Agencias
MANILA, FILIPINAS.- En medio de estrictas medidas de seguridad, el presidente estadounidense George W. Bush prometió en Filipinas ayuda para erradicar los grupos terroristas vinculados con Al Qaeda, y agradeció a Manila su apoyo a las fuerzas estadounidenses en Iraq.
Bush elogió a la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, por su lucha contra el terrorismo, y dijo que la amenaza del grupo extremista islámico Abú Sayaf en este país es particularmente peligrosa.
?Es seria, porque no hay reglas cuando se habla de una turba como Abú Sayaf. Ellos secuestran, matan y mutilan?, dijo Bush, quien consideró que Arroyo es una ?líder fuerte y valiente?.
?Los terroristas continuarán con sus misiones de homicidios y de suicidios hasta que se les detenga. Y los detendremos?, destacó Bush en una sesión plenaria del Congreso de Filipinas.
Tras destacar la muerte reciente de un líder de Abú Sayaf, y la captura de otros, Bush dijo a la prensa que ?el éxito contra este grupo en particular representa un modelo para la región?.
Arroyo agradeció a Bush por la ayuda estadounidense en seguridad. ?Debemos cerrar filas y mantenernos firmes contra las amenazas terroristas, sin importar cuán graves sean?, señaló.
Ante las preocupaciones sobre un posible atentado terrorista, el avión presidencial de Bush fue escoltado por un par de cazas estadounidenses, que volaron lo suficientemente cerca para ver los rostros de los pilotos.
Cuando Bush descendió del avión, dos niñas le colocaron un collar de sampaguitas blancas, la flor nacional de Filipinas. Luego, el presidente caminó sobre una alfombra roja, hacia su vehículo blindado, traído aquí desde Washington.
Miles de personas ondearon banderas al paso de Bush en las calles. Un helicóptero sobrevoló la zona.
Bush, quien no tiene previsto pasar más de ocho horas aquí, sostendría conversaciones con Arroyo, pronunciaría un discurso ante el Congreso y sería recibido en una cena formal de estado, antes de viajar a Tailandia.
Tailandia es la tercera visita de su gira por Asia y Australia, una misión en la que el presidente intenta obtener fuerzas y dinero para reconstruir Iraq y ayudar a los soldados estadounidenses emplazados en la zona.