Una vez concluido el proceso electoral para elegir a quienes habrán de integrar la próxima legislatura de la Cámara de Diputados y tomando en cuenta que el electorado no sólo se pronunció mayoritariamente en el sentido que ningún partido tenga mayoría en ese cuerpo colegiado, sino que además decidió que el partido del presidente Vicente Fox tenga menos escaños que lo que actualmente detenta, es el tiempo, como él mismo lo señaló, de buscar los consensos para lograr la colaboración entre poderes.
No sólo el Ejecutivo Federal tiene que admitir que la voluntad del electorado es clara en el sentido de que debe mantenerse el contrapeso del Congreso frente al poder del Presidente, sino que también los partidos deben de tomar conciencia de que ninguno de ellos tiene el número de diputados suficiente como para oponerse por sí solo a aquellas intenciones del Ejecutivo que, a su juicio, no sean benéficas para el pueblo.
Pero además, en sentido inverso, los diputados y senadores están obligados a analizar las propuestas del Ejecutivo con toda objetividad y responsabilidad, sin politizar los temas que son sometidos a su consideración, pues lo común es que los legisladores se olviden de que quien los eligió fue el pueblo y por tanto es a él a quien representan y no a los partidos que los postularon.
No es posible que los legisladores continúen retardando el progreso de México sólo por impedir que el Ejecutivo cuente con el marco legal que le permita realizar los cambios estructurales que el país requiere, como tampoco lo es que el Presidente exija un comportamiento del Congreso de acuerdo a su personal visión de estado. Pero ambos deben empeñarse en buscar los consensos que en lo fundamental le permitan avanzar al país, al margen de cuestiones ideológicas o partidistas.