(2ª. Parte)
Hay en cambio algunos otros aspectos que hasta la persona más lega puede evaluar. A continuación diremos algunos de los más importantes:
Siempre el paciente deberá ser lo más importante
La atención debe centrarse en el paciente, sus molestias y sus temores, es importante que él se sienta bien recibido y que de ninguna manera sentir que su presencia es una molestia, la actitud del personal auxiliar a menudo refleja la actitud del médico hacia los pacientes. Si la recepcionista no lo atiende con amabilidad y respeto, puede estar seguro que al dentista no le gusta trabajar con personas enfermas. En un consultorio donde el teléfono y los sistemas exploratorios son más importantes que los temores del paciente, ahí se ha perdido de vista el humanismo.
Dar el tiempo suficiente
Destinar un lapso razonable de tiempo al reconocimiento y la planeación de los tratamientos es uno de los requisitos elementales al arte de la atención odontológica, porque esto dará bases firmes al diagnóstico, pronóstico y plan de tratamiento y ayuda a evitar las equivocaciones por descuido. Cuando existe premura, se deja a un lado la minuciosidad y esto va siempre en demérito de la calidad final del tratamiento.
Insistir en la prevención
Un dentista que no trate de convencer a sus pacientes de la importancia de la prevención (incluyendo los sistemas de higiene oral y la visita periódica al odontólogo), es un profesional preocupado solamente por tratamientos de tercer y cuarto nivel, pero realmente no le interesa la salud a largo plazo de su paciente. Sostener que solamente el dentista puede evitar las enfermedades de la boca es una mentira, y está plenamente comprobado que el paciente mismo puede ser el mejor guardián de la salud de su boca.
Referir pacientes
Sostener que cualquier dentista es experto en todo lo relacionado con la boca es falso. Es importante que el profesional reconozca sus límites y en su caso enviar al paciente a consultar otros dentistas y cooperar con éstos.
Actualmente el dentista que se crea capaz de resolver cualquier situación por sí solo hay que considerarlo un charlatán. A menudo es bueno que el paciente pida una segunda opinión ya que de esto dependerá su bienestar y su salud oral, y en este caso el dentista no debe interpretar esto como una señal de falta de confianza.
Que el paciente participe en su tratamiento
Es importante que el dentista vea sus tratamientos con ojos críticos, que hable francamente de sus ventajas y sus desventajas con el paciente, y que le haga ver la posibilidad de que no se obtengan los resultados esperados al primer intento.
Un buen odontólogo no se siente ofendido por las dudas del paciente, las preguntas aún las que conllevan intención crítica no lo desconciertan, habrá que tener en cuenta siempre que el paciente no es sólo sujeto de tratamiento, sino el colaborador más importante.
Información sobre los tratamientos
Cualquier tipo de tratamiento dental se puede explicar con lujo de detalles ya sea por el dentista o por medio de folletos ubicados en lugares accesibles para el paciente, de esta manera se pueden disipar las dudas y los temores de los pacientes y convertirlos en colaboradores.
Desconfíe del dentista que ofrece tratamientos más rápidos o menos costosos o incluso hechos con procedimientos diferentes a los que ofrecen los demás, generalmente son profesionales poco éticos y de bajo nivel de calidad.
Preparación y entrenamiento
Generalmente el dentista que se preocupa por conocer los últimos avances de su especialidad, es aquél que tiene los medios a su alcance para hacerlo. Un odontólogo que pertenece a los colegios y asociaciones ya sea locales, nacionales o internacionales, generalmente es un profesional que toma en serio su carrera y que le interesa estar al día. En México la Asociación Dental Mexicana agrupa una federación de colegios (en Torreón El Colegio de Cirujanos Dentistas de La Laguna y el Grupo de Estudios Odontológicos de La Laguna) los cuales están constantemente trabajando en mejorar el nivel ético y profesional de sus agremiados.