Reuters
BERLÍN, Alemania.- Vientos huracanados y lluvias torrenciales azotaron ayer a Europa, matando a por lo menos cinco personas, inundando decenas de miles de hogares y obstaculizando el tráfico ferroviario, marítimo y de carreteras.
Vientos de casi 200 kilómetros por hora e inundaciones causaron estragos en Alemania, Francia, Gran Bretaña, Portugal, Bélgica, Austria, Holanda y la República Checa.
El tráfico de embarcaciones fue suspendido en importantes ríos, y árboles derribados bloquearon caminos y líneas férreas.
Numerosas áreas quedaron sin electricidad a causa de las tormentas, que volvieron a concentrar la atención en un clima inusitado en Europa este invierno boreal, que ha dejado partes de los Alpes sin nieve debido a temperaturas inusualmente cálidas, mientras el norte de Europa tiembla por una ola de frío que no había experimentado en décadas.
Bélgica, afectada por las peores inundaciones en casi una década, colocó a su ejército en alerta de inundaciones, después de que muchas partes del país quedaron bajo casi un metro de agua.
El sur, de habla francesa, y el oeste, de habla holandesa, eran los más afectados por dos semanas de fuertes lluvias.
“Casi todas las casas en esta región han sufridos daños graves”, dijo Philippe Cloet, coordinador de inundaciones de barrio en el pueblo de Ghent.
“Todas estas personas tendrán que enfrentar problemas relacionados con el agua durante los próximos seis meses. Cuando (el nivel del agua) descienda, entonces comienza la verdadera miseria”, añadió.
Munich Re, la mayor compañía reaseguradora de Alemania, dijo que la pérdida total para las aseguradoras del país podría ser tan elevada como los 650 millones de euros en daños que ocasionó la tormenta que azotó al estado de Badan-Wuerttemberg en 1999.
Vientos, lluvia y nieve
Vientos de 194 kilómetros por hora azotaron a Alemania, donde un niño de 13 años murió y su padre estaba grave en el estado de Baden-Wuerttemberg, después de que un árbol de 30 metros cayó sobre el auto en que viajaban.
Un automovilista de 18 años murió cuando perdió el control de su vehículo en el norte de Hamburgo, en un camino cubierto por hielo.
Las autoridades dijeron que el Mosela y el Main, afluentes del Rin, se habían desbordado en muchas áreas, paralizando el tráfico de embarcaciones. El tráfico en el Rin, una de las vías fluviales más usadas del mundo, estaba restringido.
En Rumania, inundaciones causadas por la nieve derretida mataron a tres personas y destruyeron cientos de hogares.
En Francia, un hombre discapacitado se ahogó el jueves en el pueblo de Oches después de caer en una zanja inundada, dijo el gobierno local.
Asimismo, en Francia los vientos dejaron sin electricidad a miles de hogares y las fuertes lluvias exacerbaron las inundaciones en partes del oeste y el noroeste, como en Seine-Maritime, Calvados e Ille-et-Vilain.
París estaba bajo alerta de inundaciones por temores de que el Sena siga subiendo de nivel, después que las autoridades emitieron una advertencia inicial.
En Gran Bretaña entraron en vigor las advertencias de inundaciones, fundamentalmente en el sur del país. En la última semana, las lluvias torrenciales e inundaciones causaron accidentes y severas interrupciones de los servicios ferroviarios.
Intensos aguaceros durante la noche causaron deslaves, cierre de caminos e inundaciones en varios pueblos de Portugal. Equipos de emergencia buscaban vehículos que según testigos, cayeron al río Duero, centro de la famosa industria de vino oporto del país.
Vientos de 100 kilómetros por hora golpearon a Austria ayer en la mañana, derribando árboles y cortando temporalmente la electricidad en miles de viviendas. Los bomberos trabajaron durante todo el día para retirar los árboles que bloqueaban el tráfico en el país.
El gobierno holandés emitió una advertencia de que el río Meuse podría subir de nivel más tarde ayer e instó a los habitantes de los pueblos de Itteren y Borgharen a evacuar los pisos bajos.
En contraste, en Helsinki, una ola fría sin precedentes en las últimas cuatro décadas ha instado al gobierno finlandés a limitar el uso de sus tradicionales saunas, por temor a cortes de electricidad, al caer las temperaturas a 40 grados centígrados bajo cero.