San Francisco (EEUU), (EFE).- La primera y única escuela para diseñadores de webs para adultos, por la que ya han pasado unos 2.200 alumnos, se aprovecha de lo que quizá sea el mayor filón en Internet: la pornografía, un negocio que mueve miles de millones de dólares al año.
Creada por un grupo de cinco diseñadores despedidos de sus trabajos en otras tantas "puntocom", por la primera escuela que enseña a hacer páginas web de contenido pornográfico, llamada Adult Webmaster School, han pasado más de 2.200 alumnos en tres años.
La escuela se aprovecha sin remilgos de la mina de oro de la pornografía, un negocio un tanto oscuro que en la escuela se presenta, sin embargo, diáfano y brillante, como si vendiese hogazas de pan en lugar de imágenes eróticas.
La matrícula cuesta 140 dólares y, según la escuela, lo incluye todo: desde clases de diseño hasta reuniones virtuales con otros alumnos, contactos o consejos sobre cómo incrementar el tráfico en internet..
Según Michael Hayes, vicepresidente de la escuela, para poner en marcha un negocio de estas características no se necesita experiencia previa. Es suficiente con tener un ordenador, una conexión a Internet y una dirección de correo electrónico.
En sus inicios -en julio del 2000- la mayoría de los alumnos eran hombres en busca de mejor fortuna tras el desplome de la burbuja de Internet.
Sin embargo, asegura Hayes, con el tiempo el perfil de los alumnos se ha ampliado e incluye a mujeres (un 15 por ciento del alumnado) y personas sin experiencia en nuevas tecnologías.
Hayes asegura que las ganancias pueden ser cuantiosas. Para ello, los "graduados" primero contactan con un "patrocinador", esto es, alguien que posee varios sitios pornográficos de pago.
Este "patrocinador" da al ex alumno unas cuantas fotografías que este pueden colocar gratis en su web, a la espera de que los internautas "piquen" y acudan a la web de pago del patrocinador para pagar una suscripción. Los graduados se llevan un porcentaje cada vez que alguien se suscribe a una de estas páginas de pago.
La escuela se basa en un negocio que mueve miles de millones de dólares al año, 9.000 según las estimaciones menos conservadoras. La cifra es difícil de cuantificar ya que, debido a su naturaleza, el sector se compone de miles de pequeños negocios que ofrecen poca información sobre sus movimientos.
Lo que sí está claro es que, según se encarga de dejar claro la propia escuela, el negocio del sexo siempre vende, y por tanto es prácticamente inmune a las recesiones.
"Es un negocio enorme, donde se puede hacer mucho dinero", señala Sean Kaldor, analista de la consultora Nielsen.
Para ello, no obstante, hay que tener pocos escrúpulos, ya que en muchas ocasiones esta industria roza, o incluso sobrepasa, los límites de la legalidad.
Este es el caso de Extreme Associates, una compañía de California que está siendo investigada por las autoridades estadounidenses por la venta de vídeos violentos de contenido sexual.
Por otra parte, la pornografía es difícilmente separable del molesto correo-electrónico-basura o "spam" que, en muchas ocasiones, va a parar a los buzones de menores de edad.
Según un estudio reciente de la compañía de filtrado de páginas web N2H2, con sede en Seattle (Washington), 1,3 millones de portales sirven a 260 millones de páginas de contenido erótico, es decir, una altísima proporción de páginas electrónicas procede de una misma raíz.
Son muchos los que observan con preocupación este crecimiento por la facilidad con la que los menores pueden toparse con una web pornográfica accidentalmente, entre otros motivos.
Por su parte, la industria se defiende argumentando que este es uno de los pocos sectores rentables en Internet, que da trabajo a miles de personas y que espolea avances en la red, como innovadores sistemas de pago o banda ancha.
Sea como fuere, el porno está para quedarse debido, entre otros factores, al creciente uso de Internet de alta velocidad, y por ello los expertos aseguran que el futuro de la pornografía no podría ser más halagüeño.