En el asunto de los taxímetros, a pesar de las manifestaciones y bloqueos, el alcalde Guillermo Anaya ha mostrado mano firme, señalando que no habrá marcha atrás en el uso del taxímetro y que no se liberarán los taxis infractores internados en el corralón hasta que los propietarios paguen el costo del citado corralón y la infracción como cualquier otro ciudadano. Bien por el Alcalde que está mostrando traer bien fajados los pantalones y no se ha dejado amedrentar por ciertos líderes que con su actitud negativa buscan impedir la modernización y orden del transporte en la ciudad. Esperamos que a don Memo no se le afloje el cinturón en este caso.
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Los recientes cambios de funcionarios del Gobierno del estado en Torreón, se dieron en respuesta de intereses polacos; al menos es lo que se piensa; comentándose en la calle que la salida del titular del Registro Público, Bernardo Gurza Islas, fue resultado de un distanciamiento entre el secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes y el delegado de la Profeco, Armando García Triana. Se dice que don Raúl le pidió que apoyara y dirigiera la campaña de Laura Reyes Retana, a lo cual García Triana se negó por considerar que no era la mejor opción como candidata y se podría perder el Distrito (cosa que finalmente resultó cierta), pero su negativa molestó al Secretario de Gobierno, quien desde entonces le tiene un dedito doblado y le viene haciendo feos gestos y para “vengarse” le quitó la chamba a su yerno, Gurza Islas, sustituyéndolo, nada más y nada menos, que ¡con el jefe perdedor de la campaña de doña Laura!, José Luis Dovalina, a quien por su lealtad y sometimiento lo premiaron con la Dirección del Registro Público. Estas piedritas son las que suenan en el caudaloso río de los rumores; vaya usted a saber qué tanto es o no cierto, pero le dan sabor al caldo del chismeadero polaco.
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Siguiendo con lo de los cambios, se comenta que la salida de Raúl Mario Mijares como delegado de la Procuraduría de Justicia en la región, se debe a que nunca fue del grupito ni las simpatías del Secretario de Gobierno y por ello desde hace tiempo lo “traían en “jabón”. Además lo acusaron de revelar nombres de los parientes del Procurador que trabajan y cobran en la dependencia. La realidad es que su salida sirvió de “chivo expiatorio” para justificar una supuesta renovación de la Procuraduría, ante los señalamientos de la comunidad por frecuentes irregularidades, entre ellas: la incorrecta actuación de la Policía Ministerial en los dos asuntos que se vio involucrado el hijo del Procurador. En cuanto al sustituto, Gerardo Antonio Pérez Pérez, todavía no se sabe qué “teclas toca”; algunas voces hablan bien de él y otras no tan bien, pero en el corto tiempo su actuación revelará de qué lado se inclinó la balanza. Por lo pronto, a don Raúl lo mandaron como jefazo de la Junta del Trabajo, lugar de donde surgieron comentarios señalando que los secretarios (que se quedaron) están felices, porque piensan que al nuevo jefecito, mientras “agarra la onda”, fácilmente “le meterán goles” con lo que el “reparto” será mejor para ellos. Eso se dice, pero quién sabe qué pasará.
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El procurador de Justicia, Óscar Calderón, estará hoy en Torreón para atender la invitación que le hicieran los integrantes del Consejo de Seguridad Pública, con la finalidad de escuchar sus explicaciones sobre la forma en que aplicó la ley en torno a hechos de influyentismo que involucraron a su hijo y a policías ministeriales. Además tratarán aspectos relacionados con la deficiente actuación de algunos agentes del MP y la falta de coordinación entre los diferentes cuerpos policíacos. Curiosamente el “Procu” no asistirá solo, posiblemente por temor a que los consejeros le tuerzan la manita y lo agarren “contra la pared”. Por ello dicen, traerá como “ángel de la guarda” al secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes, quien previamente y para ablandar el corazoncito de los citados consejeros, les corrió una invitación a comer en el área privada de conocido restaurante, lugar donde también será la junta y, a donde dicen, no dejarán entrar ni a las moscas, mucho menos a los reporteros, ¿será?