De plano, el gobierno del presidente Vicente Fox no gana para vergüenzas. Ahora resulta que el “Pemexgate” y “Caperucita Roja” son lo mismo caldo, es decir, puro cuento chino inventado por el ex contralor de la federación Francisco Barrio; al menos es lo que se observa en cuanto a los principales delitos por los que fueron acusados los presuntos responsables. Esto se deduce porque la Procuraduría de la Republica recientemente exoneró de delitos graves al ex gobernador de Coahuila y ex director de PEMEX Rogelio Montemayor, así como a otros ex funcionarios de esa institución, entre ellos Carlos Juaristi (ex secretario de gobierno en Coahuila); o sea, que después de año y medio de alboroto nacional contra la corrupción, ahora la Procuraduría de la Republica sale con la sorpresa de que no se encontraron elementos para imputarles el delito de delincuencia organizada, como tampoco el de lavado de dinero. Estas resoluciones dejan mal parado al presidente Fox, pues de alguna manera el permitió que se engañara al pueblo con acusaciones carentes de fundamento. Por ahora a los presuntos responsables sólo les quedan los cargos de peculado y uso indebido de atribuciones, aspectos que a la fecha tampoco han sido probados, lo que lleva a pensar que el gobierno foxista gusta de hacer mucho ruido teniendo pocas nueces en el costal. Entre grillos que dicen saber como se teje la madeja de la polaca, comentan que detrás de estas resoluciones se encuentra la mano del ex presidente Salinas; ¿usted que piensa?
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Nuestros sub agentes nos informan que Javier Lechuga Laborde, otrora influyente “escudero” y portavoz del secretario de gobierno Raúl Sifuentes, se encuentra decepcionado del PRI-Gobierno, porque desde hace meses lo tienen en el olvido y aunque según dicen cobra como “contador externo” en las presidencias municipales de Matamoros y Viesca, la realidad es que se le hace poco el buche, y así lo deja saber en voz baja en cuanta oportunidad se le presenta, pues considera que en su momento salió al quite dando la cara por “su patroncito” en maquiavélicas confabulaciones, comentándose que recientemente, para curar su dolor de político medio olvidado, decidió acercarse con los blanquiazules para ver si lo cobijaban y por conducto de un hermano del alcalde hace unos días se entrevisto con don Memo Anaya, a quien contó sus penas y ofreció sus servicios. Se dice que se limitó a escucharlo sin darle el apapacho ni la chamba que “Lechuguita” esperaba.
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Sería muy conveniente que la alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera, se diera una vueltecita por el parque industrial de aquella ciudad y así podría darse cuenta que la basura, escombro, maleza y hoyancos predominan en muchas calles, avenidas y banquetas, siendo notorio que el Departamento de Limpieza brilla por su ausencia y que muchos dueños de empresas ahí instaladas poco o nada hacen por mantener aseados los frentes de sus negocios. Ojalá que doña Lety, que a dado muestras de no dejar las cosas “para el ratito”, no empiece a hacerlo con este asunto y le de una jalada de orejas a su jefe de limpieza el que bien podría empezar por asear los callejones donde están las vías del ferrocarril que son verdaderos focos de infección. En cuanto a los empresarios del lugar se hace necesario imponerles fuertes multas hasta que les “caiga el veinte” de que la limpieza exterior también es su responsabilidad. Resulta notorio también que el señalamiento vial esta requiriendo de actualización en determinados cruceros; con ello se podrán prevenir accidentes probables por el cada día más intenso tránsito en la zona.
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Obras a medias para Torreón y muy completitas para Saltillo. Esto se puede observar en la recién inaugurada Casa de la Cultura en el edificio que fuera la estación del ferrocarril. En esta obra destaca su remodelación interior realizada con toda la mano de un buen proyecto, pero desilusiona el poco interés que se puso en su arquitectura exterior, dando la impresión de ser un edificio de los años cuarenta. Extraña que el director de obras públicas, Jorge Viesca, llamado el “urbanista del año”, no se preocupara en convocar a los colegios de ingenieros y arquitectos para un diseño de la fachada. Además sorprende que dada la importancia de la obra, se olvidó darle una “manita de gato” a los alrededores, como sería la restauración del alumbrado público del camellón central, la siembra de jardines, árboles y plantas de ornato, así como la restauración de la carpeta asfáltica en calles y banquetas, aspectos necesarios que darían mayor lucimiento al edificio. Entre algunos empresario que asistieron a la inauguración se comentó que aquí faltaron los centavitos, pero si la obra hubiera sido en Saltillo otro galla habría cantado.