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Telenovelas invaden el mundo

Reuters

México, DF.- Entre sollozos, Lucía Méndez ruega por su hijo hablando en árabe, Lucelia Santos discute con su amante en armenio y Lupita Ferrer lanza gritos desgarradores en cantonés.

No es consecuencia del multilingüismo de las estrellas del melodrama latinoamericano, sino de un hecho que consignan día a día las pantallas de televisión en los sitios más recónditos del planeta.

Las telenovelas parecen ser, hoy por hoy, uno de los más fieles exponentes de la oferta exportadora latinoamericana y han conquistado mercados que hasta hace un tiempo, parecían inexpugnables debido a barreras idiomáticas y culturales.

“Vendemos decenas de telenovelas a más de 100 países, muchos de ellos en África o Asia”, coinciden las gigantes Televisa de México y O’Globo de Brasil.

Hasta hace unos años, los llamados “culebrones” circulaban en el cerrado entorno regional y, en oportunidades puntuales, traspasaban las complicadas aduanas de Estados Unidos o Europa.

Pero la popularidad de las obras rompió con las diferencias y hoy hasta China e India son ávidos compradores de este género.

“Uno de los mercados que más ha crecido en el último tiempo en la importación de telenovelas venezolanas es China”, comentó Beatriz Rangel, asesora de la presidencia de Venevisión.

La fórmula, replicada hasta en esos exóticos destinos, es simple: un triángulo amoroso como base, pizcas de comedia o de drama según el gusto del consumidor y un romántico final feliz.

“Son todas historias donde la gente termina contenta, el bien siempre triunfa y con algo de fantasía”, explicó Eugenio López, director de la mayor exportadora de telenovelas de Latinoamérica, el grupo mexicano Televisa Internacional.

Dicen que una vez Emilio Azcárraga, el célebre magnate de Televisa, comentó que de ningún modo había que cambiar la exitosa receta, porque en todo el mundo “la mujer quiere seguir llorando y los hombres, seguir sintiéndose muy machos”.

Ese justamente ha sido el principio rector que ha guiado a Televisa, Venevisión y O’Globo, por nombras algunas, a editar y exportar más de veinte novelas al año cada una.

Asonada romántica

Existen casos paradigmáticos en la historia de las telenovelas latinas que, con el mismo molde pero con distintos ingredientes, han pasado a pertenecer al imaginario colectivo mundial: la mexicana Los ricos También Lloran, la colombiana Betty, la Fea y la brasileña El Clon.

La producción azteca de 1979 con Verónica Castro a la cabeza, ícono de los melodramas sufridos y lacrimosos, dio la vuelta al mundo, fue traducida a una veintena de idiomas y el año pasado estaba viéndose en Rusia.

La atribulada Betty, en tanto, a cargo de la actriz Ana María Orozco, fue creada por la cadena colombiana RCN en 1999 y en sólo cuatro años traspasó incluso la cortina idiomática de Europa del Este y del Medio Oriente.

“Las telenovelas deben hacer un buen recorrido por América para entrar en Europa, a través de España. Cuando las novelas tienen ese vuelo ya empieza a aparecer interés de otros países como los de la ex cortina de hierro, Asia y África”, cuenta el hombre detrás de Betty, el libretista Fernando Gaitán.

Colombia y Brasil han intentado doblar la mano de la estricta fórmula de lágrimas y final feliz impuesto por los precursores de la industria y exigido por los grandes comercializadores, aderezando con humor y costumbres locales sus producciones. Pero no han podido romper el esquema, sólo lo han modificado.

El caso de El Clon, la historia de un hombre replicado científicamente protagonizada por Murilo Benício y Giovanna Antonelli, responde a una mezcla que incluyó también la cultura árabe al usar locaciones tanto en Brasil como en Marruecos. E incluso aprovechó su impacto para incluir una campaña educativa.

“Buscamos invertir en producciones de calidad, con temas universales y que cumplan, también, un rol social, como ocurrió con El Clon y su campaña contra las drogas”, dijo Alessandra Andrada, portavoz de O’Globo.

Pese a la infinitud de historias, condimentadas con más azúcar o más cebolla, los creativos asumen que existe un molde del que es difícil salirse pues el negocio es el mismo.

“El público de telenovela es muy conservador y siempre le gusta que le cuenten la misma historia. Por eso, las telenovelas mexicanas siguen reinando, son muy populares”, dijo Gaitán.

El dinero no está tan lejos

La venta regional de telenovelas latinoamericanas es liderado por México, primer lugar indiscutido entre las de habla hispana, Brasil en portugués y luego se ubican Venezuela y Colombia. Paso a paso, se han metido Chile y Argentina.

En cuanto a los mercados exóticos como Medio Oriente, Europa del Este, Asia y África, la diferencia entre los gigantes y los novatos es aún mayor. Chile, por ejemplo, recién negocia una opción de entrar a Rumania y al Lejano Oriente.

“Después de varios años estáticos, estamos tratando de generar nuevos mercados con el pie en el acelerador, para no quedarnos abajo de este exitoso tren”, dijo Pablo Ávila, productor ejecutivo de la red estatal chilena TVN.

Pese a que los ojos de las grandes televisoras regionales están puestos más allá de los océanos que rodean a América, en TVN plantean que no es necesario ir tan lejos para obtener réditos de la creatividad melodramática.

Pues aunque los canales hispanos han dado lugar desde hace tiempo a las producciones regionales para emocionar a la comunidad latina, aún no convencen a los verdaderos millonarios de la televisión: las grandes cadenas de Estados Unidos.

“Ahí está la plata, es el país más rico del mundo y todavía no tienen cultura de telenovela como nosotros. Ellos están viendo ‘soap-operas’ que llevan 30 años”, dijo el gerente de la señal internacional de TVN, Ernesto Lombardi. “Si uno de nuestros países logra entrar ahí, no necesitará ir a China”, auguró.

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