A Martha y Guadalupe las embriaga la tristeza; su mejor regalo es ver a sus hijos
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- La Navidad fue muy fría, las bajas temperaturas invadieron la Noche Buena. En el Cereso local, el frío fue más penetrante, llegó hasta el corazón. Algunas internas del penal se embriagaron de tristeza... su mejor regalo: ver a sus hijos.
Martha y Guadalupe ya saben lo que es vivir las fiestas de diciembre en el encierro. Martha tiene 36 años y cinco hijos. Guadalupe de 30 años tiene dos niños y una mujercita. El mayor va a cumplir años el primero de enero.
Delitos contra la salud, en su modalidad de venta y transportación respectivamente, son las infracciones cometidas por las dos mujeres en diferentes hechos. Martha ingresó al Centro de Readaptación Social el siete de diciembre de 2002; Guadalupe el 13 de febrero de 2001.
Antes de enfrentar la acción de la justicia, Martha trabajaba en varias maquilas para sostener a sus hijos: Juan, de 20 años, José de 17, Víctor de 15, Diana de 11 y Eduardo de nueve años. “Ahorita unos han dejado hasta de estudiar, yo era su mano derecha y la izquierda”, dice Martha.
Guadalupe lavaba ropa ajena, laboraba como doméstica en casas y vendiendo cosméticos. Un “error” la mantiene alejada de sus hijos: Óscar de 15 años, Ana de 13 y Julio de 11 años. “Todos están regados”.
Desde el interior del penal, tras las rejas y cuatro paredes muy altas, la Navidad tiene otra óptica. Para las dos internas, la respuesta es la misma: tristeza. El mayor deseo es ver a sus hijos, quienes por diferentes circunstancias las visitan muy esporádicamente.
La Navidad de 2002 Martha estaba ya internada. “Es muy triste estar aquí, sin poder estar con los hijos, con la familia, que más lo necesitan a uno”.
Según la mujer, el dos de diciembre del año pasado, acababa de entrar a trabajar en un puesto de comida. “Cuando llegó la policía encontraron unas pastillas, tuvieron un problema con unos traileros. Al final fue sentenciada a diez años de prisión. “Hasta ahorita me porto bien”.
Tres navidades en el penal. Para Guadalupe se presenta el mismo sentimiento de tristeza: “Uno quiere estar con sus hijos, por un error mis hijos están sufriendo, al salir de aquí no quisiera saber nada (del Cereso), voy a portarme lo mejor posible para que mis hijos me tengan pronto”.
Hoy los hijos de Guadalupe “están regados”: el grande lo tiene una hermana, la niña está con la señora que crió a Guadalupe y al chico lo llevaron con el abuelo. “Todos están bien”, dice la madre con la voz quebrada.
La mamá de los tres niños dice que su “error” fue ingresar al penal para ver a su esposo también interno. “Al revisarme en la aduana me encontraron un cigarrillo de mariguana”. Fue sentenciada a cinco años.
El mayor deseo de las internas en Navidad es la visita de sus hijos, la cual es infalible el 25 de diciembre. Durante el año, a Martha la visitan cada mes o mes y medio. A Guadalupe también, pero a veces más feriado. Su hermana trabaja todo el día en una fábrica y a veces no hay tiempo para llevar a los niños.
Así como la tristeza es casi obligada, la libertad es un anhelo. “Quiero estar con la familia y mis hijos, me preocupa que no vayan a la escuela... yo también soy su figura paterna”, señala Martha.
Si se presentara una oportunidad de reiniciar su vida, Martha no duda y advierte que se pondría a trabajar para sacar a sus hijos adelante y hacerlos hombres de provecho, “México quiere gente mejor, pero sin el apoyo de los padres cómo”.
Cuando salga del penal Guadalupe también se pondrá a trabajar y dedicarse a sus hijos. Su prioridad es darles cariño y recuperar el tiempo perdido. Guadalupe entrelaza sus manos, agacha la cabeza y los ojos se ponen vidriosos.
“Ellos (los hijos) lo ven mal (su internamiento), están confundidos. No hay reclamos... simplemente que ha andado de aquí para allá”, dice Guadalupe ya traicionada por las lágrimas.
Martha envía un mensaje a sus cinco hijos: “Que se porten bien y sean buenos”. Guadalupe hace lo mismo: “No olviden que los quiero mucho, que todo el tiempo perdido se los voy a recuperar, en todo lo que reste de vida y voy a portarme bien”.