ZAMORANO: EL RETIRO DE UN TALENTOSO FUTBOLISTA
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SANTIAGO, CHILE.- Iván "Bam Bam" Zamorano, una de las mayores glorias en la historia del futbol de Chile, puso fin ayer a su carrera profesional con la satisfacción de haber conquistado el cariño del pueblo chileno con entrega, sencillez y gran corazón.
Luego de 17 años de triunfos en los mejores equipos de Chile, Suiza, España, Italia y México, el goleador decidió colgar los botines para dedicarse a trabajar con cientos de menores de escasos recursos, en quienes ve reflejada su modesta infancia.
Zamorano es considerado por la mayoría de los chilenos como un hombre sencillo y siempre dispuesto a ayudar a los necesitados, pese a la fortuna de varios millones de dólares que logró reunir en sus mejores años como goleador en el futbol europeo.
El popular "Bam Bam" siempre soñó con "agradecerle a la vida" sus triunfos profesionales y personales mediante una obra social, razón por la cual creó una fundación que lleva su nombre y levantó una ciudad deportiva que atiende a menores de escasos recursos.
El habilidoso futbolista fue, además, líder del proceso que vivió la selección chilena para llegar al Mundial de Francia en 1998, cuando condujo al equipo hasta los octavos de final tras 16 años de ausencias de Chile de esa competencia deportiva.
El ex jugador, de 36 años, se reunió ayer con el presidente Ricardo Lagos en el Palacio de La Moneda para informarle de su decisión antes de anunciarla al país.
"Bam Bam" comentó que su retiro fue meditado con su familia, en particular con su madre y hermana, además de su novia y futura esposa, la modelo María Eugenia Larraín.
La familia de Zamorano, de origen humilde y residente en un sector popular de la capital chilena, siempre le inculcó que el éxito dependía sólo de él y que debía sacrificarse para obtener triunfos y crecer en la vida.
El niño que comenzó jugando en canchas de tierra del sector surponiente de Santiago en la década de los años 70s luego entendería que su futuro era el deporte y que debía postergar incluso aspectos de su vida personal para lograr ser un ídolo del futbol.
"Vi que me podía dedicar profesionalmente al futbol cuando descubrí que tenía condiciones, cuando vi que tenía espíritu de sacrificio y también de lucha para conseguir algo. Ahí me di cuenta que el futbol era lo mío", recordó hace unos días en una entrevista.
En más de una oportunidad, Zamorano también confesó que "mi padre me enseñó todo lo que sé de futbol. El no llegó nunca a profesional, pero jugaba cada domingo en un equipo de barrio. Era un gran goleador y siempre llevaba el número nueve en la espalda".
Su niñez fue como la de cualquier menor chileno de extracción popular, pero quedó marcada para siempre a los 13 años, cuando murió en forma repentina su padre y debió asumir el rol de "hombre de la casa".
Fanático del club chileno Colo Colo, le prometió a su padre que algún día vestiría la camiseta alba como homenaje y agradecimiento, compromiso que cumplió este año al jugar el Torneo de Apertura chileno por el cuadro de sus amores.
Con el futbol en la sangre desde pequeño y con una familia que siempre lo apoyó en sus proyectos, Zamorano debutó a los 17 años, el 22 de diciembre de 1984, en el club chileno Cobresal, de la Primera División.
Debido a su juventud, el técnico Manuel Rodríguez lo facilitó a préstamo a Cobreandino, cuadro de la Segunda División chilena, en el que demostró su talento goleador y se mostró como un delantero de insospechadas proyecciones.
En 1987 retornó a Cobresal para convertirse en goleador del Torneo de Apertura chileno con 13 tantos, talento que lo llevó a debutar el seis de junio de ese año en la selección chilena en un amistoso contra Perú, en el que, además, anotó un gol.
El empresario Vinicio Fioranelli llegó a Chile en 1988 a observar al delantero chileno Hugo Rubio, pero quedó maravillado con el talento de Zamorano, razón por la cual pagó 350 mil dólares por su pase, para llevarlo a un club europeo.
Fioranelli presentó a Zamorano en el Bolonia, de Italia, pero los dirigentes de ese club prefirieron a Rubio, jugador que no alcanzó la fama ni trayectoria de "Bam Bam" y que luego se convertiría en socio de éste en la empresa Passball, la cual negocia pases de jugadores.
Cerradas las puertas en Italia, el empresario lo llevó al Saint Gallen, de Suiza, club que en 1988 compró el pase en 400 mil dólares y en el cual estuvo por dos años, en los cuales se convirtió en el máximo goleador de ese país.
En 1990, fue vendido en dos millones 500 mil dólares al Sevilla, de España, país en el cual se consolidó como goleador debido, en parte, a que encontró una cultura similar a la chilena y exenta de problemas de idioma.
El talento de Zamorano trascendió en forma rápida en el medio español, por lo cual el Real Madrid decidió en 1992 ficharlo tras pagar cinco millones 600 mil dólares por el pase del goleador chileno.
Lo que debía ser un gran avance profesional para Zamorano fue en realidad un retroceso en los primeros meses en el Real Madrid, ya que el técnico argentino Jorge Valdano lo relegó a la banca como quinto delantero, un duro contraste desde la titularidad del Sevilla.
Las palabras de Valdano al propio jugador y a la prensa, confirmando que Zamorano estaría en la banca, fueron un duro golpe para el delantero, quien a partir de ese momento comenzó a entrenarse más que el resto del equipo para demostrar su voluntad y tesón.
El talento de Zamorano finalmente es considerado por el técnico argentino y le entrega la titularidad en la delantera del Real Madrid, confianza a la cual responde el jugador en la temporada 1994-1995 con el título de "pichichi", máximo goleador del torneo español.
Por esos años, el delantero ya era un ídolo en Chile, y su popularidad se elevó a niveles insospechados, lo cual se manifestó en la inédita venta de miles de camisetas del Real Madrid en este país y la transmisión por televisión de los encuentros de ese club.
Ya no sólo era un deportista de alto nivel, uno de los pocos chilenos que jugaba en el futbol europeo, sino que también era para los niños una figura digna de imitar. por el esfuerzo y el trabajo que realizó para llegar a ser exitoso a nivel internacional.
En 1996 abandonó al Real Madrid para jugar en el club italiano Inter de Milán, cuadro en el cual comenzó a resentirse físicamente con el paso de los años, lo que afectó su rendimiento y bonos a nivel internacional.
Entre 1990 y 1996, en su paso por el Sevilla y el Real Madrid, Zamorano anotó 98 goles, mientras que entre 1996 y 2001, con el Inter de Milán, sólo convirtió 26 tantos, por lesiones que perjudicaron su continuidad.
Motivado por un nuevo desafío, el goleador chileno fichó en 2001 por el club mexicano América, cuadro con el cual jugó tres torneos hasta 2002, período en el cual, además de anotar 27 goles, comenzó a pensar en su retiro de la actividad profesional.
Con la promesa a su padre de jugar por Colo Colo, Zamorano llegó a un acuerdo con ese club a comienzos de este año para ser parte del equipo con un sueldo simbólico, aunque pactó ganancias por auspiciadores y taquilla de los partidos.
"Bam Bam" jugó 14 partidos por Colo Colo y anotó ocho goles, tantos que seguramente quedarán presentes en un lugar privilegiado de su memoria, ya que constituyen parte del cumplimiento de la promesa que le realizó a su fallecido progenitor.
Zamorano jugó su último partido como profesional el pasado seis de julio, la final del Torneo Apertura entre Colo Colo y Cobreloa, duelo que ganó este último cuadro por 4-0 y en el que el delantero se ganó una suspensión por 11 fechas tras agredir al árbitro.
La drástica sanción fue atribuida por comentaristas deportivos a la animadversión que genera la figura de Zamorano entre algunos dirigentes del futbol nacional, quienes lo ven como un incómodo líder que en el pasado defendió los intereses de los jugadores.
De esta forma, uno de los futbolistas chilenos más reconocidos por la afición dejó atrás su carrera profesional con un balance de 462 partidos jugados en los ocho clubes en los que militó, los cuales se vieron favorecidos con sus 255 goles.