Notimex
México, DF.- Para evitar que cada año crezca el desempleo entre los egresados de instituciones públicas y privadas de educación superior, lo que crea frustración y depresión en muchos de ellos, urge una mayor planeación de universidades con gobierno y sectores productivo y de servicios, advirtieron expertos académicos.
De lo contrario, la situación se agravará mucho más en los próximos años y por la falta de empleo en México miles de egresados buscarán irse a otro país, para provocar “fuga de profesionistas”, entre ellos algunos “cerebros”, advirtió el integrante del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Roberto Rodríguez.
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) propuso, a su vez, establecer la obligación de que las solicitudes de nuevos programas de estudios o la modificación de los vigentes contengan análisis detallados de viabilidad laboral, realizados por instancias especializadas independientes.
Roberto Rodríguez, quien también es investigador del Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU), estimó que debido a la falta de crecimiento económico durante más de una década, la mitad de los egresados de enseñanza superior no puede encontrar trabajo en el primer año posterior a la conclusión de estudios.
Pero no siempre encuentran trabajo en las áreas en las que fueron formados sino donde hay vacantes; además, ante la necesidad de laborar, los profesionistas se ven obligados a percibir bajos salarios.
Algunos, los menos, se autoemplean, trabajan por su cuenta o crean sus propias empresas, a pesar de que la banca no ofrece créditos.
El experto afirmó que son tiempos difíciles para el egresado, lo cual obliga al Estado a buscar alternativas laborales en las instituciones gubernamentales, en la obra pública y en los servicios que presta.
Sobre el mismo tema, la investigadora de la Facultad de Psicología (FPs) de la UNAM, Isaura Elena López Segura, afirmó que este problema no es de ahora sino que se viene arrastrando varias décadas atrás.
Mencionó que la situación laboral en las empresas privadas es difícil y en el sector público las cosas se han complicado porque no están empleando a egresados y hay una política de “liquidaciones voluntarias” que lleva a deshacerse de su trabajo a muchos profesionistas y personas con otro tipo de preparación.
Y en las pocas fuentes de empleo, del sector privado o público, donde se emplea a personas de nuevo ingreso, no se les da la planta como lo establece la Ley Federal del Trabajo, sino que se contrata por honorarios, sin derecho a ninguna prestación social.
Expuso que los contratos se tienen que renovar cada mes para que no hagan antigedad y la incertidumbre en que viven los profesionistas y trabajadores de perder el empleo en cualquier momento (la mayoría de ellos son casados o mantienen a su familia), los deprime, los enferma de los nervios, gastritis, colitis y otros padecimientos relacionadas con su trabajo.
La frustración que padecen algunos egresados estriba en que todo lo que aprendieron en la Universidad, las ganas que pusieron a su carrera, no lo pueden realizar en una institución pública o empresa privada para recibir a cambio una remuneración decorosa por sus servicios, abundó.
No hay vacantes y cuando se ocupa una plaza los patrones les pagan muy poco, lamentó el analista.
Una de las características distintivas del sistema de educación superior de México en la década de los noventa fue la fuerte expansión de la oferta de egresados.
Pese al lento crecimiento de la economía, durante la década pasada el empleo de mano de obra se habría acrecentado a tasas más dinámicas, equivalentes al 3.6 por ciento anual.
Así, los niveles medios de productividad se habrían mantenido estancados a lo largo del decenio y el crecimiento de una parte sustantiva del empleo se habría dado en el llamado sector informal urbano de la economía, indica un estudio de la ANUIES.
Por otra parte, la primera Encuesta Pública del Salario de los Profesionistas Recién Egresados, realizada por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), revela que 40 por ciento de los jóvenes que se titularon en 2001 no tienen empleo remunerado. Ello significa que, de este grupo, una cifra de 11 mil 466 nuevos licenciados pasaron de estudiantes a desempleados.
Empero, del 60 por ciento que obtuvo una plaza (17 mil 200 jóvenes), 29 por ciento lo hizo en una actividad ajena a su carrera, en tanto que otro porcentaje igual pudo ubicarse en su área, pero con salarios no mayores a los dos mil pesos mensuales; el resto recibió remuneraciones que no pasaron de los cinco mil pesos. La encuesta, aplicada a 28 mil 666 egresados de 270 universidades públicas y privadas, detectó que los nuevos profesionistas peor pagados son los médicos y los ingenieros químicos, con sueldos inferiores a los dos mil pesos, en tanto que los mejor remunerados son los de Derecho, Turismo o Ingeniería Eléctrica.