17 septiembre 2003
MEXICO, (SUN-AEE).- Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un fenómeno de opinión pública. Sus calificaciones mantienen un empuje constante. Los altos niveles que ha alcanzado no tienen precedente en la historia política de este país. Y apenas va en su tercer año de gobierno.
Eso se refleja en los elevados registros de aprobación ciudadana a su gobierno: casi nueve de cada 10 capitalinos (84 por ciento ) aprueban la manera en que conduce su gestión en el Distrito Federal. La calificación a su desempeño como jefe de Gobierno muestra un patrón similar: 7.7 en promedio, la más alta que ha obtenido desde que llegó al poder.
Según los resultados de la Cuarta Encuesta de Evaluación al Jefe de Gobierno del DF de un diario capitalino, la ciudadanía del DF ha encontrado en Andrés Manuel López Obrador la figura política que no halla a nivel nacional.
Por eso no resulta extraño que al comparar el desempeño de López Obrador con el de Vicente Fox, éste quede en abrumadora desventaja. La opinión favorable al presidente de la República se ha desplomado en los últimos nueve meses. Mientras Fox ha pasado de 31 por ciento a 7 por ciento , la del jefe de Gobierno ha crecido de 40 a 68 por ciento.
Este fortalecimiento de la opinión pública favorable a López Obrador descansa sobre todo en la fuerza adquirida por sus programas de atención social, señaladamente su apoyo económico a las personas de la tercera edad.
Y aquí Vicente Fox le ha dado un reforzamiento inesperado. Al copiar desde la esfera federal el programa de ayuda monetaria a los ancianos, desde Los Pinos se envió una señal clara hacia los capitalinos: el programa de López Obrador no sólo resiste las críticas, sino que es "tan bueno y positivo" que desde la Presidencia de la República se está imitando.
La solidez del liderazgo de López Obrador ha recibido un beneficio adicional: el de la tesis según la cual en política es importante construir primero la percepción para que luego ésta se convierta a los ojos de la población en realidad.
Esto ocurre cuando se pregunta a la gente sobre los avances en la solución de problemas profundos que enfrenta la capital. El ejemplo más ilustrativo es el de la inseguridad, quizá uno de los más difíciles de vencer en términos de opinión ciudadana.
Y si en mediciones anteriores, los defeños juzgaban que en este terreno no había habido avance, hoy las cosas son distintas. Porque aunque los indicadores sobre criminalidad muestren una tendencia, la percepción de los ciudadanos consultados va en otra dirección.