el sacrificio que ha representado para nuestro país la disciplina fiscal y monetaria que nos han impuesto las sucesivas crisis, en especial la de la deuda externa, con la pesada carga que significó para el erario público y, por ende, para la totalidad de los mexicanos. No queremos discutir aquí si el costo ha sido repartido por igual entre todos los habitantes de este país, a ese respecto baste considerar que poca carga resulta excesiva en los bolsillos del pobre, y una carga mayor, en cantidad, resulta ligera en el bolsillo del rico. Suponiendo claro está, que se hubiese dado mayor peso en el costo a estos últimos, cosa de la cual, por lo demás, no estamos completamente convencidos.

Es evidente que el comentario venía a resultas de la cancelación del último lote de los famosos Bonos Brady con los que el ex presidente Salinas renegoció en su momento la deuda externa, y que por su onerosidad resultaron un saqueo enorme de riqueza del país por parte de los acreedores y la ya mencionada carga para los mexicanos. Dicho en lenguaje común, nos renegociaron la deuda pero garantizándose pagos excesivos de intereses. Considérese para ilustrar esto, la enrome diferencia que existía entre el interés pagado a dichos bonos, que era del 6.5% contra el 1.25% que pagan actualmente los bonos del propio tesoro americano. Es decir, pagábamos casi seis veces más a quienes poseían esos papelitos, de lo que éstos pudiesen obtener de los instrumentos libres de riesgo en la Unión Americana. El por qué nos hemos tardado tanto en cancelarlos es algo que debería explicar el gobierno, pero todo se va en festejos y alegría por haber terminado, en propios términos del secretario de Hacienda, ?el capítulo gris de la historia de los Bonos Brady?.

Pero sigamos. El señor Show vino a traernos, según él, ?buenas noticias? y a avisarnos que las medidas tomadas por el gobierno de su país para reducir el pago de impuestos empiezan a dar resultados y que la economía de aquél crecerá casi al 4% a fines de este año con lo cual, debemos estar de plácemes, podremos recuperar nosotros también el crecimiento sostenido. Casi todos los analistas que han comentado al respecto están de acuerdo en una sola cosa. En que estas declaraciones confirman nuestra excesiva dependencia hacia la economía norteamericana. Con sudor en la frente el señor Gil, secretario de hacienda, y por temor a que la lógica de la ?convergencia? por él proclamada acuse al gobierno mexicano en su pretendida reforma para elevar los impuestos aquí, se apresuró a declarar que allá puede hacerse eso para reactivar la economía porque disponen de un sector financiero muy grande y les resulta fácil financiar un déficit mayor. Nosotros, con nuestro sector financiero escuálido y débil, no podemos, según él, hacer lo mismo.

Sin embargo, ha sido el segundo de los personajes mencionados al principio quien ha venido a poner los puntos sobre las íes y a medio aguar, si así podría decirse, la fiesta al gobierno mexicano. Si el señor Show había insinuado que el sacrificio hecho no tendría significado alguno si no se avanza en la atrasada agenda social ?sin duda no ve los spots de campaña foxista- , el señor Köhler fue categórico al señalar que el crecimiento en México es insuficiente, que éste es altamente dependiente del de EU y que el problema de la pobreza no ha sido resuelto; que en el país sigue campeando, como la mayor lacra que disponemos, la corrupción; resaltó nuestro atraso en educación y desarrollo de capital humano; la falta de flexibilidad del mercado laboral; la evasión fiscal y el magro entorno existente para el entorno de los negocios. Sin ello, la sentencia resultó clara, el crecimiento del país resultará deficiente y este es el mayor riesgo que enfrenta el país.

Se acercan las elecciones del seis de julio y la pretensión del gobierno de hacernos creer que las cosas van viento en popa, nos pone n en riesgo de asemejarnos a la epidemia de ceguera de la afamada novela de Saramago. La realidad del país es que, para los hombres del dinero, para las élites, las cosas empiezan a mejorar aunque los riesgos y las sombras de amenazas aún no hechas realidad, asoman por doquier, provocando la ansiedad y el reniego de muchos altos empresarios, que se resisten a aceptar que la ?tarea?, como la señaló Fox, ha sido ya hecha. Por otro lado, la clase media lucha día a día por sostener su precaria situación, las jornadas de trabajo se vuelven más prolongadas si no que más intensivas también. México será, a partir de ahí, quieran o no las ilusas, enriquecidas y a salvo autoridades gubernamentales, un país de pobres.

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