“Ambos países comparten la idea de que están condenados a vivir uno junto al otro”. Alan Riding
La declaración recuerda los tiempos de Luis Echeverría. En una entrevista radiofónica este pasado lunes, y ante la percepción de que hay una creciente separación entre México y los Estados Unidos producto de la actitud mexicana ante la guerra en Iraq, el presidente mexicano Vicente Fox declaró que “ahorita no hay ninguna reunión prevista con el presidente (estadounidense George W.) Bush”.
Fox señaló que en este momento lo que tiene prevista es una salida a la Conferencia de Río, “donde se reúnen todos los países latinoamericanos”. El presidente Fox continuó: “Me parece muy importante estar cerca de los líderes que están surgiendo, como (el brasileño) Lula, para integrarnos, para poder compartir y poder discutir los problemas actuales que tenemos y mantener esta cercanía a los países latinoamericanos que es tan importante y es tan vital en estos momentos”.
Yo no sé si esta declaración es una simple expresión retórica no meditada o si indica, efectivamente, un cambio en el foco principal de atención de la política exterior de México de Norteamérica a Sudamérica. Si es así, la decisión es pésima. Mucho trabajo le ha costado a México despegarse en la percepción de los mercados del resto de Latinoamérica. Si por las diferencias con Washington sobre la guerra de Iraq nos refugiamos en la opción latinoamericana, como lo hicieron Echeverría y José López Portillo, estaremos cometiendo un error histórico.
Me queda claro que México no podía apoyar abiertamente la intervención militar estadounidense en Iraq. Esto habría implicado una violación al principio de no intervención que México, pese a haber soslayado, no ha abandonado completamente. Tal apoyo habría violentado además la voluntad popular de los mexicanos expresada en todas las encuestas de opinión. Un mandatario no puede darse el lujo de tomar decisiones que vayan abiertamente en contra de la voluntad de su pueblo, como bien lo entenderán en su momento el británico Tony Blair y el español José María Aznar.
Pero sugerir que las diferencias entre México y los Estados Unidos no tienen importancia, y que lo que debe hacer nuestro país es buscar un acercamiento con Sudamérica, es no entender cuál es el interés de largo plazo de nuestro país.
Para bien o para mal nuestra relación comercial con Estados Unidos es muchas veces superior a la que tenemos con Latinoamérica. Tan sólo en el 2002 el comercio total entre México y Estados Unidos fue de 253,991 millones de dólares, según las cifras mexicanas. México exportó a Estados Unidos 142,954 millones de dólares e importó 111,037 millones, lo cual nos dejó un superávit de 36,397 millones de dólares. En contraste, nuestro comercio con todos los países de América del Sur juntos fue de apenas 7,934 millones de dólares, de los cuales 2,484 millones de dólares fueron exportaciones y 5,450 millones importaciones para dar un déficit de 2,965 millones de dólares, según el Banco de México.
Pero esto no es todo. Actualmente, según cifras estadounidenses, por lo menos siete millones de ciudadanos mexicanos viven en territorio estadounidense. Si incluimos a sus hijos, la suma asciende a diez millones. El total de mexicano-estadounidenses viviendo en la Unión Americana era en el 2000, según el censo estadounidense, de 20.6 millones. Estamos hablando de una quinta parte de la población de México.
Estos mexicano-estadounidenses han sido vistos tradicionalmente con desprecio tanto por los estadounidenses como por los mexicanos. Alejar el foco de la política exterior mexicana de los Estados Unidos para concentrarla en Sudamérica no haría más que acentuar la distancia que actualmente siente ante México esa población mexicana radicada en Estados Unidos.
Me queda claro que los mexicanos en México siguen teniendo una actitud de confrontación con Estados Unidos, la cual explica, por lo menos parcialmente, la actitud antiestadounidense de tantos mexicanos con motivo de la intervención en Iraq (muy distinta a la simple oposición a la guerra). Pero eso no justifica que el gobierno de México deba regresar a los tiempos del populismo en que se argumentaba en nuestro gobierno que la relación con los Estados Unidos podía sustituirse con un acercamiento a los países de América Latina.
Actitudes distintas
De acuerdo con una encuesta realizada en el 2002 por la empresa Zogby International, 58 por ciento de los mexicanos consideran que el territorio del suroeste de los Estados Unidos le pertenece realmente a México. En contraste, también el 58 por ciento de los estadounidenses quieren que su país restrinja la inmigración a su país.
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