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México, DF.- Ofrecer los elementos necesarios para elegir qué alimentación se desea para la familia y realizar un consumo inteligente, son los argumentos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) al exponer los resultados de un estudio sobre el consumo de refrescos en México.
Los mexicanos, sobre todo los pobres, gastan más dinero en refrescos que en alimentos de la canasta básica, lo que nos ubica en el segundo sitio como país productor y consumidor de estas bebidas a nivel mundial, sólo después de Estados Unidos, y el primer lugar en consumo per cápita en el todo el planeta.
Lo anterior se traduce en que cada mexicano bebe en promedio 150 litros de refresco al año. Para que se tenga una idea de lo que ello significa, serían más de 20 cajas con 24 unidades cada una de 237 mililitros de consumo por persona anuales.
De las más de 112 marcas de refrescos que existen en el mercado mexicano, más de la mitad de los consumidores prefieren los refrescos de cola.
La ?Revista del consumidor?, que edita la Profeco aclara que con este estudio no intenta inhibir el consumo de refrescos, sino en todo caso proponer al mexicano el complementar su dieta con otras bebidas más saludables, como agua natural, agua de frutas, jugos y leche.
En cuanto a este tipo de bebidas, la Profeco realizó un estudio donde concluyó que todos los refrescos de cola contienen cafeína.
Por ejemplo, una lata de 355 mililitros contienen entre 40 y 55 miligramos de cafeína y alrededor de 35 gramos de azúcar. Una taza de café instantáneo de 148 mililitros -menos de la mitad que de refresco- puede contener entre 40 y 108 miligramos de cafeína.
En consecuencia, el refresco de cola representa una fuente importante de cafeína, lo que deben tener en cuenta las personas sensibles al estimulante o quienes desean que los menores no consuman este tipo de sustancias.
En la publicación, la Profeco cuestiona: ¿Puede ser dañino el consumo desmesurado de refrescos? De acuerdo con especialistas en diversas áreas médicas, el consumo desmedido de bebidas gaseosas puede provocar caries, descalcificación de huesos y dientes, sobrepeso, desnutrición, gastritis, adicción y diabetes.
Aclara que todos estos efectos ?son muy relativos? y que a los refrescos no se les debe ?satanizar? porque al final son un gusto al paladar y con tal deben considerarse.
Asegura que todo depende de la tolerancia que cada organismo tenga a los componentes de esas bebidas, pero lo que si es un hecho es que el consumo desmesurado de cualquier producto puede ocasionar problemas de salud.
El texto de la Profeco expone una situación preocupante en la clase más pobre del país, donde los padres de familia ofrecen a los niños refresco para satisfacer su sed y apetito.
Lo paradójico, precisa, es que aunque la leche es más barata en comparación con el refresco, ésta no satisface igual a los menores, ?quienes piden más leche, lo que encarece el suministro de este alimento?. La Profeco concluye que se puede consumir refrescos con moderación, manteniendo una alimentación variada, completa y nutritiva.
Propone darle a las bebidas gaseosas un lugar secundario y por razones de salud no estimular su consumo entre los niños.