Tercera de tres partes
TORREÓN, COAH.- Julia Rodríguez vive hoy en Los Milagros, pero parte de su infancia la pasó en Estación Otto, un asentamiento del que hoy no quedan más que ruinas. “Vivíamos muy a gusto ahí, pero se cerró la mina, se nos acabó el agua y tuvimos que salir”, cuenta.
Desde hace una década que es un pueblo fantasma y como tal se muestra a los demás habitantes de la región del Cañón que sobreviven con la esperanza de que sus comunidades no terminen igual. Según Julia, lo único con lo que batallaban en Otto era con el agua: “tenían que traer una pipa desde Torreón de vez en cuando, de pronto ya no vinieron”. A la orilla de la carretera y de las vías, las ruinas se mantienen a pesar del saqueo, como haciendo honor a su rico pasado. La mayoría de los hombres trabajaban en los yacimientos de cobre del Mineral de San José de Alférez, del cual se tiene registro de su actividad desde la época Colonial, mucho antes de la existencia de Otto.
En las faldas de la sierra, unos diez kilómetros al este de la estación, se advierte el viejo asentamiento minero. Los vestigios son numerosos: edificios de adobe, montañas de piedra y polvos residuales, tres perforaciones centrales sobre las cuales se aprecian torres de madera que servían como soporte para bajar o subir metales y personas.
Trabajo duro se respira. El color verde y azul de algunas piedras revela que el metal que se extraía era el cobre.
En tiempos de Amador Cárdenas, Alférez estaba bajo el dominio de la hacienda de La Flor y la Estación Otto se construyó para darle salida a los metales arrancados de las entrañas de la sierra. La última etapa del Mineral y su puerto ferroviario, se dio con la adquisición del yacimiento por parte de José Guerrero y de Luis Javier González, alrededor de los años sesenta.
“Ya ni me quiero acordar de esa mentada mina... muy duro fue eso”, comenta José Aguilera Ramírez, quien entró a trabajar como cargador en esa época.
“No había otras fuentes de trabajo”, comenta. Durante dos años y medio trabajó por 25 pesos al día. “Entrábamos sin sol y salíamos cuando ya se había metido”, declara José Aguilera, quien trabajaba junto a otros 50 hombres.
Después de quitarse lentamente el sombrero, vuelve con la memoria al Mineral de Alférez: “la tolva tenía 80 metros de hondo; recuerdo algunos de los tiros por los que andábamos: tiro de Guadalupe, de San Luis, plan de Hidalgo... cargábamos y subíamos sacos de 70 y 80 kilos de cobre”. Luego, es puntual cuando dice: “el primero de septiembre de 1971 murieron destrozados Juan González y Alejandro, que eran barreneros, los que hacían los orificios... los tuvieron que sacar en pedazos”.
Los accidentes y los problemas que posteriormente se presentaron a sus dueños, acabaron con la explotación del yacimiento. La gente de Otto todavía duró unos años más, hasta que el agua ya no les llegó y se dispersaron por todo el Cañón.
La Cabeza: la última frontera de Jimulco
Al suroeste de la región, por un largo camino de terracería, se llega al Barreal de Guadalupe, punto de partida para el paraje natural del Cañón de la Cabeza, formado por el paso del Aguanaval entre la sierra. La brecha bordea los cerros y el río, el cual apenas si lleva raquíticos escurrimientos.
“Hay que ver cómo se pone con las lluvias de septiembre...”, comenta Alfonso Orona, integrante de la Mesa de Trabajo para la Protección de la Sierra de Jimulco, quien, junto a su hermano Alfonso, guía a este reportero en el recorrido. “Ahí hay una noa”, señala Alfonso hacia la planta referida que posa tranquila desde su hogar: un gran peñasco. Posteriormente, explica que esa especie de flora es endémica de la Región Lagunera, “únicamente la puedes encontrar aquí y en el Cañón de Fernández”.
Conforme la camioneta va adentrándose, el panorama semidesértico empieza a cambiar. En el borde del lecho del Aguanaval aparecen varios sabinos imponentes. Alfonso exclama sin dejar de ver las raíces que forman una maraña al ras del suelo: “estos árboles tienen cerca de 500 años”. Otros de los que pueden observarse son el sauz, mezquite y huizache. Estos dos últimos, al llegar al final del cañón, casi en el Estado de Durango, forman un inmenso bosque que contrasta con la típica flora semidesértica. Una llanura impresionante aparece
y anuncia el colofón del viaje; de fondo: el silencio aderezado por la orquesta de cientos de aves que han hecho de esta tierra su hogar.
Una oportunidad...
A la par de la riqueza histórica de Jimulco, la biótica se advierte como una posibilidad de desarrollo sustentable de la región. Magdalena Briones, de Biodesert A. C., considera que es necesaria la conservación de esta zona por dos factores principales: la presencia de agua en abundancia y una biodiversidad que apenas ha comenzado a estudiarse. Según lo que explica, en el Cañón de Jimulco y la sierra del mismo nombre, subsisten tres ecosistemas distintos: el ripario, el xerófilo y el pinar.
El primero corresponde a los parajes de los cañones de El Realito y De la Cabeza, así como los bordes del Aguanaval.
El segundo corresponde a la mayor parte de los cerros y la llanura. Ahí se pueden apreciar plantas características del desierto chihuahuense como ocotillo, lechuguilla, candelilla, palma, palmillo, sotol, guayule, nopal, cardenche, noa, sangre de grado, entre muchas otras.
La fauna está compuesta por víbora de cascabel, correcaminos, coyote, conejo, liebre, gorrión, tlacuache, halcón, aura, rata canguro, lechuza, camaleón y más.
Pero, lo más interesante, según Magda Briones, es el cerro del Picacho, “el Everest lagunero”. En su cumbre alcanza los tres mil 120 metros y representa un pequeño laboratorio natural para los estudiosos debido a que en él se dan “asociaciones de plantas y animales de diferentes ecosistemas”.
De acuerdo a lo que han registrado en sus ascensos algunos de los integrantes de Biodesert A. C. y los comentarios de los propios habitantes de la región, en la punta del Picacho y su área de influencia puede observarse flora y fauna propia del semidesierto conviviendo con coníferas, helechos y pastos de una gran diversidad y con pumas, venados cola blanca, jabalíes, tejones, ardillas, zorra gris, lince, águila real, zenzontle, codorniz, coralillo, por mencionar algunos. “Este hecho”, explica Briones, “es muy importante para nosotros porque nos habla de que el grado de perturbación de las cadenas alimenticias no es mucho, los ciclos de la vida natural se siguen desarrollando, por lo que estamos a tiempo de preservar toda esta área”. Es por eso que desde hace poco más de un año la Mesa de Trabajo para la Protección de la Sierra de Jimulco se encuentra gestionando en las distintas instancias de gobierno la declaratoria de Área Natural Protegida para esta zona, con lo cual se garantizaría, según los impulsores del proyecto, el cuidado de toda esa riqueza biótica, sin dejar de lado un aprovechamiento sustentable de los abundantes recursos que vaya de la mano de
la investigación continua.
Para los hermanos Arturo y Alfonso Orona, el futuro de la región de Jimulco y de sus habitantes podría estar ligado a la promoción del turismo y a la comercialización de algunos de los productos que se obtienen de una gran cantidad de plantas que en esos lugares se dan, “sin poner en riesgo el equilibrio ecológico”, aclaran. Dicho futuro parece inconcebible sin la participación de los pobladores y el apoyo de la autoridades para la conservación del patrimonio histórico y del hábitat natural.
PATRIMONIO
La región de Jimulco es rica en recursos naturales:
Agua: manantiales y río Aguanaval.
Plantas de ornato, medicinales, de alimento y útiles para la elaboración de artículos.
Minerales como la bentonita y el cobre.
Tierra muy fértil.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón
DIVERSIDAD
Algunas de las especies animales y vegetales pueden encontrarse región de Jimulco:
FLORA
Maguey
Sotol
Lechuguilla
Ocotillo
Palmillo
Palma
Mezquite
Huizache
Nopal
Noa
Sangre de grado
Biznaga
Orégano
Candelilla
Sabino
Sauz
Alicoche
Pino piñonero
Encino
Enebro
Helecho
Madroño
Gran variedad de
FAUNA
Víboras de cascabel y coralillo
Correcaminos
Coyote
Conejo
Liebre
Gorrión
Tlacuache
Halcón
Aura
Rata canguro
Lechuza
Camaleón
Puma
Venado cola blanca
Jabalí
Mapache
Tejón
Ardilla
Águila Real
Lince
Zenzontle
FUENTE: Biodesert A.