En el racimo de malas noticias internacionales y nacionales, secuela de la guerra, algo que tiene su lado bueno aunque también algunos puntos dudosos, es el comportamiento del peso mexicano en los últimos días, que se ha estado fortaleciendo frente al dólar.
El hecho es destacable porque justamente esta recuperación se da en el ?ojo del huracán? de los acontecimientos bélicos en el Medio Oriente. En las últimas siete jornadas, el precio del dólar ha bajado de casi $11.00 a $10.73. Ayer mismo, pese a que las dudas y malas noticias sobre la guerra continuaron empañando la atmósfera financiera internacional - como la declaración de Bush, de que la guerra está lejos de terminar - , el peso se mantuvo quieto en su cotización.
¿Por qué?
La razón, como le comentamos hace un par de días, radica en la decisión del Banco de México de dejar de acumular reservas internacionales, que han venido creciendo por las diferentes vías de ingresos de divisas que van desde exportaciones, remesas de mexicanos residentes en Estados Unidos y, por supuesto, de ingresos petroleros.
Banxico decidió que en lugar de acumular estas reservas, si los ingresos por divisas siguen creciendo, éstos se subastarán en el mercado cambiario.
Esto significa en términos simples que aumentará la oferta de billetes verdes tendiendo por tanto a deprimir el precio del dólar; es decir, a elevar el del peso.
Hay una probabilidad razonable de que por esta circunstancia en las siguientes semanas y quizá meses (por supuesto si los acontecimientos en Medio Oriente no se tornan catastróficos) el peso continúe en el mejor de los casos estable e incluso con un ligero repunte.
Esto es previsible, principalmente, porque los ingresos petroleros derivados de las exportaciones continuarán al alza. Hay que recordar que el gobierno mexicano pronosticó un precio promedio de 17 dólares en el barril de crudo exportado por Pemex, y que este precio, pese a las bajas recientes, se mantiene aún hoy en niveles cercanos a 21 dólares aunque llegó a estar a 29.45.
Este factor, por la importancia que tiene el dólar en la sicología del hombre de la calle en México, donde es percibido como un fuerte signo de estabilidad, tenderá a, en cierto modo, generar una relativa tranquilidad en la perspectiva de la situación económica, aunque no hay que perder de vista el hecho central de que, en efecto, el dólar podrá estar quieto, lo cual es bueno, pero el empleo continuará estancado, la actividad económica seguirá con el patrón actual incierto, donde no se define la recuperación, lo cual es definitivamente malo.
No obstante, a plazo más mediano, digamos en los siguientes tres o cuatro meses, o quizá un poco antes, dependiendo del desenlace de la guerra, hay factores de preocupación en el destino del peso. La razón principal estriba en el fenómeno - de lo más relevante e importante - que empezó a notarse desde meses antes de la guerra, de una inhibición del apetito por invertir tanto de parte de los nacionales como de parte de los extranjeros.
Esto ya se está dando. Hace un par de semanas el secretario de Economía, Fernando Canales, advirtió que el ritmo al que están ingresando las inversiones extranjeras en el país se está frenando.
¿Qué tiene que ver esto con el dólar?
Mucho. Porque menos inversiones significan precisamente menos flujo de dólares en la economía, lo que tiende a encarecer el billete verde, de la misma manera que crece el precio del tomate cuando baja su oferta.
De modo que si bien es cierto que en el periodo próximo inmediato se avizora una relativa estabilidad del peso frente al dólar, más adelante se avecinan situaciones difíciles.
A la larga, la salud del dólar, como todo, dependerá de la salud de la economía, pero ese ya será tema de otro Reporte Económico.
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