El mundo está hundiéndose en un mar de confusiones. En efecto, en estos días se reunirán los miembros de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza, con el fin de evaluar a los países que ponen en un predicamento a sus propios, pueblos al no respetar las libertades fundamentales de la convivencia pacífica de sus ciudadanos. Se trata de ajustar la conducta de las naciones a un objetivo primordial que es el de preservar la paz mundial y el orden internacional, de tal manera que el Estado se vea obligado a tratar a su propia población en una forma que no viole los dictados de la justicia o actúe de forma que repugne a la conciencia de la humanidad. De suceder tal eventualidad, es decir que haya una condena al comportamiento de ese país, el asunto rebasa la jurisdicción interna con lo que el Estado pierde su plena libertad de acción.
Lo que preocupa a los estudiosos del derecho internacional es si cualquier declaración sobre el reconocimiento a la violación de estos principios puede traer consecuencias legales, después de que un solo país, los Estados Unidos de América, se ha arrogado el derecho a decidir lo que debe hacer sin que nadie osara inmiscuirse, permaneciendo en silencio quienes debieron exigir se mantuviera dentro de las reglas pactadas. En este tenor, lo interesante no es como se va a juzgar al gobierno de Cuba. La ONU, lo diré por aquello de que no se hayan dado cuenta, se ha convertido, por obra y gracia de la desobediencia, en una entelequia. Con que autoridad moral va a sancionar la conducta de cualquier país si quienes teniendo la mayor responsabilidad rompen con el orden creado para que las resoluciones no se tomen multilateralmente. Es decir, en los términos en que se redactó la Carta de las Naciones Unidas, hubo un compromiso de acatarla por quienes la suscribieron. Cabe estimar que en asuntos internacionales se viven días aciagos por lo que se debe actuar con gran mesura y equidad. A los ojos de la ONU deberíamos ser todos iguales no haciendo distinción alguna lo cual es en teoría aunque en la práctica no lo sea.
Tendrá que reconocerse que las políticas del poderoso serán, a partir de ahora, determinantes en el apuntamiento de las nuevas reglas para la pacífica convivencia internacional. La vergüenza de gobiernos en el mundo que decidieron hacerse los desentendidos, ante la fragante violación a los principios bajos los cuales se creó la ONU, lastimosamente les acompañará a perpetuidad. No se trataba de otra cosa que provocar un voto en contra de la barbarie. Era precaver que de manera unilateral se resolviera continuar la ofensiva contra otros países. Se comenta ya que la pasividad de los países que conforman el Consejo de Seguridad de la ONU incrementará la posibilidad de que el pentágono pueda decidir que otros países sigan la misma suerte de Afganistán e Iraq. Las justificaciones reales o inventadas sobran, que hablando en plata pura ni las necesitan. De todas maneras con un maquillaje de fingido rubor se destaca el papel de Damasco (Siria) en la entrega de armas a Sadam Hussein, sus nexos con el terrorismo en Medio Oriente y el avance de su producción de armas químicas.
Es cierto, Cuba ha provocado el horror de los países civilizados cuando por el secuestro de una embarcación condena a la pena de muerte por fusilamiento a tres disidentes en un juicio sumario que deja la duda al mundo de si se respetaron cabalmente las garantías individuales de esas personas. Al mismo tiempo causa sorpresa como a 145 cubanos se les dictan altas penas de prisión. Sin duda que el régimen de Fidel Castro cuenta con una legislación penal sui géneris que en la isla del Caribe dadas las circunstancias de tener encima las presiones de los estados Unidos puede que hayan sido producto de un desquiciamiento que el resto del mundo no logra entender, lo que ha provocado una ola de indignación. Pero nos detengamos ahí. El secretario de Estado Colin Powell pide que los hechos atribuidos a Cuba indignen y escandalicen a los líderes mundiales. La paja en el ojo ajeno. Los bombardeos indiscriminados que desaparecieron familias enteras, los misiles disparados contra el hotel donde se encontraban periodistas, muriendo tres, los disparos indiscriminados contra multitudes de civiles, los niños que perecieron y los que quedaron mutilados. Si, lo dicho, hay confusión de valores.