Horóscopos

¡Un necio!

Gaby Vargas

¿Alguna vez ha tratado de razonar con un necio? ¿Ha intentado convencerlo de un modo, de otro, por aquí, por allá, con argumentos sólidos, comprobables, y la persona no logra salir de su estrechez mental?

A continuación comparto con usted algunas tácticas con las que podemos lograr que cualquier persona escuche de una manera objetiva y justa que le ayude a pavimentar el camino hacia un posible cambio.

Hay cuatro tipos de necios: 1.- El típico que, de entrada, dice no a todo, sin importar de qué se trate. Él suele pensar que lo nuevo es amenazador y por eso, no le gusta. Su lema es “El Cambio es Malo’’.

2.- Hay otro tipo de necio y es ése que insiste en tener problemas con las personas, en este caso, con usted. No importa cuán persuasivo sea, ni cuán lógica y sensata sea su propuesta, si viene de usted, es inaceptable.

3.- Existe otro necio que, en otras circunstancias, se ha sentido manipulado y abusado, por lo que la herida está todavía abierta. Es incapaz de aceptar ideas que lo desvíen de su manera usual de pensar. De hecho, se siente inseguro de su habilidad para tomar decisiones y, para evitar tambalearse, regresa a la base.

4.- El último tipo de necio tiene una aversión situacional. Es decir, su resistencia no es personal, sin embargo, por alguna razón, no le late o no se identifica con la “idea en general’’.

Si alguna vez se ha enfrentado con cualquier tipo de necio, sabrá que discutir con él, no lleva a ningún lado. Entre más fuerte sea el argumento, mayor será el rechazo. La lógica se va por la ventana y nada de lo que hagamos o digamos hará alguna diferencia.

A menos, por supuesto, que hagamos o digamos lo correcto.

Para convencer: a) Cuando una persona se muestra inflexible, cambiemos la única cosa que podemos cambiar: su postura. Nuestro estado emocional está directamente relacionado con nuestra postura física.

Si mantiene una posición de rechazo o negación, hagamos que mueva su cuerpo. Por ejemplo, si está sentado, provoquemos que se levante y camine. Esto previene que la persona cierre su mente y facilita que cambie su actitud. Cuando nuestro cuerpo está en una postura fija, nuestra mente puede congelarse, como un reflejo.

b) Proporcione información adicional antes de pedirle a alguien que reconsidere las cosas. A nadie le gusta que lo vean como una persona indecisa, o inconsistente, que cambia de ideas sin razón alguna. Así que, antes de pedirle que esté de acuerdo, dele un poco más de información, o bien, recuérdele algo que pudo haber pasado por alto. De esta manera, la persona siente que toma una nueva decisión y no que cambió su forma de pensar.

c) Los estudios muestran que, cuando estamos más conscientes de nosotros mismos, somos más influenciables. Esto sugiere que si nos podemos ver-literalmente-en un reflejo, somos más persuasibles.Cuando establecemos una conversación frente a una pared de espejo, o vidrio reflejante, aumenta nuestra docilidad.

d) Los estudios comprueban que cuando una persona mantiene una visión opuesta, para ganar credibilidad, hay que presentarle los dos lados del argumento. Pensemos que ella basa su opinión, al menos en parte, en los hechos. Por lo que al escuchar una cara del argumento, la persona no se sentirá tomada en cuenta. En este caso, podemos bajarle la guardia si le presentamos las dos caras del asunto. Sólo asegúrese de dar primero su punto de vista.

e) Los seres humanos tenemos una fuerte necesidad de ser congruentes con nuestras creencias, actitudes y acciones. Así que, antes de presentarle la propuesta a una persona, procuremos que ella diga sí a una idea similar que neutralice su propia objeción.

Por ejemplo: Usted quiere que su jefe escuche y se abra a una nueva idea. Por lo que antes, con toda intención, usted puede comentar: ¿No te parece que cerrarse a nuevas ideas es una señal de vejez? Después de un rato, cuando saque la idea, encontrará que la persona es inusualmente cooperadora.

En realidad, todos hemos sido necios alguna vez, por lo que convendría recordar lo que dijo Benjamín Franklin: “El primer grado de locura consiste en creerse sabio; el segundo en proclamarlo y el tercero, en cerrarnos al consejo’’. Por favor, no seamos necios.

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