PRIMITIVO JAVIER GONZÁLEZ M.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- La reubicación de las ladrilleras, proceso iniciado desde principios de año, aún no ha sido concretado por la resistencia de los dueños y empleados de los obradores, pero el director de Salud Municipal, Eduardo Huitrón, asegura que se hará.
Entrevistado en uno de los lugares donde se elaboran los ladrillos en forma rudimentaria, el servidor público precisó que son alrededor de 243 obradores, de acuerdo al censo levantado por las autoridades municipales.
El problema, dijo, es que están muy cerca de la mancha urbana y constantemente generan contaminación, motivo por el cual es imperativa su reubicación y ya se tiene elaborado el plan.
“El viernes pasado se encendieron seis obradores en forma simultánea, como las 18:00 horas y una enorme nube de humo negro invadió la ciudad, lo cual nos obligó a proceder para apagar los cocedores”.
Los obradores están ubicados en el extremo sur y sureste de la ciudad, de tal forma que cuando hace viento, generalmente se lleva el humo a la mancha urbana, lo que obviamente causa mucha inconformidad de la ciudadanía, expresó el director de Salud Municipal.
La reubicación está contemplada en terrenos del ejido Santo Niño Aguanaval, colindante con el ejido San Felipe, a unos cinco kilómetros y medio de la cabecera municipal y los terrenos serán cedidos en forma gratuita.
Eduardo Huitrón reconoció que existe resistencia de parte de algunos dueños de obradores, pero la medida es en beneficio de la población en general y debe ejecutarse, pues además existen proyectos para los espacios ocupados todavía por las ladrilleras, donde se planea una superficie ecológica y otra industrial.
No se irán
Federico Piña, empleado de uno de los tantos obradores localizados al sureste de la ciudad, dice que no se irán de los terrenos que ocupan, ya que pretenden reubicarlos muy lejos de donde actualmente laboran.
Hermano del dueño de la ladrillera donde trabaja, comenta que sería muy difícil para todos volver a empezar, pues faltan recursos para instalarse, además del traslado diario hacia los terrenos donde las autoridades municipales los quieren enviar.
Con aproximadamente 30 años en ese oficio, Federico hace como mil 200 ladrillos diarios en cinco horas, bajo los inclementes rayos del Sol y obtiene un sueldo de 170 pesos. “Sale pa’ chiviar y pa’ las caguamas”.