No sufra, es la mar de sencillo en materia de negocios, nos podemos morir a nivel de un simple ciudadano común tipo Juan Cuerdas sin testamento de por medio público o privado, al ahí se va y topen chivas, porque poco tenemos que heredar salvo nuestra humanidad y de ella alguien de seguro se encargará nuestros más allegados y punto, que se hagan bolas y garras en un escenario de todos contra todos.
Otra forma de morir sería previo testamento en su posible doble modalidad, público o privado en donde podemos dejar debidamente estipulado nuestra voluntad para el ejercicio de nuestro negocio o empresa como sumatoria de bienes, derechos y obligaciones a definirse el día de nuestro deceso. En éste último escenario es donde se han manejado un sinnúmero de teorías relacionadas con los ámbitos patrimoniales tales como el enteramente personal versus el ámbito patrimonial de mí o mis negocios como patrimonio o patrimonios de afectación, pero sea lo que sea y como sea, mi voluntad ya quedó expresada bien o mal, dependiendo de la asesoría del fedatario ante quien se formuló o se haya formalizado mi voluntad testamentaría ahora sí muerto el testador actúese conforme a su voluntad. La tercer fórmula se da conforme a toda una metodología que da como resultante una sucesión testamentaria estratégica.
Se dice fácil, no lo es, pensar y poner en práctica la forma y manera más asertiva para la transmisión pacífica de nuestros negocios a título universal o a título particular como son los llamados legados.
La sucesión patrimonial llamada estratégica, se compone según las ideas de Don Mauricio Saldaña Rodríguez, plasmada en su obra denominada ?La sucesión de una empresa familiar? de cinco facetas a saber:
-La decisión de que ya es hora de retirarse; La búsqueda del candidato o candidatos para dejar las riendas del negocio; El aterrizaje de la sucesión; La operación de la sucesión y; El retiro.
Este flujo indica toda una planeación, pieza angular de una estrategia de transmisión de bienes si es que no queremos dejar un caos, todo por no ser lo suficientemente profesional para planear el quién, el cómo y el con qué de la transmisión de nuestros negocios.
De primera intención nos nace el dejarle todo a la familia, a la esposa o esposo y/o a la descendencia, sin embargo esta no es necesariamente la repuesta profesional.
No es que sea la mar de complicado pero si se requiere de asesoría profesional y de paso no le extrañe el que una solución pueda ser el contar con un director en su empresa que ni siquiera fuera un familiar suyo con madurez emocional.
Haga caso y no sea obstinado, los tiempos se imponen, su negocio se lo merece, busque la trascendencia, sea asertivo y acertará y no digo más.