GÓMEZ PALACIO, DGO.- El riesgo está a la orden del día. Cada mañana, la bendición y el deseo de buena suerte, acompañan a los empleados que salen del hogar. La atención a las medidas de seguridad y la concentración en el trabajo son claves, nadie está exento de sufrir un accidente.
Los oficios son muchos, la naturaleza de cada uno marca sus propios peligros, algunos implican menor probabilidad que otros. Las estadísticas son claras, el número de accidentes laborales y las incapacidades permanentes indican el trabajo más arriesgado.
El proceso de aprendizaje o capacitación en el campo laboral orienta al futuro trabajador seguro. Los novatos en ocasiones pagan sus lecciones en carne propia, los años de experiencia también disminuyen los riesgos de accidentes.
A nivel nacional, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lleva el control de los accidentes y enfermedades de trabajo; la mejor lectura se encuentra en la división de actividades económicas, donde se enlistan los oficios con mayor incidencia.
Alta tensión
Luis Humberto Gutiérrez tiene 27 años, trabaja para la Comisión Federal de Electricidad en el departamento de líneas de trasmisión. Con dos años de experiencia laboral, Luis Humberto desconoce que su trabajo es una de las actividades que ocupan los primeros lugares de accidentes en el país.
El joven jefe de familia dice que la mayor parte del tiempo se encuentra en tierra, pero la adrenalina en su cuerpo se dispara cuando tiene que maniobrar a casi 40 metros de altura, sujetado a la estructura de una torre.
La construcción de obras de infraestructura y edificaciones de obra pública, es la actividad económica que registra el primer lugar en accidentes de trabajo e incapacidades permanentes.
Luis está consciente de los riesgos, toma sus precauciones y comenta: “La empresa primero te capacita, a las torres te debes subir con casco, guantes y tu cinturón, debes estar siempre sujetado a la estructura, por si se zafa un pie. Allá arriba el aire se siente feo, te mueve y a la estructura también”.
El trabajo por sí sólo causa temor, un compañero de Luis se encuentra a más de 35 metros de altura anclado a una torre de alto voltaje mientras vigila el desplazamiento de un cable de fibra óptica para línea de telefonía sobre el hilo de guarda de las estructuras.
La cuadrilla de trabajo está formada por 15 personas, a la mayoría les toca subir a las torres, algunos van a auxiliar, ahora tocó trabajar en el camellón central del bulevar Rebollo Acosta.
A pesar del riesgo que implica su trabajo, Luis dice que gracias a Dios nunca ha visto un accidente. “Hay que saber las distancias del cable conductor, porque si no, te parte a la mitad, son cables de alta tensión, llevan 230 kilovoltios y otros 400 kilovoltios, no hay que acercarse a menos de 1.50 metros”.
Con instrucción preparatoria, Luis Humberto dice que le gusta su trabajo, “cuando entré a la CFE, me dieron cursos de capacitación y para conocer todo el equipo, los cambios de puesto son según la aptitud y conocimiento”.
En su casa viven su esposa sus hijos de ocho años y de un año y medio. “En la mañana, siempre me voy con un beso de mi mujer y mis hijos, ella me echa la bendición, uno nunca sabe si va a regresar”.
Lucha contra el fuego
Rubén Muñoz tiene 43 años. Desde hace 20 años su madre lo inició en el gusto por la gastronomía y ahora es un chef. Los riesgos de su trabajo ocupan el segundo lugar en accidentes laborales.
“Ahora con los nuevos equipos, es muy difícil que te ocurran (los accidentes), cuando empecé si se presentaban”.
Las quemaduras, caídas y cortaduras, son las lesiones más frecuentes en una cocina, el IMSS califica esta actividad como preparación y servicio de alimentos.
“La cocina no se desocupa, se cambia de turno y hacer la limpieza es un constante movimiento de personal, no se puede cerrar y limpiar, sólo en la noche”, comenta Rubén.
El experimentado cocinero dice que nunca ha sufrido un accidente grave, pero recuerda que a un compañero de trabajo lo alcanzó una fuga de gas. “La instalación falló y se produjo un flamazo, gracias a Dios no le pasó nada”.
Todos sus ayudantes reciben la misma instrucción, cuidado en la cocina, verificar el combustible, ya sea gas o parrilla eléctrica, revisar que las llaves de paso no estén abiertas, que no esté resbaloso el piso y el equipo en buenas condiciones.
Cuestionado sobre el manejo del cuchillo, Rubén Muñoz dice: “Se domina después de tres dedos cortados o mes y medio, los novatos le tienen miedo y trabajan con precaución, nos cortamos más los que pensamos que tenemos más práctica”.
La mayor parte del día Rubén está en la cocina. “Nuestro fuerte son los eventos, más los fines de semana; cuando la gente descansa, nosotros trabajamos, descanso entre semana lunes o martes”.
Graduado de Administración de Empresas, Rubén vive con su esposa y tiene tres hijos de 28, 22 y 17 años, dice que sus aficiones son pocas, sus momentos de recreación son en el cine y de vez en cuando va a comer o cenar en otros restaurantes.
Las satisfacciones del Chef se presentan al platicar con el comensal o el encargado del evento, saber que están satisfechos, además de crear nuevas recetas o platillos. “Es un premio el buen comentario, más cuando dicen que no lo habían comido, o te pidan la receta aunque no la digas o la digas mal”.
Rubén siempre se actualiza con cursos, el último lo tomó en le Secretaría de Turismo y acude a diferentes partes de la República Mexicana. Por último sobre los accidentes laborales dice: “Creo que hay pocos que son graves, en la cocina sí los hay, pero leves”.
Caída libre
Gregorio Caldera de 49 años, es un contratista en el ramo de la construcción, empezó como albañil a los 22 años y dice que nunca se ha accidentado. Don Goyo desconoce que la construcción de edificaciones privadas, es la tercera actividad económica con mayor riesgo de accidentes.
Las caídas que provocan fracturas entre los albañiles son las lesiones más frecuentes en los trabajos de “obras”. Don Goyo dice que lo más que ha sufrido es un martillazo bien dado.
La jornada laboral con Gregorio Caldera es de las 8:00 a 17:00 horas, de lunes a sábado. Actualmente está por terminar una obra que le llevó cinco meses en la avenida Hidalgo, entre las calles Santiago Lavín y Constitución de la zona centro.
Don Goyo dice que en sus 27 años de trabajo, los riesgos más comunes son lastimarse con un clavo que provoque una herida, “conmigo no hay caídas”, dice y agrega que nunca ha sido testigo de un fatal accidente.
En la obra se aplica estrictamente la regla de sobriedad. “Si la gente no anda en sus cinco sentidos va pa´atrás, así tienen más riesgo de un martillazo, caerse o tropezarse entre las tablas”, dice don Goyo.
La familia del contratista está formada por su esposa y seis hijos, uno lo acompaña en la construcción, otros están en la maquila y los más pequeños en primaria.
El “maistro” no cuenta con seguro de vida, cuando labora es afiliado al Seguro Social. Dice que los momentos de recreación los pasa en su casa con la familia, viendo películas, cuando era joven gustaba de practicar el beisbol.
Aún sin terminar la primaria, don Goyo sabe que las medidas de seguridad evitan accidentes de trabajo, “eso depende del encargado que dirige a los trabajadores en la obra”.
Lluvia de plomo
El primero de marzo de 1995 se frustró un doble asalto bancario en la zona industrial, en el lugar murieron dos ladrones y también cayeron dos policías y un agente de tránsito. Roberto Moreno (nombre ficticio) sobrevivió al altercado y desde día conoció el riesgo en su trabajo.
Las actividades económicas englobadas como Seguridad Social, donde se incluyen los servidores encargados de la Seguridad Pública ocupan el cuarto lugar en el número de accidentes laborales.
Roberto Moreno también es conocido con la clave de “Coca Romero”, ahora tiene 27 años y casi una década como Policía Preventivo. “Soy un policía de corazón”, dice.
El jefe policiaco conoce todos sus riesgos de trabajo. “El uniforme alerta a los viciosos y delincuentes, ellos tienen la ventaja de la sorpresa”, dice que también se ha enfrentado a personas armadas que realizaron disparos a quemarropa.
“Coca Romero” inició en 1994, cursó siete meses en la Academia de Policía, al graduarse ingresó al grupo especial de choque “Panteras”, después fue elemento pedestre y luego lo mandaron a cuidar los bancos.
Sobre el acontecimiento más peligroso en su carrera, “Coca Romero detalla”: “El miércoles primero de marzo de 1995 se frustró un asalto, fue emocionante, estaba con dos compañeros, en una glorieta frente a los dos bancos, teníamos la advertencia de un posible asalto”.
La narración sigue. “A las 11 de la mañana, se acercaron unos sujetos que parecían jardineros y preguntaron dónde podían cambiar un cheque, en ese momento sacaron las armas largas y dijeron que era un asalto, hubo disparos cruzados a dos o tres metros, en menos de un segundo todo acabó, hubo asaltantes caídos, dos compañeros y un tránsito”.
Las satisfacciones de “Coca Romero ocurren cuando la gente agradece por su trabajo. “Es bueno que te feliciten por hacer las cosas bien, la gente en la calle y últimamente mi superior”.
Ahora el jefe policiaco se dedica a supervisar las cinco regiones del área urbana, desde las 5:30 horas se levanta para trasladarse a su trabajo, en su casa se quedan su esposa, su niña y su hijo de ocho y siete años respectivamente.
El trabajo es mucho y el descanso ocasional. “Los días de descanso o permiso de retirarme temprano los invierto con mis hijos, un ratito nada más, porque los veo cada 15 días. Cuando llego están dormidos y cuando salgo también”.
Entre sus medidas de seguridad, la principal regla es andar siempre a la defensiva y pensar antes de actuar. “Coca Romero” dice que cuenta con un seguro de vida pero no conoce la cobertura.
Al salir de casa prefiere no pensar en los riesgos. “Mi mujer me echa la bendición y ahí nos vemos. La mayoría de las veces cuando pienso, vengo asustado, inquieto y temeroso, por eso me pongo mi chaleco antibalas y no me lo quito en todo el día, el chaleco pesa 25 kilos pero lo aguanto”.
La mano que mece la aguja
Rosa María Alarcón tiene 46 años, desde hace 27 años trabaja en la industria del vestido. La confección de prendas de vestir es la quinta causa de accidentes laborales a nivel nacional y la tercera en el Estado de Durango.
Los riesgos en la costura industrial son muchos. “Tengo mucho tiempo trabajando en las maquilado-ras, pienso que todas las máquinas son peligrosas, pero sabiéndolas manejar es menos”.
Rosa María se encuentra en su media hora de comida, ahora le tocó disfrutar de tamales rojos y un refresco de dieta, está sentada en la banqueta, sobre la tapa de un registro que despide olores desagradables a los que ya se acostumbró.
La rutina de trabajo es desgastante. La entrada es antes de las 8:00 horas. “Luego luego me voy a coser en mi máquina hasta la una, como en media hora y salgo hasta las seis”, comenta Rosa María.
Según el reporte del Seguro Social, el sector maquilador presenta mayor incidencia en el número de accidentes pero son de menor gravedad, generalmente se trata de pinchazos o heridas leves que requieren pocos días de incapacidad.
Al respecto, Rosa María dice: “Sí he visto como algunas compañeras o compañeros se pican los dedos, en la máquina de una aguja o de dos, otros a veces se ponen remaches en el dedo al utilizar la máquina de botón”.
En la casa de la mujer trabajadora viven su hija de 19 años y sus tres nietos de dos meses, dos años y cinco años respectivamente además de su último hijo, un bebé de dos años.
Rosa María ya terminó de comer y enciende un cigarro, después cuenta su único accidente. “Una vez en Guadiana me tumbé las uñas con la máquina de resorte, tenía apenas cinco años trabajando y me incapacitaron”.
Su satisfacción es el mismo trabajo, desde soletera, su ingreso sostiene a su familia, el salario varía dependiendo del cambio de operación; Rosa María dice que el trabajo no es muy peligroso, porque sabe manejar las máquinas, “debe uno tener más cuidado, fijarse y concentrarse en el trabajo para evitar accidentes”.
DISMINUYEN ACCIDENTES
En un 13 por ciento disminuyeron los riesgos de trabajo registrados en las empresas de Durango durante el primer bimestre del año, comparativamente con el mismo período de 2002, registrándose 56 siniestros menos.
Francisco Peinado Cabrera, coordinador de Seguridad en el Trabajo del Instituto Mexicano del Seguro Social en la delegación Durango, informó que en enero y febrero de 2002 se registraron 442 accidentes de trabajo, mientras que en el mismo período de este año fueron 386 los incidentes.
El funcionario detalló que de las cifras del primer bimestre del año pasado, 397 casos fueron clasificados como accidentes de trabajo y en este año se logró disminuir a 338. Los accidentes en trayecto bajaron de 47 a 45 y las defunciones de tres a sólo una.
Al referirse a las incapacidades parciales permanentes (accidentes en los que el trabajador registra una secuela) se dio a conocer que disminuyeron de manera significativa, ya que durante enero y febrero del 2002 sumaron 40 y el bimestre del 2003 fueron nueve casos.
El contacto permanente con las empresas, la elaboración de diagnósticos sobre posibles condiciones inseguras de trabajo y el apoyo decidido de patrones y de los propios sindicatos para emprender medidas correctivas, son reflejo de los actuales resultados, según comentó Peinado Cabrera.
La apertura que se le ha dado a los equipos multidisciplinarios dentro de las plantas laborales permite identificar oportunamente condiciones inseguras de trabajo y dar respuesta al emprender medidas correctivas, mismas que benefician al patrón por mantener la fuerza productiva completa y al empleado por conservar su integridad física en beneficio de su propia familia.
La industria de la construcción y el ramo forestal son las actividades que mayor secuelas registran, aunque la mayor incidencia ocurre en el sector maquilador, pero de menor gravedad, ya que generalmente se trata de pinchazos o de accidentes leves que no requieren o son pocos los días de incapacidad que necesita el empleado.
Los accidentes más comunes en la industria de la construcción son las caídas que a su vez generan fracturas tanto en extremidades superiores como inferiores, en el sector maderero son las lumbalgias y afectaciones de columna ocasionadas por levantar objetos pesados y muchas de las veces por no llevar el equipo adecuado.
El coordinador de Seguridad en el Trabajo remarcó que la cultura de prevención de accidentes debe iniciar desde temprana edad, por ello los equipos multidisciplinarios del IMSS trabajan con las empresas y simultáneamente recorren las escuelas primarias y secundarias para promover medidas preventivas fomentando el autocuidado de la salud.