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Son infinitas las facultades del hombre

Tan infinitas son las facultades del hombre, que está herméticamente cerrado a cualquier influencia o ambiente involuntario. No puede aceptar nada contra su voluntad. Sea lo que fuera que acepta, lo hace de manera totalmente voluntaria.

Ningún ser humano puede tener una estimación excesivamente elevada de sí mismo. Cada persona debe desarrollar un mecanismo interior que le permita escuchar la señal de alerta cuando debe detenerse. Jamás se tendrá una estima exagerada debido a que cuando trata consigo mismo, sabe con exactitud si no es honesto.

No hay ninguna nobleza ni virtud cuando el hombre se muestra poco gentil y benévolo consigo mismo, cuando se convierte en su propio juez y verdugo. No hay necesidad de que se degrade a sí mismo; tiene facultades espirituales infinitas para evitarlo. No existe nada en el universo que quiera que el hombre piense de manera inmadura, ni que desee degenerarlo, ni que crea conveniente que el hombre debe nulificar su valor. De hecho, una de las más perniciosas y lastimosas visiones es la que nos ofrece la persona que cree que para ser humilde debe tener un bajo concepto de sí mismo.

La auténtica humildad tan sólo se encuentra en las personas que tienen un espíritu fuerte, vital y entusiasta y que se inspiran en sí mismas. ¡Qué admirables personas! ¡Qué infinitas son sus facultades!

¡Qué expresivo puede ser el hombre en su forma y en sus movimientos! ¡Qué admirable es la mente humana; qué fantástico el mecanismo que está en su interior! ¡Cuán noble puede ser su corazón! El hombre puede pensar de sí mismo con tanta nobleza como desee. Lo mejor de todo es que puede ser capaz de experimentar sentimientos nobles, y eso nada ni nadie lo puede hacer cambiar. Su capacidad es ilimitada para comprender cosas que no ve, la sustancia de las cosas que espera, y la evidencia de las cosas que no ve.

El hombre, por medio de su mente, puede dar vida a sus pensamientos, creándolos siguiendo la ley de la imaginación. Todo lo que existe en la actualidad, primero fue creado en la imaginación del hombre, como una imagen mental, pero teniendo todos los detalles que poseen en la actualidad. Cada hombre es capaz de hacerlo de manera deliberada y voluntaria. El hombre no es limitado; es completamente ilimitado a menos que quiera ser limitado.

Cuando un individuo desea crear algo, todo lo que tiene que hacer es crear la imagen necesaria, y luego seguirla, hasta que se convierta en realidad. Pero, si está confundido, dudando entre si debe crearlo o no, no lo creará. El hecho que es totalmente ilimitado se demuestra por su capacidad de dar a la vida cosas que todavía no existen, las cosas que no tienen ninguna forma a excepción de la que su mente les da, las cosas carecen de sustancia, pero que la reciben de la mente. Se trata del hombre interior, creado de sí mismo aquello que él desea para sí mismo.

¡Qué infinitas son las facultades del hombre! ¡Qué hermosura en la humanidad de todas las personas que crecen espiritualmente, que se elevan por encima del pensamiento corrosivo de las masas! ¡Cuánta belleza existe en el interior del hombre que se sabe valioso! El hombre no debe esperar a que otros le hagan declaraciones de su valor; tiene que explorarlo y descubrirlo por sí mismo. Ni todas las lisonjas ni todas las adulaciones harán creer a alguien que tiene valor si no lo tiene. Y, si se reciben lisonjas voluntariamente, es porque se necesitan, porque el interior está vacío, y porque las adulaciones no corresponden a lo que el hombre piensa de sí mismo.

El hombre debe tener un espíritu fuerte y vigoroso para que otros se apoyen en él. Debe enamorarse de la belleza que significa su espíritu, su realidad interior, su morada tan peculiar. Debe ser habilidoso para que los demás lo observen y se inspiren en sus habilidades. Debe crear pensamientos nobles en relación a sí mismo, para que los demás puedan ser inspirados por sus actitudes nobles, por su nobleza y su conducta. Ésta es la única forma en que el hombre se puede respetar a sí mismo.

Para que el hombre pueda expresar todas sus facultades, tiene que comprender que la mente, que es intangible, puede producir lo tangible, lo físico. La búsqueda del sentido demanda que el espíritu, el alma y la mente sean tangibles. Insistir en la idea de que el espíritu del hombre es evasivo, más allá de su comprensión, equivale a decir que el hombre es víctima de la vida. Separar lo físico de lo espiritual como si se tratara de cosas completamente diferentes es como si tuviesen un origen opuesto. Suponer que lo físico es profano y que lo espiritual es sagrado, es llegar a la conclusión que ambos están en guerra.

El hombre debe ser bueno. Y debe empezar por ser bueno consigo mismo. Y para poder serlo, debe pensar que el ambiente no lo puede controlar. Debe crear su vida con las facultades infinitas que le han sido conferidas, sin buscar la aprobación, ni tan siquiera voltear a ver la actitud hacia su persona.

El hombre debe tener valor, para ser honesto consigo mismo y poderse respetar. Debemos aprender lo que somos, y no aparentar ser algo. Debemos considerarnos sanos, espiritual y moralmente. No hay que temer a vivir en paz. El hombre debe aprender por sí mismo que es más fácil amar que odiar.

El hombre debe verse virtuoso. No debe pensar que existe el pecado. El único pecado es perder la señal interna, o simplemente no encontrarla, no buscarla. No tenemos necesidad de apariencias, de ser prisioneros de una sociedad enferma, que parece que está perennemente en un baile de disfraces. No es necesario utilizar un antifaz, cuando son tan ilimitadas nuestras facultades.

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