El inicio de un nuevo año entraña también el comienzo de una nueva etapa en la vida de las naciones y de los estados, de manera que a partir de este día, un pueblo como el nuestro tiene que formular nuevos votos y refrendar compromisos a fin de trabajar a favor de las mejores causas populares, porque es en base a ellas y en la implementación de sus posibles apoyos que se va construyendo el futuro de la República.
Se ha dicho y con razón que la fe y la confianza en nosotros mismos es más grande que los problemas que podemos enfrentar, pero ambas deben estar fincadas en el conocimiento de nuestras propias potencialidades, que si bien son muchas, éstas deben sustentarse en la aceptación de que somos una sociedad plural, con diversidad de intereses; pero entre ellos hay algunos en los que todos coincidimos y es hacia su consecución que debemos encaminar nuestros esfuerzos.
Con este año que hoy da principio, se inicia también el tercero de la primera etapa de transición que vive el pueblo y tenemos que admitir que han sido las divisiones internas y las confrontaciones estériles las que han generado conflictos que impiden establecer las metas que se deben alcanzar para fortalecer la República; no a favor de un partido en concreto, ni en el de un sector social determinado, sino en el de la gran mayoría de la comunidad que desea lograr un desarrollo social sustentable.
Los tiempos del aprendizaje gubernamental y la confrontación sistemática de las distintas fuerzas políticas, deben quedar atrás para dar paso a un gran pacto nacional, en el que haciendo a un lado lo que a cada cual pudiera convenir, se precise lo que a todos conviene y en ese sentido se trabaje para lograr que nuestro país marche unido por un rumbo cierto y en pos del bien común.