Por: Cecilia Aguilar Acuña.
El Siglo de Torreón
MATAMOROS, COAH.- Contar con buenos vecinos es una bendición, pero en el caso de Dora Imelda Hernández Gómez y Jaime Hernández Viesca, es una calamidad, pues desde hace diez años viven soportando el estilo de vida de los propietarios de dos de las casas colindantes a sus domicilios, pues unos son pepenadores y el olor de la basura que recogen llega hasta ellos y los otros no tienen drenaje y una letrina maloliente deja escapar aguas negras que llegan hasta los patios de sus casas.
Es en la finca marcada con el número 611 de la calle Ocampo en la colonia Aureliano Barajas, donde viven Don Chuy y Doña Aurora, unos ancianos que subsisten de lo que recogen en los basureros. La otra vivienda se localiza en la calle Allende en el número 509, propiedad de Raúl Mata, quien aparte de que no tiene contrabarda y está afectando la casa de Imelda, tampoco cuentan con drenaje y es en un cuarto de madera y sin techo, donde hacen sus necesidades, “y como la fosa ya está hasta el tope, esa agua sucia corre hasta nuestras casas y el olor, por ambos lados, pega duro... más cuando el calor es intenso”, coinciden los quejosos.
La Aureliano Barajas se localiza bajando la carretera periférica, un poco antes de llegar al entronque donde se encuentran Las Meloneras, ahí es donde estos vecinos han pasado diez años, sufriendo los estragos por la forma de vida de sus allegados.
“Yo soy también muy pobre”, manifiesta Imelda, “con el sueldo de mi esposo que trabaja en la obra, apenas tengo pa’darle de comer a mis tres hijos, pero una cosa es ser humilde y otra ser sucia”, asevera luego de comentar que nunca habían querido denunciar pero como a sus hijos les empezaron a salir manchas en la piel tuvo que hacerlo.
Esta mujer vive en la finca marcada con el número 606 de la calle Ocampo propiedad de su mamá, “y ella fue la que me convenció y fuimos a la presidencia municipal a poner la queja, pero de ahí nos mandaron al Hospital General donde vinieron a hablar con los viejitos quienes enojados, tuvieron que sacar algo de lo que tienen adentro”.
Por esa razón afuera de la casa de los pepenadores, se puede apreciar todo tipo de cosas, desde colchones, sillas, tablas, escombro, hasta zapatos viejos, “no sabemos para qué sacaron eso y si piensan dejarlo ahí... pobres, sabemos que de eso viven, pero nosotros no tenemos por qué estar soportando tanta inmundicia y además, lo grave es que los niños se están enfermando de manchas en la piel”, dice a su vez Jaime, quien es vecino de Imelda y también tiene tres niños.
Dicen que hasta el momento no ha vuelto a visitarlos el personal del Hospital General y que esperan no haya ido, “pura patada de ahogado... deseamos que Raúl Mata comprenda y ponga su contrabarda y haga algo con esa letrina, pues esas aguas negras son un riesgo para la salud”, señala Jaime, quien también está cansado de los olores que emanan de la casa de los pepenadores.
“En esta casa, hay de todo, basta asomarse tantito para ver cómo viven. Tienen más de tres perros, salen cucarachas, ratones y tememos que haya chinches... de eso subsisten, pero también pensamos en nuestra familia, en los niños que son los que están sufriendo las consecuencias”, puntualizó.
Poca agua
Son muchas las carencias que señalan los vecinos de la colonia Aureliano Barajas. No tienen pavimentación, no hay vigilancia policíaca, pero para ellos, lo más grave es el vital líquido que brilla por su ausencia.
· Tienen que esperar hasta las 12 de la noche para llenar las tinas, pues a otra hora no sale el líquido de las tomas de agua.
· Se quejan porque a pesar de este problema, los recibos de agua llegan puntuales.
· Tienen que ir a adquirir agua a las norias de algunos agricultores, principalmente de Congre-gación Hidalgo.
· El agua además, dicen que sale contaminada y el que tiene dinero, compra garrafones.
FUENTE Investigación de El Siglo de Torreón