Adolfo Aguilar Zinser no es el prototipo clásico del diplomático prudente, no sabe tirar la piedra y esconder la mano, carece de la malicia que adorna a un jefe de legación, es un hombre que no tiene el hábito de guardar las apariencias, dice las cosas que, de acuerdo con su talante, tiene que decir sin importar que hay cosas, que aun siendo ciertas, es preciso, en ese lenguaje donde privan las dobleces, que no se digan de manera directa. Es la manera como los países se tratan, con expresiones que logren calar en su destino final, pero que contengan un sopesado velo de disimulo. Era el propósito, en el caso de lo expuesto por nuestro embajador en la ONU, de poner una pica en Flandes, que se dice cuando se pretende conseguir algo difícil como es que nuestros vecinos pidieran disculpas al gobierno de nuestro país por pregonar su supremacía consecuente con nuestra calidad de patio trasero. Les salió el tiro por la culata y el que tuvo que descalificar el dicho, tragando camote, según la atinada metáfora de Adolfo, fue nuestro Presidente.
Eso, la posibilidad expuesta arriba, se vino a reforzar con las declaraciones de Vicente Fox quien, con el ánimo de taparle el ojo al macho, estimó lo dicho por Zinser como una declaración equivocada, ya que actualmente no solamente somos países amigos, dijo, sino que además somos socios. El que se equivoca es Fox por que los Estados Unidos han declarado hasta el cansancio, -John Foster Dulles- que no tienen amigos ni socios. De tener algo, tienen intereses. Ahí, confirmamos que era una añagaza de nuestro gobierno, para poner las cosas en su debido tenor. En efecto, todo indica se trató, de una jugarreta de Fox, para hacer rabiar a nuestros vecinos, rectificando a posteriori que no es cierto que el gobierno de Washington considera a nuestro país como su patio trasero. Los de allá reaccionaron exagerando la nota, haciéndose como si nuestro embajador los hubiera insultado. Ellos bien que saben lo que somos y en correspondencia nosotros sabemos de lo que son capaces, sin que la conciencia les remuerda. Lo que pasa es que no han podido asimilar que los mexicanos podemos llegar a alturas impensables cuando hay un intento de cortarnos el resuello apretándonos el gañote. Les repatea que les digamos que no estamos de acuerdo con lo que proponen, como lo que pasó cuando nos quisieron invitar a masacrar al pueblo iraquí.
Dice el embajador del gobierno estadounidense en México, que somos muy orgullosos porque no olvidamos lo que sucedió en la guerra de 1847 en la que se quedaron con la mitad de nuestro suelo patrio y que por eso le ponemos un sello nacionalista a nuestra relación bilateral. ¿Qué demontres esperaba? ¿Que les diéramos las gracias? ¿Que hagamos una fiesta nacional por el día en que se agenciaron lo que ahora constituye la mitad de su territorio? Lo que sí es que hasta ahora no habían encontrado la forma de demostrar su serio enojo contra Vicente Fox. De varias maneras se han movido dando a conocer como muestra su descontento el gobierno de una nación poderosa.
Dejemos en claro que el escándalo que armaron es únicamente para contrariar a Vicente Fox, a quien consideran el responsable de una política exterior que la Casa Blanca juzga de calamitosa. Dígame usted si miento. La introducción a nuestro país de mercancía proveniente de China está poniendo en un brete a la economía nacional junto con la salida de empresas maquiladoras de nuestro territorio, pareciendo las respuestas de nuestros vecinos a la política errática del gobierno presidido por Fox. Si había alguna duda de la cuarteadura que han sufrido las relaciones entre los Presidentes de ambos países, mencionemos que en reciente visita, que hizo nuestro mandatario a varios estados de la Unión Americana, fue recibido por alcaldes, gobernadores estatales, el valet parking y el bell boy del hotel donde se hospedó, obviamente no por George W. Bush. Éste, en cambio, presidente de los EU., acompañado de Antonio Garza, de Colin Powell y de Condolezza Rice, se echó el chal con nuestro canciller Ernesto Derbez, ¡figúrese nomás!, un empleado del Presidente de México. De esa forma enseñan la oreja. No se trata de lo que dijo Adolfo Aguilar Zinser, eso les vale una pura y dos con sal. El ardor les viene de lo que hizo Vicente Fox, al que ahora están humillando feamente. Y créamelo usted, no se conformarán con que ruede la cabeza, inconfundible por su exuberante, pilosa, tupida, rebosante y profusa cabellera, de nuestro embajador en la organización mundial.