En relación a las elecciones del domingo pasado, se difunden videos en la televisión nacional que ofrecen botones de muestra en cuanto a mapachismo y compra de votos. Para los coahuilenses llama la atención una cinta tomada en la ciudad de Saltillo, que será utilizada por el Instituto Federal Electoral para presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República, por los delitos que resulten.
El hallazgo es un producto periodístico interesante, que responde a la obligación de informar que tiene todo medio de comunicación. Los hechos descubiertos y difundidos como tales a nadie sorprenden por ser del dominio público y forman parte de una contracultura que durante años ha frenado el ejercicio democrático del país y aún hoy amenaza y entorpece su avance.
Lo anterior no implica que perdamos toda capacidad de asombro e indignación ante el fenómeno, al contrario, los hechos tienen su origen en la propia comunidad y en esa medida, su erradicación es cosa nuestra y un reto para todos. Por otra parte, el acarreo y la compra de votos surten efectos definitorios, sólo en la medida en que se producen asociados a un gran abstencionismo como el del domingo pasado.
Por eso es relevante reconocer que del abstencionismo todos somos responsables, para que cada protagonista de nuestra vida pública corrija lo que le corresponda: gobierno, partidos, IFE, medios de comunicación y hasta el pueblo mismo como titular del poder soberano del Estado. El ejercicio de buscar culpables en otra parte que no sea cada uno de nosotros mismos, además de inútil, resulta hipócrita.