La noticia tomó por sorpresa a una buena parte de los analistas y expertos de economía y finanzas de Estados Unidos y también de México.
Pero el lunes ya todo mundo lo sabía y los efectos fueron sorprendentes.
Estados Unidos registraba en el trimestre julio-septiembre de este año un crecimiento económico del siete por ciento con respecto al mismo período del 2002.
Esta situación no se veía desde 1984 en el país más poderoso de la urbe y que en los últimos años ha sufrido de todo, desde ataques terroristas inmisericordes hasta desempleo, deflación y estancamiento económico.
Pero los analistas financieros advierten que la recuperación está en camino y que finalmente los indicadores demuestran un récord sin precedente para el trimestre julio-septiembre del 2003 que se liga al crecimiento del 3.3 que registró la economía en el segundo semestre.
Las bolsas de valores, en especial la de Nueva York, hicieron rápido eco al feliz acontecimiento y subieron más del 3 por ciento en sus índices de cotizaciones. Incluso en México el disparo del índice de cotizaciones estuvo cerca de superar el récord del año 2000.
Pero bien dice el refrán que una paloma no hace verano como tampoco es tiempo de echar las campanas a vuelo porque las comparaciones van sobre el año 2002 que siguió al fatídico 2001 y que registró prácticamente un nulo crecimiento de la economía norteamericana.
Además Estados Unidos sigue bajo la amenaza latente del terrorismo, los ataques certeros de la insurgencia iraquí y los efectos de los desastres naturales que suelen ocurrir a lo largo del año como los recientes incendios en California que dejaron enormes pérdidas para la población y el gobierno.
Los reportes del desempleo, del deterioro en los índices de confianza, amén de los resultados negativos de muchas empresas norteamericanas, hacen suponer que el tercer trimestre fue atípico y por lo mismo difícil todavía de considerar como una tendencia en firme.
Para México y para el presidente Fox no habría mejor noticia que la confirmación oficial del repunte en la economía norteamericana. Además de brincar de gusto, Fox aprovecharía para empujar con fuerza el acuerdo migratorio. Desde luego los mexicanos documentados e indocumentados en Norteamérica tendrían más oportunidades de trabajo y con ello la posibilidad de incrementar los envíos de dólares a sus familiares de México.
De acuerdo a un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo y el Centro Hispano Pew los envíos de trabajadores mexicanos de Estados Unidos a nuestro país serán este año de 14.5 mil millones de dólares.
Esta cantidad supera a los ingresos turísticos y a la inversión extranjera de todo el año, situación que no se había visto jamás en el pasado.
Sólo los ingresos petroleros están arriba de estas remesas lo que significa que buena parte de la estabilidad económica de México se debe al fruto del trabajo intenso y febril de los millones de mexicanos que viven en Norteamérica.
Pero no es tiempo de triunfalismos ni de pensar que la recuperación del tercer trimestre es definitiva para Estados Unidos y sus principales aliados como México. Las bajas económicas no son resfriados que duran tres o cinco días, tradicionalmente los auges como las crisis tienen períodos de duración que van de los dos a los cinco años.
Ya hemos visto la dramática situación que vive Argentina que lleva varios años tal como ocurrió en México con la espantosa crisis de 1994. Por lo mismo más vale ser cautelosos, mantener prudencia en los gastos e inversiones y esperar a que los indicadores confirmen en los próximos meses tales tendencias positivas.
Del plato a la boca se cae la sopa, dirían nuestros antepasados, así que mucho cuidado con las noticias triunfalistas que ocurren curiosamente a un año de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
El autor es licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana con maestría en Administración de Empresas en la Universidad Estatal de San Diego.
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