Por diecisiete votos de diferencia fue rechazado el dictamen sobre Reforma Fiscal propuesto por la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Doscientos cincuenta y un diputados votaron en contra y doscientos treinta y cuatro a favor, por lo que el presidente Juan de Dios Castro, a la hora de dar a conocer los resultados de la votación bien podría haber gritado: “bola mala”. Porque el asunto de la Reforma Fiscal se regresa a esa comisión para que formule un nuevo proyecto, el que será presentado en un período extraordinario. El sentido de la votación fue por demás curioso pues se revolvieron los votos de diputados priistas con panistas y de aquéllos con los perredistas y los petistas. Para muestra basta con saber cómo votaron los diputados de Coahuila: A favor del dictamen estuvieron: Óscar Pimentel, Jesús Zúñiga y Fernando de las Fuentes, del PRI, junto a Manuel López y Blanca Eppen, del PAN. En Contra: Laura Martínez, Ricardo Rodríguez y Eduardo Olmos, del PRI; junto a ellos votó Jesús González Schmall, de Convergencia. Mención especial merece la abstención del diputado Jesús María Ramón, pues en una torpe jugada prefirió, como dicen los muchachos, hacerse güey que tomar partido, pero al hacerlo quizá perdió de vista que los electores prefieren una definición clara que la tibieza de no hacer nada. Si así piensa manejarse en su campaña a la gubernatura es mejor que se vaya despidiendo, porque dicen que a los tibios de corazón, ni Dios los quiere. Por cierto llamó la atención que en Coahuila tres diputados priistas se le salieran del huacal a Don Quique, pues los grillos aseguraban que su control sobre el ex partidazo en el Estado era absoluto, lo que contrastó con el vecino Durango donde solamente uno osó salírsele del corral a Don Ángel Sergio.
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El que debe haber puesto sus barbas a remojar al ver la renuncia de Elba Esther Gordillo a la coordinación de la fracción priista en la Cámara Baja, es el líder en Coahuila del Congreso Local, Abraham Cepeda, pues buen número de sus compañeros priistas ya se dieron cuenta que no está pudiendo con la responsabilidad de las negociaciones parlamentarias y menos con los de la oposición quienes le reprochan el faltar frecuentemente a su palabra para responder a las indicaciones del “Palacio Rosa”. A la inconformidad de correligionarios y adversarios, se suma el hecho de que se hizo público cuánto perciben mensualmente nuestros sufridos diputados, pues se echan a la bolsa más de noventa mil pesos mensuales, entre sueldo, apoyo para asesores, gestoría y bonos. Nada más por el concepto de dineros entregados para apoyo parlamentario y gestoría, los diputados y diputadas se embuchacan treinta y seis mil pesos (que aumentarán el próximo año a cuarenta y uno) los cuales reciben sin necesidad de comprobación, de manera que cada cual sabe a qué los destina, de manera que sólo ellos determinan si lo usan para pago de asesores, sostenimiento de casas de gestoría o apoyos para sus electores; o de plano se lo quedan en calidad de sobresueldo. ¡Qué chulada de diputados!, ¿no?
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Ecos del informe del alcalde de Saltillo, Humberto Moreira, indican que el “Hijo del pueblo” (como le gusta que lo llamen) tuvo un evento apoteósico al que acudieron mucho más personas de las esperadas y todos los sectores estuvieron representados. En las más de dos horas que duró la ceremonia, Moreira le echó harto incienso al gobe Enrique Martínez y en su momento éste le respondió exaltando las virtudes y acciones de su pupilo. Lo cierto es que Beto está realizando un buen trabajo, sobre todo entre las clases populares y por ello se afirma que en un descuido puede llevarse la nominación del PRI para la gubernatura, aunque para muchos analistas esa posibilidad se antoja remota. Sin embargo, en el peor de los casos, quien resulte ganador de la contienda interna que en su momento realice el otrora invencible (hoy vapuleado) para elegir a su candidato, va a requerir de los oficios del novel alcalde para hacer la campaña, pues además del trabajo que Moreira está haciendo en Saltillo, no hay que olvidar que fue él, como secretario de Acción Electoral del PRI estatal, quien manejó la estructura que operó en las elecciones del noventa y nueve con sorprendentes resultados para ese partido.