Gómez Palacio, Dgo.- La hora: cualquiera. El día: también. Todo momento es bueno para que el tren haga su aparición en la confluencia de la calzada Enrique Azueta y calle Constitución. Entonces los conductores y peatones comienzan a desesperarse y hacen cualquier cosa para ganarle el paso al ferrocarril.
En plena hora pico el tren hace su aparición. Pasan los minutos y los vagones del ferrocarril no se mueven ni un metro, por eso algunos peatones optan por las acciones más desesperadas: desde brincar con todo y bicicleta hasta con bolsas de mandado.
Hay algunos más atrevidos y en lugar de brincar el tren, pasan por abajo. No importa que deban doblar al cuerpo hasta casi topar con las vías, todo se vale con tal de no estar esperando más de media hora a que el tren termine de pasar.
Los vagones del tren comienzan a moverse un poco, entonces los peatones deben maniobrar para no caer y quedar prensados. Para agilizar los movimientos, algunas personas se apoyan, el que pasa primero ayuda a cargar la bicicleta y luego le tiende la mano al otro.
Los automovilistas también se desesperan. Pero por más que presionan los cláxones, los vagones no avanzan mucho. Los minutos siguen pasando y la desesperación aumenta. Algunos se amontonan junto a las vías y otros realizan maniobras para retroceder y cambiar la ruta.
Los taxistas son los más molestos, presionan sin ganar nada el acelerador, pues el chofer del ferrocarril está ocupado realizando las maniobras para cambiar de vía, por eso los vagones avanzan y luego retroceden.
Después de media hora la marcha del tren comienza a llegar a su fin. Todos los conductores quieren pasar primero y los recordatorios familiares no se hacen esperar. Los taxistas tienen prisa y a toda costa tratan de ganar el paso sin importar que al hacerlo pongan en riesgo al resto de los automovilistas.
Las vías del tren son parte de la historia de Gómez Palacio, pero los conductores y peatones parecen no acostumbrarse al paso del ferrocarril.
Riesgo inútil
En opinión de Alonso Gómez Vizcarra, director de Protección Civil Municipal, tanto peatones como conductores arriesgan su vida inútilmente al tratar de ganarle el paso al tren con tal de ahorrar algo de tiempo.
El funcionario municipal señaló que las maquinistas siempre presionan el silbato para anunciar el paso del tren, además por lo general un carro tranvía avisa sobre la proximidad del ferrocarril y así la ciudadanía tome sus precauciones.
Sin embargo, agregó, los conductores a menos de 10 metros pasan por las vías: “de diez accidentes con el ferrocarril, nueve son muy trágicos, casi nadie se salva cuando este tipo de accidentes se presentan”.
Mucha gente, dijo, también camina sobre las vías del tren y debido a su estado de ebriedad se quedan dormidos o simplemente no escuchan el silbato y mueren arrollados por el ferrocarril. Por eso considera importante que la ciudadanía tome en cuenta los señalamientos viales.
“Tampoco es conveniente que la gente se pase entre los vagones porque el tren podría moverse y entonces suceden los accidentes fatales, nosotros hemos sido testigos de muchos accidentes donde las personas han perdido la vida”.