POR MIRIAM GONZÁLEZ
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Es símbolo de unión cultural entre pueblos y generaciones. No importa hablar el mismo idioma, porque al momento de escucharla todo mundo entiende el sentimiento que trata de expresar. Es la música, que hoy celebra su día a nivel internacional.
Y para conmemorar esta fecha tan especial, qué mejor que compartir las experiencias de un joven y talentoso músico mexicano, quien además aporta su punto de vista sobre las nuevas tendencias de esta disciplina universal.
César Encina Arroyo es desde hace cuatro años el clarinetista de la Camerata de Coahuila, una de las agrupaciones musicales más fuertes de la región y del norte del país, bajo la dirección del maestro Ramón Shade.
Definitivamente, César no se ve en otro lugar que no sea un escenario, frente al público y tocando sus mejores melodías. En un tiempo estudió psicología, pero esta carrera no le dio las mismas satisfacciones.
“Es mi profesión, no me veo haciendo otra cosa, no me veo en un escritorio. Me veo tocando, haciendo música, estoy seguro que nací para ser músico, tengo esa fortuna de haberlo sabido a tiempo y de hacer lo que me gusta”, afirma.
Como otros niños, César se inició en el mundo de la música porque sus padres lo inscribieron en un curso de verano con la Banda del Estado de Zacatecas. Pero a diferencia de otros, no fue desde edad temprana, sino a los 11 años. Ahí fue cuando empezó su gusto por la música.
¿Y por qué el clarinete? Porque fue el instrumento que le asignaron. Quizás le hubieran dado una trompeta o un corno (aunque él quería el oboe), y de igual manera César hubiera desarrollado una buena ejecución. Pero, fue el clarinete con el que se quedó por la capacidad de filiación que encontró.
“Es un instrumento muy versátil con el cual me identifico mucho, lo veo como una extremidad más de tu cuerpo. Además tiene muchas cualidades que yo tengo, por ejemplo que es un instrumento muy sensible, emite sonidos muy expresivos, tiene una personalidad oscura, seria, y también tiene unos matices y un color muy brillante y alegre”.
Aunque no niega que, como todos los instrumentos tiene sus detalles: de embocadura, de afinación, de sonido; pero, quizás sí sea de los instrumentos que no son tan difíciles de tocar en comparación con el corno, con el piano o con el violín.
Antes que nada, se requiere de vocación para llegar a ser un músico de tiempo completo, en la opinión de Encina Arroyo. En segunda instancia, que te guste un instrumento, y específicamente en el caso del clarinete, que tengas la edad necesaria: “En un niño sería diez u 11 años, edad en la que haya mudado sus dientes porque se lleva una boquilla que puede modificarlos”.
Y a final de cuentas, lo que lleva a alguien a tomar la decisión de dedicarse de lleno a la música es “que tenga bien claro por qué quieres estudiar esta disciplina y por qué te gusta determinado instrumento, eso es lo que define al alumno”.
¿De qué manera ha influido la música en tu vida? -Te la cambia totalmente, la música es un modo de vivir. He tenido la oportunidad de convivir con personas mayores, que a lo mejor no tendría si me hubiera dedicado a otra cosa. Son músicos de 30 ó 40 años que de alguna manera influyen en tu manera de pensar. Y más allá de esto, a mí me ha servido como terapia para cuestiones emocionales. Yo soy muy nervioso y la música me ha ayudado mucho a canalizar todo eso”.
Pero además, le ha dado muchas otras satisfacciones: cada concierto, cada viaje al extranjero, cada agrupación en la que ha estado le han significado algo especial. “Yo creo que me ha dado de todo”.
Resulta difícil imaginar a un joven de 28 años, como es el caso de César Encina, dedicado de lleno a la música clásica, a sus ensayos con la Camerata de Coahuila y sus conciertos de cada 15 días, en uno de los antros de moda de la ciudad. Pero así es, porque sin dejar de lado la disciplina el clarinetista de vez en cuando se divierte en alguna discoteca o bar.
“Ésa es la idea que tienen, pero yo también escucho otro tipo de música, incluso me gusta salir a los antros y a las discos. No te puedo decir los nombres de los artistas y de la canción, pero las oigo y me gustan, porque a final de cuentas mi manera de vivir está regida por la música”. Y también le encanta el pop, sus preferidas son Madona y Cher.
No obstante, César gusta de la música del período clásico, del barroco y del romántico y aunque no le desagrada la contemporánea, sí batalla comprenderla y sobre todo transmitirla: “Me cuesta trabajo entenderla y tocarla, no por difícil, sino porque tienes que estar dentro del contexto y de lo que piensa el compositor; no es que no me transmita algo, sino que yo no logro comunicar lo que pienso que se debe decir con esa música”.
En cambio, de la mexicana opina que “es de la más rica en colores, en ritmos, en timbres, en estilos, comparándola con otros países, y me gusta mucho”.
A futuro, César Encina se ve con una carrera consolidada, con un nombre fuerte en el medio musical, que sea reconocido a nivel nacional e internacional, en el género de la música de cámara. “Me gustaría hacer eso con pianistas, violinistas, cuartetos de cámara reconocidos, viajar y tocar”.
Hoy, 21 de junio, Día Internacional de la Música, César Encina encuentra más que un motivo para celebrar a esta disciplina. “Porque desde que naces la música está muy presente. Incluso, ahora les dan terapias con música a los niños desde que están en el vientre, para que desarrollen cualidades y funciones perceptivas más rápido”.
Definitivamente, siempre está presente en la formación de cada persona. A medida que crece, como fondo siempre estará. “Yo creo que sí es importante dedicarle un día a esta parte tan importante de todos, que es la música”.