El alcalde Guillermo Anaya, dice tener “las manos limpias” y que no hay “trafico de influencias” en la asignación de obras para la reparación de colectores por parte de SIMAS; sin embargo la realidad parece ser otra y evadió tratarla en sus declaraciones. Lo cierto es que el titular de SIMAS, Fernando Alatorre, asignó obras a la empresa de su cuñado Eduardo Jiménez Saracho, al hermano de éste José Jiménez y a la empresa Jibe de Darío Jiménez Berumen, quien es presidente de la Cámara de la Construcción y miembro del Consejo de Simas. Se habla de un monto de aproximadamente dieciséis millones repartido en obras para la familia. Si para el Alcalde todo esto no es “tráfico de influencias”, ¿que nombre le gustaría ponerle? El que fue preciso en sus declaraciones es Juan José Gómez Hernández, ex gerente de SIMAS en los tiempos de Zermeño Infante, quien sin muchos rodeos dijo: “lo que está ocurriendo constituye una violación a la Ley Estatal de Responsabilidades de Funcionarios Públicos”; “en SIMAS no se puede ser juez y parte”; agregó que durante la administración de Zermeño Infante se cuidaron mucho estos detalles. El Alcalde argumenta que todo este alboroto tiene un matiz político y que se debe a que en su administración se han “desbaratado y trastocado muchos intereses económicos y políticos que estaban enquistados en el municipio”. A lo mejor es cierto, pero por lo que visto sólo los cambiaron por otros. Para que se acaben estos “dimes y diretes” y en bien de la comunidad, se hace urgente la practica de una auditoria a SIMAS tal y como lo están exigiendo diversos organismos del sector privado y que el Alcalde está aceptando.
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Sobre este circo de los colectores se tuvo conocimiento que el jueves pasado hubo una reunión “secreta” en el Campestre Torreón, convocada por Armando Navarro López, secretario del CLIP; asistiendo entre otros: Roberto Rodríguez, Arturo Gallegos de Coparmex, el jefazo de SIMAS Fernando Alatorre y Darío Jiménez Berumen, dicen con la finalidad de “arreglar” a Rubén González, representante de la Cámara de Propiedad Urbana ante el Consejo de SIMAS y a quien a principios de la semana el alcalde don Memo lo calificó de “títere e ignorante” cuando pidió se practicara una auditoria a SIMAS. Se dice que no lograron convencer a don Rubén, y la reunión privada abortó al presentarse el tesorero del CLIP, Fernando Madero, quien les reclamó la falta de convocatoria para esas reuniones, pidiéndoles que no contaminaran la legitima demanda de trasparencia en las obras públicas. Comentan que por la tarde se desarrolló una reunión del Consejo de SIMAS, otra vez con la intención de convencer a Rubén González para que le bajara de tono a los señalamientos y definir una postura de solidaridad y apoyo para el gerente de Simas, Fernando Alatorre. Se dice que no lo convencieron con todos los papeles que le mostraron , interpretando la Ley de Responsabilidades a su manera, por lo que insistirá en una auditoria a SIMAS por parte del Congreso del Estado. Lo dicho, háganla y si los resultados son inmaculados, se acaban los chismes.
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Colaboradores y amigos del alcalde Guillermo Anaya se preguntan en qué estaría pensando cuando accedió a la petición del procurador Óscar Calderón Sánchez de colar en la nómina de Seguridad Pública Municipal a su hermana Lucero Calderón, quien disfruta del segundo mejor sueldo en la corporación, pues, según dicen, le pagan treinta y tres mil quinientos pesotes mensuales como jefa del área de “Relaciones con la Comunidad”, donde prácticamente no hace nada. Su máximo esfuerzo es el de trasladarse a la Procuraduría de Justicia para conseguir las estadísticas de los ilícitos que a diario se presentan y llevarlos hasta el escritorio de Gutiérrez Pesquera, aunque los fines de semana se los envía por fax. Por este “laborioso” trabajo recibe el citado sueldote que ya quisieran ganar los mandos medios, mismos que se encuentran inconformes por lo que califican como “aviaduria concertada” entre don Memo y don Oscar. Tal vez el Alcalde pudiera explicar que beneficios obtiene la comunidad con esa costosa función de relaciones con la comunidad que ni siquiera se cumplen.
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En este primer año de la administración municipal la imagen de Torreón que se había venido obteniendo de ser una ciudad limpia, se quedó prácticamente en el olvido. Es cierto que dos obras públicas, como lo son la introducción de nueva tubería en el primero y segundo cuadro, así como las obras en el Idependencia, están llenando de tierra y parches las calles, pero independientemente de lo anterior, a ciudad en general se observa descuidada, sucia, llena baches, despintada la cordonería, arbotantes y el rayado para la circulación de vehículos. No debe esperar el Alcalde a terminar con las obras mencionadas, Torreón está requiriendo una urgente “mano de tigre” en la pintura de cordonería, señalamientos y demás. Las lluvias pasaron y las calles de la ciudad quedaron para llorar. Hay que echarle ganas don Memo, estas cosas para bien o para mal son el reflejo de su administración.