Entre los diferentes sectores de la comunidad predomina el sentir de que el alcalde Guillermo Anaya Llamas, es político joven con entusiasmo y capacidades para trabajar por Torreón. Lamentablemente su actuación en estos siete meses no ha correspondido del todo a esa confianza; los días están pasando y su administración se observa lenta, pintada de gris subido y sus colaboradores dan la impresión de formar un equipo desincronizado cuyos miembros, sin brújula, se mecen al vaivén de las diarias presiones, careciendo del necesario rumbo y ejecutividad para realizar los proyectos de modernización que requiere la ciudad. Es poquito lo que se viene avanzando, mencionándose entre esos avances: los trabajos de renovación de la tubería de agua potable en el primer cuadro; la limpieza de una parte del canal embovedado de “La Perla” que pasa por el centro, (cuya finalidad y costo todavía no se tiene muy clara). La otra obrita es la del “Bosque Venustiano Carranza” al que le tumbaron la barda hace dos meses anunciando que le pondrían una nueva más decorosa, pero todo sigue igual. En cuanto a la anunciada compra del edificio del Banco de México, nadie sabe en que quedó. En estos pocos asuntos inconclusos se podría resumir “la obra” de siete meses de la administración, por lo que cabe preguntar al Alcalde y a sus colaboradores cuándo y cómo se abordarán los problemas de: modernización del transporte; “Pabellón Hidalgo”, tabaretismo; vendedores ambulantes en el primer cuadro; las deterioradas banquetas; los monitores para medir la contaminación ambiental; la continuidad de la carpeta asfáltica en las áreas que dejó pendiente la pasada administración, etc. Sería conveniente que don Guillermo diera muestras de tener el control de las riendas realizando las acciones que prometió en su campaña, sobre todo en la solución de los problemas históricos que se han venido arrastrando desde pasadas administraciones. Los torreonenses así lo merecen; ¿ o no Don Guillermo?
--------------------0--------------------------------0--------------------------
Las pasadas elecciones en Coahuila rindieron buenos frutos para el PRI, prueba de ello es que se llevaron seis de los siete distritos electorales, lo que hizo subir los bonos del gobe don Enrique ante su partido, lo que lo debe tener feliz y contento, pues de alguna manera lo avala en su intención polaca de llegar a gobernar desde los Pinos. Sin embargo, los priistas en la entidad no deben echar las campanas al vuelo, porque las cifras de votos revelan que no todo fue miel sobre hojuelas, pues en las elecciones del 2000 los prisitas en Coahuila obtuvieron trescientos cincuenta mil votos y en la pasada contienda apenas alcanzaron doscientos veinticinco mil, lo que revela que el “voto duro” del priismo se ”ablandó”, desapareciendo del escenario electoral ciento veinticinco mil votantes, por lo que se puede decir que el PRI de Coahuila no avanzó, sino más bien, como la burrita, “dio dos paso pa‘delante y otros cuatro para atrás”.
------------------------0------------------------0---------------------------------0
Desde que el ex alcalde Salomón Juan Marcos salió electo diputado local, se olvidó del terruño y de los electores que le dieron su voto, comentándose que el tiempo que le queda libre, después de atender sus negocios particulares, lo dedica al Congreso, pero a puro grillar, porque a eso de legislar no le entiende muy bien, y por ello, su cargo de representante popular no lo maneja con interés, esperando agazapado “serrucharle la silla” al jefazo del Congreso, Abraham Cepeda Izaguirre. Los que de esto saben, dicen que sería tanto como ir de Guatemala a guatepeor. Vaya usted a saber; habría que vivirlo para confirmarlo y seguramente Don Abraham no estaría muy dispuesto a prestarse al experimento.