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Un proyecto llamado México/Del tintero

Fidencio Treviño Maldonado

La incertidumbre permanente que se vive en nuestro país a estas alturas perdió toda capacidad de asombro, saltando de una desgracia para caer en una tragedia, para los argentinos sería un milonguero tango. Desde los tiempos de la Conquista y si la historia no miente, en nuestro territorio prevalece un caos, si se quiere paradójico y propio de nuestra idiosincrasia o tal vez el destino manifiesto de un pueblo abatido por vendavales, unos naturales que son los menos devastadores y otros en su mayoría ocasionados por quienes ostentan el poder. La realización del proyecto mexicano aún está postergado hacia muchos y lejanos horizontes. Desde antes de la bárbara Conquista existían pueblos sometidos por el imperio Azteca. Los grupos que ayudaron a los españoles no lo hicieron por traición, cooperaron con ellos, porque se les presentó la oportunidad de librarse de la esclavitud en que vivían, sin embargo a estas tribus aliadas, el caldo le salió más caro que las albóndigas.

Trescientos años de rapiña para complacer a una monarquía, allende el mar, fue el resultado de imposiciones en cultura, idioma y hasta religión. Hidalgo “El Zorro”, al igual que las tribus sometidas por los aztecas, sólo quería librarse de los impuestos de la Corona Española, la Independencia salió como colofón o consecuencia de dicha revuelta. Épocas después de traiciones, invasiones, robos de banderas, joyas y hasta un penacho que dicen por ahí, perteneció a Moctezuma. Francia ya regresó unas banderas, lo que sí nunca devolverán es la mitad del territorio que nos robaron descaradamente los gringos, el penacho parece ser que ni a los danzantes les interesa. Después de la no menos trágica y romántica Reforma, el país cae en un marasmo de 35 años de tiranía por el héroe de la batalla del Dos de abril y la del Cinco de mayo; General Porfirio Díaz.

La Revolución derroca un tirano para darle paso a los caudillos, héroes, generales, bandidos y uno que otro usurpador, una revuelta entre pandillas, teniendo como resultado un triunfo de papel llamado Constitución. Ante todo esto la nación seguía sumida en la incertidumbre, navegando en mares ignotos y siempre con viento a sotavento, sorteando icebergs, con proyectos ofertados a precios muy caros por viles vendedores de ilusiones, -llamados políticos-, que conforme aumentaba la población, se incrementaba el número de miserables en un paraíso fascinante llamado México. Las riendas del país son tomadas por caciques y caudillos emanados de la pasada revuelta armada, inclusive el nombre del partido, que durante más de 70 años gobernó, lleva los colores de la bandera y se autodenomina Revolucionario y al cual en ese tiempo (70 años), no le fueron suficientes para medio completar su megalomanía y esbozar un simple proyecto nacional para el pueblo, sólo un interés particular y de grupo dominó; y pocas familias fueron los beneficiarios totales, horneadas de realeza cada seis años se izaban garantes, en una contumacia imbuida hasta la médula, donde los oscuros y redituables negocios familiares y partidistas fueron la tradición de este partido, para ellos ése fue su proyecto particular, su religión y su cota.

En México, los encargados de llevar las riendas del país sólo han presentado proyectos absurdos y costumbristas, donde el populismo aún navega en la irrealidad ominosa de las alegres cifras y palaciegas gráficas de comparación, que ellos los políticos, quieren ver, cuando en verdad estos políticos y funcionarios, son expertos en disfrazar la infausta realidad. A nada conducen los pleitos de comadres “cuentachiles” entre Madrazo, el presidente Fox, Bravo Mena, los niños verdes ecologistas y otros eternos protagonistas de la política nacional, sólo causan lástima y aumentan el escepticismo que se vive en México, buscar un proyecto nacional no es perorar y vociferar contra fulano de “equis” partido, o zutano de otro grupo, inclusive el amenazar con retirase de la mesa de negociaciones para sacar adelante reformas o resolver agendas de importancia para el país.

El realizar proyectos nacionales requiere algo que los políticos y muchos funcionarios no conocen, que son los valores humanos y rasgos éticos. Son mentiras que la brújula esté perdida, lo que extraviaron y no conocen es el sentido común y el valor que representa el servir al ciudadano cuando se está en los puestos que el mismo pueblo paga. Sin duda la inmoralidad les ganó a nuestros gobernantes y el proyecto nacional de desarrollo duerme el sueño de los justos en el cesto de su obtuso cerebro, si no es verdad que demuestren lo contrario. Para México aún las recetas domésticas y cocinadas con evangelios importados y los megaprogramas siguen siendo excluyentes para LOS DE ABAJO y la plataforma que presentan los partidos en sus propuestas es muy reducida y la historia lo ha demostrado, porque tan cortita y estrecha es, que sólo unos cuantos caben en ella, los de la casta divina.

En México, la maquinaria política vive en un mundo de piedras y la población cada día nos tropezamos con ellas, un México de rocas sordas, mudas y ciegas, buscando ese anhelado proyecto nacional en el permanente desasosiego en lo cultural, económico, educativo, político, de salud, de desempleo, etc., proyecto que aún no llega... ¡se aceptan fórmulas y alquimistas! Correo-e-linga__1031@hotmail.com

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