¿Quién es usted?
Usted es una persona única, diferente de todas las demás que habitan y han habitado el orbe. Podrá compartir algunos rasgos con sus congéneres, pero la verdad es que es usted alguien singular. Del mismo modo que no existen huellas digitales iguales, no hay dos personas que sean idénticas en términos de gustos, conocimientos, actitudes y conceptos. Usted ocupa un lugar en el mundo, en el cual encara una situación demasiado particular. Ocupa usted un sitio muy especial en su familia y en su comunidad.
Usted es un pequeño eslabón en el desenvolvimiento humano, el cual no puede ser suplido en forma alguna por nadie. Sus creencias, aspiraciones, tabús, logros y prejuicios son tan suyos que, aunque semejen los de otros, nunca pueden ser igualados. Nadie ha vivido sus experiencias ni adquirido su caudal de conocimientos; ellos se derivan de lo que usted ha experimentado, visto y oído. De tal modo, es evidente que ha usted desarrollado sus interpretaciones del mundo, de usted mismo y de los demás en su más amplia connotación. En verdad, sus reacciones son si acaso semejantes a las de otros individuos. En fin, su identidad es suya completamente y puede usted concluir que del todo diferente de la de los demás miembros de la familia humana.
¿Qué más sabe de usted mismo? Usted vive en un cosmos que es tan sólo suyo, y el cual comparte con otros en el mejor de los casos, con gente importante que le permite añadir significado a su vida. No puede usted ser alguien más. Debe convencerse. El mundo actual nos incita a la competencia y la imitación. Es usted un todo único y singular. La manera en que usted piensa, y en consecuencia actúa, le provee de singularidad. Ello es inevitable; solamente usted puede alterar el curso de su vida.
Así, está usted consciente de que tiene la alta responsabilidad de dirigir su destino, en el cual puede influir notablemente. Es cierto: hay muchas circunstancias que simplemente no dependen de usted, que escapan a su control. Sin embargo, eso no implica que no sea usted responsable de ellas. Por razones todavía no muy comprensibles, en nuestra cultura se tienden a equiparar los términos de “culpabilidad” y “responsabilidad”. Es cierto que en ocasiones coinciden, pero no siempre. Ser responsable significa que sólo usted puede enfrentar el resultado de sus pensamientos y acciones. Ser responsable significa que debe usted maniobrar en la dirección que juzga correcta, cualesquiera que sean las circunstancias y adversas como puedan ser. Las implicaciones de la responsabilidad no siempre son negativas, como acontece con la culpa. Es muy diferente decir que es usted culpable de un determinado evento, a decir que es responsable. Las cosas ocurren y sólo usted puede dar cuenta de ellas.
Usted establece su identidad y la modela continuamente; es un proceso que no puede ser interrumpido. Al hacerlo, ha usted reconocido que es diferente de las demás personas y que tiene que manejar estas diferencias para conseguir las consecuencias que desea. Ha usted aprendido que nadie puede decirle lo que es bueno o malo. Usted lo decide partiendo de sus propias experiencias e interpretaciones. Debe usted, por ende, tratar de mantener el equilibrio psicológico suficiente que le permita funcionar de manera más o menos adecuada en el mundo.
Es obvio que usted no puede ser perfecto. Ningún ser humano puede llegar a serlo. Pero, puede usted tratar de mantener un control efectivo sobre sí mismo. Y, sin embargo, no intente controlar a los demás. Cada persona tiene su propio mundo y no puede usted ingresar debajo de su piel para visualizar lo que ocurre en él. Usted abdica automáticamente al control de su propia vida cuando intenta cambiar a otros. Conviértase en perito en interpretar su naturaleza y la de los demás, pero sin adivinar o suponer. Entonces habrá aprendido lo estéril que es intentar cambiar a los demás y lo remunerador que es aceptarlos como son y ajustarse a sus personalidades y temperamentos.
Debe usted reconocer que, por muchas razones, sus percepciones en ocasiones son incorrectas e inapropiadas. Pueden estar influidas por toda una gama de emociones. Muchas veces usted percibe la realidad de una manera distorsionada. No hay nada de malo en ello, mientras que se disponga a tomar acción correctiva. Su lógica puede ser falsa, pero no hay por qué alarmarse. Así son las cosas y es la manera cómo camina este mundo nuestro que habitamos. Pero es crucial que esté dispuesto a transvaluar cuando sea necesario y a reconsiderar sus percepciones; no hacerlo puede convertirse en la experiencia más derrotista y frustrante que pueda haber.
Las realidades de la vida simplemente no son fijas. Siempre se transforman, y lo más pronto que entienda este concepto, lo mejor. La verdad siempre es relativa y debe adaptarse cuanto antes a esta premisa. No pretende regir su vida por verdades absolutas y categóricas. No hay nada escrito que sea definitivo. Lo bueno de hoy puede ser lo malo de mañana, y a la inversa. Benefíciese de los errores; no deje que operen en su contra. No es usted un dios ni nada que se la parezca. Es natural errar, pero es derrotista no aprender de ello. Busque la felicidad tratando incesantemente de establecer su identidad, sus objetivos y sus logros. Defina lo que quiere de la vida; luego actúe. No suprima sus deseos ni se niegue a sí mismo. Nutra su identidad. Por último, ¿quién es usted?