TORREÓN, COAH.- Nada más regresó a morir. Es el comentario generalizado de los familiares y amigos de Juan Carlos Monreal Aguirre, cuyo cuerpo quedó destrozado en la carretera al ejido Santa Fe, luego que veloz vehículo no identificado pasara sobre su humanidad.
Empleado de una maquiladora en la fronteriza Ciudad Juárez, Chih., Juan Carlos, de 37 años de edad, originario y vecino del poblado en mención, vino a su terruño a disfrutar de unas merecidas vacaciones sin saber que serían las últimas de su vida.
Como no tenía una responsabilidad moral con alguna mujer e incluso no se sabía que tuviera hijos, el infortunado se pasaba sus días de asueto visitando distintos antros donde ya salía hasta tarde, tranquilo por que no hubiera nadie que le recriminara su actitud.
La noche del domingo, luego de haber estado libando durante toda la tarde, Juan Carlos se dispuso a trasladarse a su domicilio, sin pensar que la muerte lo acechaba.
Poco antes de llegar al cruce con el Libramiento Periférico, por la carretera a Santa Fe, a la altura de la colonia Fidel Velázquez de esta ciudad, el empleado de la maquiladora, perdió el equilibrio a causa del estado de embriaguez en que andaba y cayó a la carpeta asfáltica.
La mala fortuna quiso que en esos precisos momentos pasara un veloz vehículo del cual se ignoran sus características y lo arrolló.
No hubo impacto ni dolor. La unidad automotriz lo alcanzó por la entrepierna y le pasó las llantas por encima, provocándole que le estallara la caja torácica y esto repercutiera en la expulsión de vísceras.
Su muerte fue inmediata. Los restos Juan Carlos Monreal Aguirre, quedaron esparcidos en un diámetro de diez metros, mientras que a un costado de su inerme cuerpo quedó su bicicleta.
Efraín García Galván, agente en turno del Ministerio Público de Delitos Contra la Vida y la salud personal, acudió hasta el sitio del accidente a dar fe del cadáver y ordenar sus traslado al anfiteatro. La necropsia salía sobrando aunque tuvo que realizarse por cuestiones legales, además, no estaba identificado.
Por la mañana del lunes, al ver que no lleg{o su familiar en toda la noche y enterarse del percance en las proximidades de Santa Fe, Horacio Aguirre y Margarita Treviño López, hermano y cuñada del infortunado occiso, arribaron a la representación social.
Efectivamente, el cadáver del desconocido era Juan Carlos, ya nada se podía hacer, sólo reclamar sus restos para darles sepultura en donde quedó como epitafio: ?Sólo regresó para morir?.