TORREÓN, MÉXICO.- La pregunta persiste en Venezuela después de cuatro paros cívicos, después de golpes de Estado y motines; después de huelgas y arrestos, después de declaraciones enfebrecidas y manifestaciones: ¿cómo salir del laberinto?
Desde hace meses, ese país sudamericano se ha convertido en una tribuna donde brotan discusiones de resonancias míticas. El punto central de los debates descansa sobre el presidente Hugo Chávez Frías, un militar que escribe poemas en su tiempo libre y que en horas de trabajo, bajo la consigna de refundar al país, ha desatado uno de los capítulos más difíciles de la historia venezolana.
?Chávez se va?, dicen algunos, ?Hugo se queda? contestan enfrente, y las únicas verdades, por lo pronto, parecen ser el caos y la incertidumbre que a ratos parecen desbordar el territorio nacional. La oposición declara que el presidente ha fallado y exige elecciones o al menos un referéndum para demostrarle el rechazo popular. Como respuesta a los reclamos, el hombre de la boina esgrime la Constitución y dice: ?La ley no me permite dejar el cargo antes de agosto?. El documento, con menos de cuatro años de existencia, fue creado por una Asamblea Constituyente por iniciativa del propio presidente, y la imposibilidad para lograr consensos al respecto deja la impresión de caminar en círculos.
Chávez no es ajeno a las turbulencias en el terreno político: en 1992 encabezó la Operación Militar Ezequiel Zamora, una rebelión fallida del ejército, por la que tuvo que pasar un tiempo en prisión. Allí participó en la redacción de la propuesta ?Cómo salir del laberinto?. Seis años más tarde fue elegido presidente de la República.
Su mandato ha sido de los más accidentados en la historia reciente de América Latina: por diferentes circunstancias tuvo que rendir protesta tres veces: en febrero de 1999, en agosto de ese mismo año y en agosto de 2000. En abril del año pasado logró sobreponerse a un golpe de Estado que le arrebató el control de la nación por dos días, con revueltas que costaron la vida de 17 personas y causaron heridas al menos a 300. El líder empresario Pedro Carmona fue entonces un presidente fugaz, con sólo dos días en el poder antes del retorno de Chávez Frías.
El 23 de octubre pasado, el mandatario vio, como en un espejo, a catorce militares de alto rango invitando por televisión a desconocer la autoridad del gobierno. A ellos se sumaron oficiales intermedios y miles de civiles, además de trabajadores de la empresa paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). La tensión creció hasta el punto en que la oposición convocó a un paro cívico indefinido, que estalló el primero de diciembre y se disolvió sesenta días después dejando sólo una estela de escasez y un panorama empedrado para la economía nacional.
A pesar de los esfuerzos de la Organización de Estados Americanos para establecer mesas de diálogo, la postura del gobierno y de la oposición parece inmutable. Tampoco las propuestas presentadas por Jimmy Carter, premio Nobel de la Paz y por un grupo de países ?Amigos de Venezuela? han podido concretarse en acuerdos sustanciales.
Que la solución se antoje difícil no es un motivo para cerrarse a las inquietudes: por el contrario, es ahora cuando las voces de Venezuela deben ser escuchadas dentro y fuera de su país. El Siglo de Torreón publica hoy dos reflexiones escritas por ciudadanos venezolanos, concepciones sobre los intentos de su nación por salir del laberinto:
Una difícil situación*
Estoy de regreso en mi México lindo y querido, luego de pasar las navidades con la familia, en mi tierra natal, Venezuela.
Es inevitable referirme en este escrito a la crisis político-social que está arropando a ese país en estos momentos; una situación que está mucho más complicada de lo que supuse antes de partir y que sólo deducía por esos simples actos que vemos a través de algunos noticieros -a veces poco críticos y apegados a la verdad- donde se quiere presentar a la oposición del presidente Chávez como golpista y terrorista de la democracia: nada más contrario a la realidad. El paro nacional, y las manifestaciones en la calle de todos los sectores de la sociedad, han sido las declaraciones del pueblo venezolano ante el fracaso de Hugo Chávez como presidente.
Hay que sentir y vivir con el pueblo lo que acontece diariamente para poder entender esa situación de desobediencia civil y también para poder captar cómo le ha costado a Venezuela madurar políticamente. Es un pueblo que viene arrastrando una tradición de apatía política en sus más de 40 años de democracia, no ajena a la mediocridad de sus gobernantes anteriores, y que fue aprovechada por Hugo Chávez en un momento coyuntural de la nación. Chávez gana la presidencia gracias a una minoría de venezolanos que lamentablemente viven en pobreza económica e intelectual, y por la desidia de más del 50 por ciento de la ciudadanía que no acudió a votar. Emprende entonces un proyecto ideológico muy ajeno a los venezolanos; un proyecto de comunismo y de ?revolución social?, que pinta más a revolución cubana, que sólo atiende intereses personales del presidente y que ha desbancado económicamente al país.
Una política de abatimiento de las instituciones democráticas ha sido característica de su mandato. Son constantes sus ataques a los organismos sindicales, empresariales, universidades, Iglesia, partidos políticos, instituciones policiales, medios de comunicación; simplemente porque su régimen totalitario no soporta la disidencia. Él considera enemigos a todos sus oponentes y son recurrentes sus discursos radiales y televisivos maratónicos, dedicados a detractar a aquellos que lo cuestionan. Más aún, los ha enfrentado con violencia a través de brigadas mal llamadas Bolivarianas, que el ciudadano común denomina ?círculos del terror?, ya que están armadas y entrenadas para reprimir a sus adversarios.
Paralelo a este abuso de poder, la población se hunde en un atraso económico y social que no tiene parangón en la historia de Venezuela. Chávez no tiene ni un solo logro a favor de los pobres, es más, los índices de desempleo han subido durante su mandato del seis por ciento al 30 por ciento, golpeando a la clase media no sólo con el tema del desempleo, sino con el aumento de los impuestos, el control de la divisa, el desenfreno de la inflación. Los programas sociales se han eliminado para ser sustituidos por aportes ocasionales a la población a cambio de lealtad política. Ni qué decir del tema de la corrupción, pues su gobierno ha batido con descaro todos los récords de gobernantes anteriores.
Muchas encuestas apuntan que más del 80 por ciento de los venezolanos, están actualmente en contra de esta ?revolución?; y dicha conclusión no es sólo deducida por un análisis frío de ciertos indicadores económicos, sino porque los ciudadanos están sintiendo en carne propia las secuelas del gobierno.
En los últimos meses, el paro cívico parecía ser la única salida ante la sordera y ceguera de los organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), y Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre otros. Lucía sensato reconocer que cada cual debe resolver sus propios asuntos. Sin embargo, hasta la fecha, los paros no han rendido los frutos esperados, ni tampoco las negociaciones entre gobierno y oposición. Peor aún, las represalias del gobierno contra los líderes de la oposición, están a la orden del día. Surgen arrestos a los principales opositores, así como despidos masivos a los empleados de la empresa petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA), principal oponente al gobierno Chavista.
A pesar de la encrucijada, surgen aspectos positivos. Al enarbolar la bandera, y salir a las calles a protestar pacíficamente, el venezolano está adquiriendo, por primera vez en su historia contemporánea, un sentimiento patriótico que puede ser el mayor aprendizaje de toda esta situación. Muchas veces sentí un nudo en la garganta al estar en una marcha protestando pacíficamente, cantando el himno nacional y compartiendo genuinamente un ideal con la gente.
En Venezuela se siente la historia, porque lo cotidiano deja su ritmo dando paso a la soberanía de un pueblo que reconoce su error ante la elección equivocada de su mandatario.
Chávez ha fracasado y aunque su mandato tiene legitimidad de origen por haber sido electo por un pueblo apático y conformista, no cuenta con la legitimidad de ejercicio; misma que ha disminuido por los abusos de poder y la violación de los Derechos Humanos.
La única intención de estas letras es que se entienda un poco más la situación que vive internamente Venezuela y que podamos aprender algo de la historia ajena de nuestros pueblos, por lo menos, para no repetirla.
La alternativa perdida**
Nuestra situación política es un tanto confusa hasta para nosotros mismos, ¿cómo será para alguien que no viva en Venezuela? (...) La división es tan profunda que es difícil encontrar alguien que no guarde partido por alguno de los dos bandos, y en ambos existen moderados y extremistas, y por supuesto esto complica la situación.
Yo y la mayor parte de mi familia siempre hemos estado del lado opuesto al señor que aparentemente nos gobierna y esto se origina en que a pesar de haber sido por el pueblo, Chávez protagonizó un golpe de Estado en 1992 por dos veces consecutivas desconociendo la constitución en aquel momento, aunque existiera descontento ante el gobierno (...). El país se ha polarizado en extremo porque el presidente no respeta individualidades, iglesia, empresarios, sindicatos, lo que ha traído como consecuencia un gran descontento.
Parece ser que la derecha venezolana, en unión con unos militares aprovecharon la confusión de aquel momento y pretendieron instaurar un régimen dictatorial, disolviendo de pluma y porrazo todos los poderes públicos, incluyendo la Asamblea Nacional ¿había otra alternativa? Sí la había, en vista del vacío de poder que se creó en abril, motivado porque el presidente ordenó al ejército reprimir a la gente que estaba marchando, orden que no fue acatada por el mando militar.
El jefe del alto mando anunció por televisión que Chávez estaba dispuesto a renunciar, lo que fue utilizado por los grupos de derecha para convencer a Carmona de establecer un gobierno de facto. Si hubo alternativas pero fueron desaprovechadas, porque se pudo haber instaurado una Junta de Gobierno con la participación de todos los grupos.
* Claudia M. Álvarez O.
Profesora del ITESM,
Campus Laguna.
**Jesús Ramón Dugarte.
Catedrático en la Universidad
de Barquisimeto, Venezuela.