Los Ángeles, EU.- El cineasta Quentin Tarantino vuelve a la palestra con su nuevo estreno, Kill Bill, su primera película en seis años y tan sangrienta que la ha tenido que dividir en dos partes. ?Es la película de mis sueños de superaficionado al cine?, resumió Tarantino, que acaba de cumplir los 40 años y lo ha celebrado armando mucho ruido, a juzgar por lo que se dice de su cuarto largometraje.
Como afirma la revista The Hollywood Reporter, el filme protagonizado por Uma Thurman ?se tira a la yugular? del público, mientras el Village Voice lo define como ?probablemente el más violento? de Hollywood. En Ain?t It Cool News van más lejos y todavía se preguntan qué ?droga? dio Tarantino a la Asociación Americana de Cine para que la clasificación no pasara de ?mayores de 17 años?.
?Es una historia de venganza de lo más básica -se defiende Tarantino con esa verborrea que le caracteriza- en la que he mezclado todos esos géneros con los que me he criado?, en un género de acción que considera ?el más cinematográfico?.
Eso incluye las películas de ?kung-fu?, los ?spaghetti westerns?, la animación japonesa y los filmes de horror italianos al estilo de Mario Bava o Darío Argento.
Cuando Tarantino explica el porqué de esta larga ausencia de seis años de las pantallas suena como el personaje que interpretaba Jack Nicholson en El Resplandor, cuando dice aquello de ?el hecho de que no me escuches teclear no significa que no esté escribiendo?.
?Cuando la gente me pregunta que dónde estaba todos estos años sólo puedo decirles que estaba escribiendo y cuando uno escribe eso es lo que hace, desaparece y escribe?, afirma el ganador de un Oscar al mejor guión original por Pulp Fiction.
En ese tiempo escribió varios guiones, entre ellos la saga bélica sobre la Segunda Guerra Mundial titulada Inglorious Bastards.
A falta de un final, su mente se fue por otros derroteros cuando Thurman le recordó en la ceremonia de los Oscar del 2000 aquella historia que bosquejaron juntos sobre una asesina a sueldo llamada ?la novia?, que sus compañeros dan por muerta el día de su boda.
Esa fue la semilla de Kill Bill que tuvo que esperar otros quince meses a que Tarantino concluyera el guión y otros nueve hasta que la musa que halló en Thurman diera a luz a su hijo, Roan. Luego vinieron tres meses de preparación física, ?cinco días a la semana, de 9 a 5 ni un minuto menos?, no sólo para Thurman sino para el resto de las ?asesinas? en esta cinta, Vivica A. Fox, Lucy Liu y Daryl Hannah.
Y una dieta continua de películas de artes marciales con las que Tarantino intentó imbuir a todos los implicados en este filme con las mismas obsesiones presentes en su cabeza.
El rodaje estaba previsto que durara 60 días, pero se prolongó ocho meses con el lógico efecto en su presupuesto, que pasó de 40 a 60 millones de dólares.
Un dispendio inusual para una productora como Miramax, encargada de Kill Bill, o para su presidente Harvey Weinstein, conocido como ?manos tijeras? por su obsesión en recortar los filmes y sus costos.
Pero como ha reconocido Weinstein, su compañía es ?la casa que Quentin construyó? gracias a los beneficios de Pulp Fiction, que con un presupuesto de ocho millones de dólares consiguió 107 millones de dólares en la taquilla, y al prestigio que le dio a Miramax con sus siete candidaturas al Oscar en 1995.
Tarantino recuerda que la idea de hacer dos películas comenzó como una broma entre el equipo de rodaje, ante la cantidad de material filmado, algo que Weinstein aceptó sin protestar. ?Lo cierto es que siempre había pensado que estaría bien hacer dos pero no creí acertado plantear esta idea desde el principio?, bromea el director que una vez más se ha salido con la suya.
De este modo el próximo febrero los espectadores podrán seguir la segunda parte de esta película aunque no tendrán que esperar tanto para saber el final que, como recuerda Tarantino, está claramente explicado en el título: Kill Bill o ?Mata a Bill?.