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Verdades y Rumores

La administración que preside el alcalde Guillermo Anaya se ha visto lenta y amorsillada en cuanto a la implementación de programas que estimulen el desarrollo económico del municipio. Sus colaboradores, que en esta área no se sabe quiénes son ni qué hacen, dan la impresión de navegar sin brújula, disfrutando y cacareando las inversiones que suertudamente les caigan del cielo. Para colmo de lo anterior, el “cerradito” jefazo de Simas, Fernando Alatorre Dressel, se encarga de ponerles trabas a las empresas que buscan establecerse en Torreón; tal es el caso de la empresa “Mágnum Machnery”, a la cual los funcionarios de Simas le exigen las “perlas de la Virgen” para autorizarle el servicio de agua potable y la instalación de la toma contra incendios. Los que de esto saben, afirman que la empresa en mención es proveedora de una de las industrias más importantes de la región y que no hallan el caminito para que el jefazo de Simas simplifique la tramitología y se muestre apoyador de las fuentes de empleo. Algo tendrá que hacer don Memo Anaya para darle una ubicadita a este funcionario, del que se comenta insistentemente que al tomar el cargo se subió a un ladrillo y se mareó.

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Nuestros avispados sub agentes que deambulan por los mentideros de la polaca, nos informan que el coordinador regional de Sedesol, Miguel Riquelme, le ha encontrado un “gustito especial” a su trabajo, surtiendo en colonias populares y ejidos, paquetes de materiales de construcción, pisos, cemento, varillas y demás. El gusto al parecer no proviene de la actividad social que ello representa, sino de las ganancias que tras bambalinas dejan los materiales, pues al decir de las hablantinas lenguas, se “asoció” con el empresario Miguel Mancilla, para lo cual se cambió el nombre a “materiales Chuy Copetosa” por el de “materiales Ferretoza”, mencionándose que entre otras monerías facturan varillas de mayor calibre de las que se entregan. Llama la atención que el listillo Riquelme haya sido el coordinador de la campaña de Eduardo Olmos, donde el reparto de materiales para “estimular el voto” (así se le dice ahora) fue como el pan de cada día. A lo mejor el chismecillo proviene de los partidos perdedores, pero curiosamente el citado negocito de materiales ha crecido en forma descomunal en los últimos dos años, porque el jefazo de Sedesol trabaja intensamente.

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No cabe duda que en Coahuila algunos funcionarios manejan la justicia a su antojo y como si se tratara de un país atrasado en donde algunos de sus gobernantes pretenden ningunear al pueblo. Esto viene a comentario por el sonado caso en el que un hijo del procurador de Justicia del estado, Óscar Calderón Sánchez hizo valer sus influencias obligando a los agentes viales para que bajaran de la grúa el auto de un amiguito que al decir de los policías preventivos traía aliento alcohólico, circulaba con exceso de velocidad, sin placas, con permiso de circulación falso y sin licencia de conducir. Fueron los policías ministeriales (que dependen del Procurador), los que atendiendo “las órdenes del júnior”, obligaron a los agentes preventivos a regresar el vehículo y dejar en libertad al infractor. Lo extraño y preocupante de este asunto, es la respuesta que al día siguiente dio el Procurador a los medios de información. En ella reconoce los excesos de su hijo, negando se tratara de influyentismo, justificándolo de que solamente había intercedido a favor de su amigo. Lamentablemente al encargado de la Justicia en el estado se le olvidó decir por qué el ministerio público no integró la averiguación correspondiente; tampoco citó a declarar a su hijo, ni a los agentes que faltando a su deber y con simpleza (el miedo no anda en burro), obedecieron las órdenes del júnior. En un país serio (que no es el caso), los hechos y presuntos responsables de entorpecer la justicia hubieran sido puestos a disposición del juez, pero aquí todo quedó en el pretexto de que el muchachito solamente se excedió. Con esta actitud de solapar abusos se fomenta la impunidad y resulta vergonzoso que sea el propio Procurador quien “le tenga la pata a la vaca” para que no sea molestado su “hijo incómodo”. No hay que olvidar que hechos vergonzosos como éste no es la primera vez que se dan en Torreón. ¿Qué pensarán sobre esto los integrantes del Consejo de Seguridad Pública? Ellos de alguna manera representan los intereses de la comunidad en esta materia y al parecer se volvieron sordos y ciegos.

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